24 noviembre 2024

La Iglesia prefiere paliar la falta de vocaciones con curas casados o de los ‘kikos’ antes que abrir el sacerdocio a las mujeres

El Vaticano estudiará por primera vez ordenar a varones casados en la Amazonía para cubrir sus necesidades de sacerdotes en zonas remotas

La falta de vocaciones obliga a sopesar los curas con esposa o recurrir a los ultra católicos kikos como cantera. No se contempla levantar el veto a las mujeres

¿Reforma revolucionaria o parche para frenar la crisis vocacional? El próximo Sínodo sobre la Amazonía incluirá, por primera vez en la historia contemporánea de la Iglesia, una petición para el Papa: la ordenación sacerdotal de hombres casados. En principio, una solicitud muy específica para la Amazonía, pero que, de aprobarse, no tardaría en llegar a otros rincones de la Iglesia.

La falta de sacerdotes consigue resquebrajar así un tabú católico. En España, la escasez de vocaciones también ha provocado que los obispos abran sus diócesis a seminarios gestionados por ultracatólicos como los kikos para cubrir sus necesidades sacerdotales. Preocupación en la cúpula católica. Y diferentes alternativas para abordarla que no contemplan recurrir a la mitad de la población vetada al sacerdocio: las mujeres. 

La petición para abrir el sacerdocio a casados estuvo cerca de convertirse en realidad tras el Concilio Vaticano II (1965), pero Pablo VI no se atrevió a aprobarlo. Aunque apenas parece una rendija, es la primera vez que la propuesta llegará de manera oficial al Vaticano. Y, según fuentes vaticanas, Francisco está dispuesto a dar un paso adelante, pese a los movimientos contrarios de los ultracatólicos. «Es una violación a la tradición apostólica», ya ha sugerido el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto, y uno de los líderes de la oposición al Papa.

«Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana», se lee en el Instrumentum Laboris, aprobado este lunes.

De la selva a la España vaciada

En ningún momento se habla de abolir el celibato, y mucho menos de abrir el sacerdocio a la mujer, en otro punto del documento sí se insta al Sínodo a «identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica» aunque sin vincularlo al sacerdocio, pero lo cierto es que de aprobarse, supondría una puerta abierta que pocos podrían cerrar.

«Si se permiten sacerdotes casados en la Amazonía con la excusa de que no hay vocaciones, o no llega el sacerdote, ¿qué impediría que, con la misma razón, se ordenara a curas casados en aldeas africanas, en las estepas asiáticas… o en la España vaciada?», se pregunta un obispo español, que reconoce que, una vez aprobado, «la excepción se convertiría en regla», sin tener que tocar la doctrina.

Y es que el celibato eclesial no es, ni mucho menos, un dogma, como algunos defienden en el caso del veto a la mujer. De hecho, 11 de los 12 apóstoles (todos, excepto Juan), estaban casados. Los Evangelios incluso recogen la visita de Jesús a la suegra de Pedro, el primer Papa.

Cuando los curas se casaban

Los curas (siempre hombres) siempre se casaban, y hasta hubo Papas que tuvieron hijos que llegaron a Papa, como el caso de Silverio (siglo VI). Sin embargo, el incremento del poder económico y político del estamento eclesial hizo que, entrada la Edad Media, comenzara a imponerse la obligación de la soltería para los clérigos. No era tanto por una cuestión doctrinal, sino meramente económica: los hijos de curas y de obispos pugnaban por la herencia del padre, que acabó siendo de la diócesis.

La reforma gregoriana (siglo XI) promulgó la doctrina del celibato obligatorio, que se hizo definitiva en el II Concilio de Letrán de 1139. Desde entonces, los curas tienen que mantener la castidad, o al menos no oficializar su relación, y mucho menos tener hijos (un clérigo con hijos es automáticamente expulsado).

Pese a la prohibición, lo cierto es que en la propia Iglesia católica, ya existen los curas casados, permitidos por la institución. Incluso con hijos. Así, algunas Iglesias de rito oriental, como los coptos egipcios, permiten la ordenación de casados; también la Iglesia greco-católica de Ucrania, que retornó a Roma en 1696 manteniendo sus tradiciones, entre ellas la del celibato opcional; y, más recientemente, los sacerdotes casados anglicanos o episcopalianos que se integran en la Iglesia católica. Eso sí: si enviudan ya no podrían volver a casarse.

«El celibato es antievangélico»

Con todo, tras el Concilio Vaticano II miles de sacerdotes colgaron los hábitos para casarse, pero continuaron reivindicando su condición de sacerdotes (el orden sacerdotal es un sacramento que, como tal, imprime carácter. Esto es: un cura legítimamente ordenado sigue siéndolo aunque se comprometa a no ejercer tras casarse).

En todo el mundo, existen unos 90.000, alrededor de 6.500 en España, agrupados en torno al Movimiento Por el Celibato Opcional, que en España lideran el matrimonio formado por Andrés y Tere, y el sacerdote casado Julio Pinillos. Pinillos sostiene que «el celibato obligatorio es antievangélico», según contaba en RD. Y esperan que la petición formulada al Papa sea el comienzo de un camino que concluya con el fin del celibato. Y que se haga por razones pastorales, y no por la creciente escasez vocacional, que se hace sentir especialmente en la Iglesia europea.

Lo del veto a la mujer es una puerta que, por el momento, este Papa no parece dispuesto a abrir.

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Jesús Bastante

https://www.eldiario.es/sociedad/rebajas-cura_0_912359497.html