25 noviembre 2024


Nació en Atarfe (Granada)  el 17 de noviembre de 1909, el 1 de mayo de 1927 sale en Granada por pri­mera vez vestido de luces con Perete y Joseíto de Granada. Diecinueve llevaba toreadas cuando le anuncian en Granada para matar seis novillos de Rufino Moreno Santamaría. Esta era la corrida llave de la alternativa que tomaría en octubre de 1934 y nada menos que de manos de Belmon­te, pero el pobre “Atarfeño” quedó en el camino.

El joven novillero entrega su vida en el ruedo a cambio de la negra gloria del ídolo caído y de la inmortalidad de un toro berrendo en negro, de nombre “Bellotero», una inmortalidad inmerecida por su condición de manso, áspero y ‘con sentido’. “Atarfeño” se despedía como novillero en su tierra y quiso hacerla matando seis novillos-toros en su querida Plaza del Triunfo. “Bellotero” le corneó brutalmente en la ingle y le secciono la arteria femoral y la vena safena. Fue al darle el tercer pase de muleta, falleciendo  a poco de entrar en la enfermería. “Atarfeño” ganaba esa tarde mil duros y estrenó un terno azul y plata. “Artafeño” fue consciente desde el primer momento de la gravedad de la cornada: “Cogedme bien que me caigo”, le dice a Fandila y a su hermano José, que le ayudaron a levantarse. “Que me desangro, que me muero,” después urgió: “Me derramo por la vejiga, me muero”  le comenta angustiado a los médicos, que tratan desesperadamente de reponer la sangre y ligar las arterias y venas. “No hagáis nada, todo es inútil, quiero morirme para no sufrir más”, suplica el torero, que pide a los amigos: “Id por mi hijo corriendo. ¡Hijo mío!”. El niño estaba con su abuela materna en el Hotel San Pedro y no pudo alcanzarle con vida. “Atarfeño”,  moría instantes después, a las siete menos veinte de la tarde, fue de lo último que pronunció aquella aciaga tarde del 2 de septiembre de 1934 en que fue muerto.

La crónica del maestro Juan José Zaldívar Ortega describe así la tragedia << Miguel Morilla Espinar “Atarfeño”, matador de novillos, nacido en Atarfe (Granada), el 17 de noviembre de 1909, falleció en 1934, cuando contaba 25 años de edad. Esa temporada hizo un esfuerzo tremendo por evitar su decadencia definitiva y lograr la alternativa. Diecinueve novilladas había toreado cuando le anuncian que recibiría su alternativa en la Plaza de Toros de Granada para matar 6 novillos de don Rufino Moreno Santamaría. Esta era la corrida clave para poder recibir la citada alternativa, que en la misma ciudad recibiría en octubre y nada menos que de manos de Juan Belmonte; pero el desgraciado de “Atarfeño” quedó en el camino la tarde del 2 de septiembre de 1934. El novillo corrido en segundo lugar, de nombre “Bellotero”, de pelaje berrendo en negro, gordo, grande y manso, que llegó al último tercio con todo su poder y avisadísimo, al darle el tercer pase de muleta, le infirió una cornada que le seccionó la arteria femoral y la vena safena, falleciendo a poco de entrar en la enfermería. “Atarfeño” iba a ganar esa tarde 1.000 duros y estrenó un terno azul plata. El novillero Epifanio Bulnes, que actuaba de sobresaliente, tuvo que matar tres toros, pues al conocer el público la muerte del torero hizo que se suspendiera la corrida. Fue un buen estoqueador y discreto con el capote y la muleta; quizá hubiera llegado no a un puesto sobresaliente en la torería, pero sí a ocupar esa cola de las grandes figuras, con quienes alternan y a las que a veces vencen. Recordamos la tarde de su presentación en  la Plaza de Toros de Madrid en la que obtuvo un triunfo ruidoso, pues le  concedieron orejas y le colmaron de ovaciones. Después, decayó sensiblemente, y al pretender resurgir, una cornada traidora de un manso se llevó su vida e ilusiones. «

El historiador, Juan José de Bonifaz Ybarra,  refiere de esta víctima de la fiesta, que << actuaba como único espada Miguel Morilla Espinar (Atarfeño) en su familiar plaza de Granada, para dar cuenta de cuatro astados de Rufino Moreno Santamaría y dos de Julio Garrido el 2 de septiembre de 1934. El corrido en segundo lugar, “Bellotero”, de la primera de las citadas vacadas, le hirió de tal gravedad, al pasarle de muleta, en el muslo izquierdo, que el deceso se produjo momentos después en la enfermería de la plaza del Triunfo. Se dio el caso, único en la historia del toreo, de que su viuda, Luisa Jiménez, comenzó a actuar como espada en los ruedos poco después de ocurrida la trágica muerte de su marido. «