El fin de curso y los regalos a los profesores: ¿Práctica obsoleta o simple agradecimiento?
Se acabó el colegio y se reabre el debate sobre si comprar un presente a los maestros que han acompañado a los niños durante los últimos nueve meses. En el centro: los grupos de WhatsApp de padres y cómo negarse en el caso de no querer participar.
Llega el fin de curso y con él un último quebradero de cabeza para los padres. No tiene que ver con lo que harán sus retoños durante los meses estivales y ni si quiera con el último boletín de notas: Alguien propone en el grupo de WhatsApp hacerle un regalo al profesor de sus hijos. No siempre es fácil negarse a participar a pesar de que para muchos, sea una práctica poco adecuada y algo anticuada.
«Lo de regalar algo es algo que se ha convertido en una tradición y se hace más por costumbreque como un acto voluntario y altruista», explica la psicóloga Miriam Sosa. Argumenta que esto es así puesto que es una cuestión que no se plantea en otras profesiones ni en otros niveles educativos más allá del colegio. Añade que estos presentes se hacen con una intención: «Nos importa causar buena impresión, y creemos que a través de ellos lo conseguiremos», relata, aunque, en su opinión, es un tema que se ha quedado «obsoleto».PUBLICIDAD
Los progenitores que coinciden con esta visión no lo tienen nada fácil. Algunos padres no se sienten libres ni cómodos a la hora de no participar. El motivo, en gran parte: los chats grupales de mamás y papás. Sosa relata que son «peligrosos» y que hay que ir con cuidado con lo que se dice y cómo se dice: «Hay mucha presión social, a veces nos atrevemos a decir las cosas de manera más impulsiva y sin respetar la intimidad de los demás». Esto hace que muchos tengan miedo de abandonar la conversación aunque en realidad lo estén deseando. Para los que se niegan a entrar en el regalo, aconseja que lo mejor es decirlo de forma asertiva, sin justificarse: «Con un no, lo siento pero no participo y un gracias por encargarte sería suficiente», afirma. Sin embargo, la apuesta de la profesional sería que los profes dejasen claro que prefieren no recibir regalos al inicio del curso. «Desde la dirección del centro debería informarse a los padres que no se aceptan regalos»
Es lo que pretenden hacer algunos colegios. «Desde la dirección del centro educativo debería informarse a los padres que no se aceptan regalos», afirma Mar de Isasi, profesora de un centro que funciona a modo de cooperativa. En su opinión, estos presentes no tienen ningún sentido y en ocasiones originan algún que otro conflicto: «En etapas superiores, como ESO y Bachillerato, hay padres que han utilizado los regalos de otros padres para justificar los aprobados de otros compañeros cuando sus hijos han suspendido», cuenta, especificando que, a pesar de ello, no conoce a ningún profesor que se sienta presionado para aprobar a alumnos al recibir un presente.
Sosa señala que en el caso de decidir hacerles algún detalle a los educadores, no deberían ser cosas materiales: «Un ramo de flores, en el mejor de los casos». Coincide con Isasi, que relata que en el caso que se dé un «agradecimiento o reconocimiento» sea algo colectivo y prefiere una carta o un correo antes que un regalo. Al ser una profesión muy vocacional, los profesores se sienten gratificados con cosas como que los niños les den las gracias, les digan que le recordarán siempre o la sonrisa de fin de curso o el hecho de ver la evolución de cada alumno, sentencia en este sentido la psicóloga.
Los docentes coinciden en que cuando se da el caso «siempre hay que agradecer los detalles pero no tienen que desviar la atención de lo que es en realidad nuestro trabajo: enseñar, buscar para cada uno de nuestros alumnos las herramientas necesarias para que pueda desenvolverse en la sociedad que le ha tocado vivir», cuenta María Cànaves, maestra en un Centro de Educación Infantil y Primaria. Para ella, es algo que tiene sentido: «Trabajamos con personas», recuerda.
Debate en el claustro
Mientras que algunos profesores abogan por prohibirlos, otros dejan la puerta abierta o ven una difícil solución: «Es una iniciativa que sale de los propios padres. Prohibirlos o no aceptarlos tampoco me parecería bien», especifica una de las compañeras de Isasi. Otra de las trabajadoras de la cooperativa vive la situación desde los dos frentes, como docente y como madre: «Como maestra he recibido siempre muchos regalos y muy buenos, tanto en navidad como en fin de curso. Como madre siempre me gusta hacer algún detalle a las maestras de mi hija, lo veo un bonito detalle para agradecer todo el esfuerzo del día a día, las horas de trabajo fuera de horario y el cariño que le dan durante todo el curso».
Un profesor del mismo centro, no ha tenido tanta suerte y se muestra crítico con los regalos que ha recibido por lo que significan: «Soy abstemio y la mayoría de regalos que me han hecho han sido bebidas alcohólicas. Las he aceptado por educación y con gratitud. Nadie regala tabaco sin preguntarse si la persona fuma y me gustaría que con el alcohol se tuviera la misma sensibilidad y conciencia social», sentencia.
Por su parte, Cànavas rememora que durante este fin de curso ha recibido un regalo por parte de un grupo de nueve familias y otros cinco detalles individuales: «Que conste que me los han dado después de entregar las notas y uno de los alumnos pasa de curso con dos materias pendientes», explica en tono simpático.
celia vasco@CeliaVasco_
FOTO: Imagen de archivo de un profesor con sus alumnos. JUNTA DE ANDALUCÍA