Bello pregón cargado de emotividad el declamado por María Victoria Correa el pasado miércoles. Voces así son necesarias para recuperar la identidad de pueblo. Reproducimos a continuación dicho discurso

Buenas noches Atarfeños.En primer lugar, doy las gracias al Señor Alcalde y a los miembros de la corporación municipal, por darme la oportunidad de ser pregonera de las fiestas patronales de mi pueblo. A José Enrique Granados que me propuso, pero sobre todo gracias a vosotros atarfeños que habéis venido esta noche para acompañarme y escucharme.

Fue a mediados de agosto del año pasado, estando yo fuera de Atarfe, cuando me llamaron para decirme que José Enrique Granados, en una edición de su Gacetilla, me proponía para ser la próxima pregonera de nuestras Fiestas Patronales.

Me sorprendió, pero también me sentí orgullosa de tan gran honor. Después pensé: “Tranquila niña es solo una propuesta”. Aún falta un año y ya veremos.Agradecí a todos los paisanos que, a través de los comentarios, me dieron su confianza y ánimo con un voto cariñoso y emotivo y dejé esta vivencia aparcada en un rinconcito de mi memoria.Pero como el tiempo no se detiene, llegó el momento en que me lo confirmaron formalmente y comencé a darme cuenta de la responsabilidad que había asumido.

Me preguntaba ¿Qué voy a decirle a los atarfeños que ellos no sepan ya incluso mejor que yo?Si han tenido unos pregoneros, hijos del pueblo, que con los pinceles de sus recuerdos han sabido reflejar mejor que nadie los colores de su historia, la idiosincrasia de sus costumbres y la perseverancia de sus tradiciones para formar el mejor y más bello mosaico de lo que Atarfe fue, es y queremos que llegue a ser.Si ellos han recreado tan bello cuadro yo he puesto alma y corazón en ponerle con este pregón, el marco para que lo siga embelleciendo más

.El pregonero era el oficial público que en alta voz daba difusión a todo lo que se quería hacer saber a la población. Pero también eran aquellos hombres, que por las calles pregonaban lo mejor de su mercancía para vender o de su trabajo para ofrecer. Todos recordamos la musiquilla del “afilaor”; al lechero ordeñando su cabra en la misma puerta de la vecina que requería su producto; al hojalatero que arreglaba cazos, ollas y ponía lañas a los lebrillos cascados.

Las mujeres acudían a la llamada de estos pregoneros con los enseres necesitados de arreglos porque en aquellos tiempos todo se arreglaba y nada se tiraba.

Pues esta noche desde este balcón quiero pregonar lo mejor que tiene Atarfe: Sus gentes. Mujeres y hombres que a lo largo de su historia han ido construyendo lo que como pueblo somos y tenemos.

Vine al mundo una fría mañana de enero mientras la lumbre de la chimenea caldeaba la casa de mis abuelos, en la calle Nueva, y calentaba el agua para recibirme.Casa con su estructura típica de las casas atarfeñas de habitáculos sombríos y anchos muros para proteger del frio en invierno y del calor en verano.La cocina con chimenea en la que durante toda la mañana hervía el puchero a fuego lento, despacito… como transcurrían entonces los días, no como hoy, que la vida cotidiana nos enreda en una maraña de prisas.

Era una vida dura de trabajo, pero sencilla, gozada y vivida con la familia, los amigos y los vecinos.Casas revestidas de cal, de rejas artísticas y puertas siempre abiertas como el corazón de sus moradores.Patios soleados vestidos de geranios, celindas, alhelíes y rosales, con parras centenarias cubriendo los parrales de alambre, toldo natural para negarle el paso al sol y dejar pasar la brisa.Higueras de dulces higos y brevas que si te descuidabas un poquito eran manjar de avispas y gorriones.Patios frescos y limpios regados al amanecer y al atardecer con agua sacada de los pozos a golpe de cubo y carrucha y que, salvando las horas de calor y siesta, acogían la vida de la familia, los juegos de los niños y las faenas de las mujeres.

Al anochecer se perfumaban de jazmines, galanes y dompedros que siguen embriagando mis recuerdos junto al sabor de leche “migá” con azúcar y canela y a calostros cuando paría una vaca. ¡Vaquerías que tenía Atarfe sustento de tantas familias! a las que íbamos los niños, lechera en mano a comprar tan blanco manjar.

Noches de verano jugando en calles y placetas hasta la madrugada mientras los vecinos, sentados en las puertas, hacían familia hablando de sus problemas, alegrías, preocupaciones, noticias y todos los asuntos de la vida del pueblo.¡Cómo se compartía y cómo se convivía!Me atrevo a decir que nuestros abuelos no necesitaban ni psicólogos ni psiquiatras.

Casas y costumbres típicamente atarfeñas que por desgracia no hemos sabido conservar, pero se identificarán siempre con la historia del pueblo.Atarfe ha dado la materia prima para dar belleza: Me refiero a la piedra denominada “mármol gris Sierra Elvira” que tanto abujardada como pulida se enviaba por toda España.Piedra dura de dificultosa extracción, que los canteros atarfeños sacaban a mano mediante voladuras controladas. El ruido de los barrenos formaba parte de nuestra vida cotidiana.Trabajo de hombres curtidos y duros como la piedra que arrancaban del corazón de la sierra en grandes bloques que eran bajados hasta el pueblo por carros de bueyes, no sin pocas dificultades.

Oficio y arte de labrar la piedra para su empleo en fuentes y pilares, estatuas y columnas, zócalos y solerías, así como bordillos y adoquines de calles y plazas. Mármol Sierra Elvira que en Atarfe podemos admirar en zócalos y dinteles de puertas y ventanas, calzadas y monumentos destacando el Sagrado Corazón de Jesús ubicado en el paseo de Santa Ana, obra del escultor granadino, Don Antonio Cano Correa primo de mi padre.

Granada también se embelleció con esta materia prima. Edificios civiles u oficiales como la Real Chancillería, El Palacio de Carlos V, la fachada del Hospital Real y otros muchos. Edificios religiosos como la Santa Iglesia Catedral, San Juan de Dios, la Basílica de las Angustias y San Justo y Pastor entre otras.¡Cuánta belleza ha dado Atarfe para engalanar edificios y cobijar la fe! Cuando admiréis estas construcciones sentiros orgullosos de vuestro pueblo porque su corazón es atarfeño y las manos que lo sacaron a la luz también.

Si los recuerdos de mi infancia evocan el estruendo de los barrenos no evocan menos los sonidos y aromas de la vega.La bondad de su suelo, la abundancia de agua que proporcionaban ríos y las madres del “Rao” encauzada por redes de acequias y, sobre todo, el tesón de los agricultores que no paraban de laborear cuando el sol la piel les quemaba, el sudor los dejaba ciegos y buscaban en el cielo el agua que no llegaba. Todo esto ha hecho de Atarfe un pueblo agrícola por excelencia. Cultivos como la remolacha que dio lugar a una industria azucarera testigo de ella son aún las chimeneas de las fábricas que siguen destacando en el paisaje.

Los cereales, las patatas y todo tipo de hortalizas marcaban el ritmo de siembra y recogida en la vida del pueblo. A mediados del siglo XX sobresale por el cultivo del tabaco llegando a ser la vega de Granada el primer productor de la península. Vestigio de estos cultivos son los secaderos inherentes aun por toda la vega.Siento subir por mi calle los carros cargados de gavillas de trigo hacia las eras para retirar el grano de la paja. Algún paseíllo que otro dábamos los niños subidos en el trillo tras convencer al trillero para que nos dejara. Y ansiosos de correr con él, el trillero nos decía “despacio que el mulo tiene que comer”.

Evoco el olor acre y pegajoso del tabaco colgado en los secaderos, lugar mágico y misterioso para los niños que jugábamos al escondite entre aquellas cortinas de hojas y a los indios metidos en las chozas que fabricábamos con los troncos.Todo lo que nos rodeaba lo convertíamos en juegos. Atarfe tierra fértil y piedra. Es esfuerzo de canteros que del corazón de la tierra, sacaban un mármol duro de gris plomizo y sin veta, para hacer bellas columnas y dinteles de las puertas, zócalos y calzadas, bordillos en las aceras. ¡La belleza de lo bello para embellecer mi tierra!

 Atarfe es un manto verde que cubre toda la Vega de tabaco, maíz y trigo, de alfalfa y de hierbabuena. De amaneceres de trilla allá arriba por las eras. De atardeceres cargados  de riegos por las acequias. De hombres y de mujeres orgullosos de su tierra.
Y si la figura del cantero y del agricultor me evocan grandes recuerdos, la figura del maestro es estrella en mi existencia pues el ambiente docente ha rodeado mi vida.

Soy hija de maestros y prácticamente me crie en una escuela; me casé con un maestro de vida y de profesión del que tanto aprendí; ejercí mi vocación 40 años y os confieso que aún después de mi jubilación sigo sintiendo la escuela.Viven en mí, tanto, aquellas escuelas de los años 50 y 60 en barracones, pupitres de madera con un agujerito para el tintero, objeto de tantos castigos cuando derramábamos la tinta; de pizarra y tiza; bola del mundo en la mesa del maestro y mapa de España colgado en la pared que servía de fondo en las primeras fotos escolares, como los actuales edificios con calefacción, mesas individuales y pantallas digitales.

Tanto aquellas escuelas de pizarra y pizarrín con trapito y salivazo para borrar; lápiz y cuaderno de una raya; cajita de colores “Alpino” si la echaban los Reyes; caligrafía y una Enciclopedia para todas las materias, a calculadoras, ordenadores y cientos de libros que no caben en las mochilas.¡Cómo ha cambiado todo! y no juzgo si aquello era mejor o peor porque todo cambio tiene sus luces y sus sombras.Lo que sí quiero reflejar es que aquellos años difíciles se hacían sentir también en la escuela.

Maestros de Atarfe como Don Octavio, Don Onofre y Don Jesús; la señorita Anita, Don Manuel Barranco (padre e hijo), Don Aurelio, Don Rafael y Don Manuel Estévez; la señorita Asunción, Doña Pepita, Doña María Luisa y Doña Palmira, mi madre. Hombres y mujeres conscientes de su responsabilidad que, con aciertos y errores, estimulaban la curiosidad y el aprendizaje, transmitían conocimientos y valores.Maestros de 24 horas pues su implicación iba más allá de las lecciones y horarios que regían las aulas. Algunos problemas familiares también solucionaban.Un reconocimiento a todos ellos, a los actuales y a los que vendrán. Mi agradecimiento a la labor del maestro, tan poco reconocida en estos tiempos, pero tan necesaria para el desarrollo de la persona y de los pueblos. 

Tú me enseñaste a volar con alas de pajarillo, cuando no era más que un niño sin miedo a la libertad No envejecerás jamás Amigo, hermano maestro Siempre, como un padrenuestro en boca de algún chaval.   Te han robado el corazón los muchachos de la escuela. Ellos pasan, tú te quedas. Tú me enseñaste a volar.

Ser pregonera de las fiestas del pueblo y hablar poco de ellas no es muy correcto. Pero como al principio os dije, ya se ha dicho mucho de ellas y muy bien dicho.Las fiestas abrían un paréntesis en la vida rutinaria de los atarfeños.La alegría de los niños al despertar con la diana floreada y los gigantes y cabezudos, los columpios, vestirnos de gitanilla con los zapatos de tacón que nos mataban los pies y alguna que otra atracción extraña eran motivos suficientes para soñar con ellas todo el año.

Para los jóvenes la ilusión de estrenar vestido, de estar casi todo el día en la calle, de ir al baile con la mozuela o el mozuelo de sus sueños, con tener algo más de dinerillo en los bolsillos y sobre todo poder llegar a casa de madrugada.En fiestas casi todo, y digo casi, estaba permitido. Para los mayores era el reencuentro con amigos y familiares que estaban fuera y cada año volvían a su pueblo para gozar de las fiestas.Y para todos era el homenaje de un pueblo a su Patrona Santa Ana origen y esencia de la fiesta.

Después de la misa dominical, los actos que se celebraban y aún seguimos celebrando en su honor, comenzaban con la Bajada anunciada por el primer repique de campanas que ya sonaba a fiesta llamando a los atarfeños a ir por Ella a su ermita para arroparla y acompañarla hasta la parroquia donde, más cerquita de su gente, celebramos las Novenas, la Ofrenda de flores y frutos y como broche de oro la Procesión.

 De tradición en el tiempo, de recuerdos y añoranzas, de regalar sentimientos por las calles y en las plazas. De músicas celestiales, de Vivas en las gargantas que van marcando tu paso como una reina, en su marcha. De filas interminables y de mujeres descalzas, de la nube de mantillas que esa noche te acompaña. Qué tú sabes más que nadie de momentos y detalles de las puertas en las calles abiertas de par en par. ¿Se puede pedir más? Vamos soñando con Ella.

 Rezándole cada día y mostrarle al universo que Atarfe es siempre rezo a la Abuela que nos guía. Vamos, a caminar con sus pasos y su Palabra de Amor, cobijándonos en sus brazos, y atando fuerte los lazos que hay entre Santa Ana y Dios. Vamos, a proclamar la alegría en la tierra de María, pues Santa Ana fue un gran día la madre que la parió. Y de misericordia llena Atarfe detrás de ti Siguiendo siempre tu huella. Bueno, pararse ahí, un poquito… seguid ¡Hasta su ermita con Ella!

 ¡CÓMO UNE LA PATRONA A TODO UN PUEBLO!Y tomando como ejemplo la figura de Santa Ana, nuestra Abuela del cielo, aquí va un homenaje para todas las abuelas atarfeñas, que son las artífices, generación tras generación de grabar en el corazón de sus nietos el amor, la devoción y la veneración a Santa Ana y a la Virgen María.  Santa Ana de mis amores y mi Virgencita morena a las que aprendí a querer desde que era muy pequeña. Todas las noches de estío de la mano de mi abuela iba a visitar tu ermita como una sagrada promesa. Poniéndome de puntillas pues no alcanzaba a la puerta casi con genio decía: ¡Aúpame, aúpame abuela!    Y cogiéndome en sus brazos con una dulzura extrema, mirábamos por la ventanilla aquella imagen serena. Manda un besico a la Virgen -siempre decía la abuela- Manda un besico a Santa Ana para que las dos te quieran.Y yo, les mandaba muchos para que más me quisieran. 

Ya les mandé muchos besos, ya les di muchos, abuela. Pues ya nos podemos ir, ellas se quedan contentas, con los besos que les has dado harán en el cielo una fiesta, donde cantarán los ángeles, alumbrarán las estrellas, redoblarán los tambores y tocarán las trompetas. Pues no nos vamos a casa vámonos al cielo, abuela, que esa fiesta tan bonita nos gustará mucho verla. No mi niña, aún es pronto, es muy prontito, pequeña, para ver fiestas del cielo hay que amar mucho, mi nena.Cuando mi abuela murió aún era yo pequeña, y preguntaba extrañada ¿Qué le ha pasado a la abuela? ¡Dejadla que salga al patio que quiero jugar con ella! Alguien me dijo: calla, niña. No hagas preguntas y reza, la abuela ya está en el cielo, Santa Ana vino por ella. Me salí de allí llorando enfadada con mi abuela; se marchó solita al cielo sin llevarme a mí a la fiesta
 ¡BENDITA Y ALABADA SEA SANTA ANA PATRONA DE ATARFE!


He querido que mi paso por este balcón sea un homenaje a los que nos han dejado y que vivieron con amor al pueblo sintiéndose orgullosos de ser atarfeños.A todos nosotros nos faltan familiares y amigos a los que echamos de menos siempre, pero que sepan que desde allá donde estén seguirán con nosotros, porque ellos han forjado nuestra vida, nuestro pueblo y nuestra historia.De todos ellos heredé y de todos vosotros aprendí lo que es más necesario para vivir: mi infancia.

Mi sangre, que es parte de la vuestra quiere pregonar que el destino de un pueblo depende del esfuerzo de sus gentes. Que nuestros hijos, herederos de la historia, conozcan lo duro que a veces es el camino, el ir y el devenir de un pueblo que ha pasado por etapas de grandeza y pequeñez, pero quizás esa dureza ha conformado la fortaleza de nuestro carácter.Y ese carácter emprendedor de los atarfeños hace que hoy en día siga teniendo hijos que llevan el nombre de su pueblo más allá de nuestras fronteras.

Jóvenes que destacan en el deporte, grupos municipales de teatro, Banda sinfónica municipal de música, grupo del Vía Crucis viviente (del que me siento orgullosa) entre otros, hacen que Atarfe sea un referente cultural a nivel provincial y nacional.

Es un buen momento para reflexionar lo que Atarfe es y queremos que sea.A vosotros jóvenes, os invito a retomar fuerzas para emprender nuevos proyectos. A vosotros mayores os pido que aportéis vuestra experiencia para ayudarles en este camino, arduo y difícil, pero necesario.Y a todos, hombres, mujeres y niños os ruego que saquemos de dentro lo mejor de nosotros, compartiendo y aportando nuestro granito de arena al bien común, valorando y aceptando más lo que nos une que lo que nos separa.

Y como final os invito a disfrutar de las oportunidades de entretenimiento y diversión que nos ofrecen las Fiestas Patronales antes de que seamos víctimas de la artritis, la ciática o cualquier otra de esas goteras que llegan sin avisar pero que nos dejan el cuerpo sin ganas de juerga.Asistir a los cultos a la Patrona; recorrer el ferial, los columpios y participar en las actividades del centro es seguir haciendo pueblo.Casetas como La Rejuntá, La Jarana junto con La Cucharita; La Asociación de Comerciantes y Empresarios y La Caseta Municipal son visitas obligadas en estas fiestas.

Mucho esfuerzo y dedicación requiere su montaje, su decoración… y tan solo para unos días. Pero más gratificante es compartir la alegría con los amigos y acoger con los brazos abiertos a los que las visitan. Gracias a todos.Que cada uno de vosotros jóvenes, mayores o niños vivan las fiestas a su manera. Pero por favor ¡¡Vividlas¡¡¡Quedan proclamadas las Fiestas Patronales de Atarfe 2.019¡ ¡Viva Atarfe! ¡Viva Granada! ¡Viva Andalucía! ¡Viva España!    
Curiosidades elvirenses.

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