COMO DECÍAMOS AYER… por JUAN ALFREDO BELLÓN
COMO DECÍAMOS AYER… por JUAN ALFREDO BELLÓN para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 01/09/2019
Como decíamos ayer… suele ser la frase con la que se empezar un discurso que enlaza con lo que se acabó diciendo hace un tiempo amplio durante el que se interrumpió forzosamente la comunicación. Así Fray Luis de León, cuando procesado y apresado por la Justicia, luego salió libre, empezó la primera clase tras su reposición como miembro del Claustro de profesores de la Universidad salmantina con esta misma frase (Como decíamos ayer…) Y yo, sin ánimo ni intención de compararme con el admirado sabio, profesor y poeta, comienzo así este artículo tras el voluntario paréntesis agostino durante el cual he guardado silencio digital en mi colaboración semanal con este medio.
No solía yo casi descansar por vacaciones veraniegas puesto que, como jubilata de la Enseñanza universitaria, descanso sine die y ad infinitum de mi trabajo profesoral antiguo al que le ofrendé los años de labor universitaria que fue el grueso de mi trabajo profesional pues no vengo colaborando en la prensa propiamente dicha más que a partir de 2003, coincidiendo con la última etapa laboral profesional y con la primera de retiro reglamentario, que se inició a primeros de octubre de 2016, cuando causé baja definitiva en la plantilla laboral del Departamento de Lengua Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada donde había ingresado como profesor numerario en octubre de 1968. Así debo entender mi despedida de la labor periodística a finales de julio de 2019 durante el mes de agosto próximo pasado que hoy rompo reanudando mi colaboración periodística hoy mismo y por eso el título Como decíamos ayer… con que encabezo la presente colaboración y me encuentro con que, tras este mes veraniego de acontecimientos tan latentes como anodinos por la inercia pasiva estival, las cosas siguen tan empantanadas en el verano granadino, andaluz y nacional como lo estaban a final de julio pasado, como es la inmovilidad en Granada, Andalucía y España, donde cuadran absolutamente y por igual los epítetos de inamovibles, atrancadas e inadecuadas a cualquier clase de evolución en el plano de lo político e institucional de acuerdo con los presupuestos esperados en el plano de lo previsible inmediato salvando los sobresaltos salutíferos de la carne mechada y del omeprazol infantil que parecen propios de la España Profunda anterior más que de la presente y futura. Y así, este es el día en que aún no se conoce la secuencia previsible en quién ostentará la alcaldíagranadina en los cuatro próximos años y hasta las próximas Elecciones Municipales y en qué secuencias cronológicas (si será los cuatro años de Ciudadanos o si será de dos años para Ciudadanos y los dos siguientes para el PP, como reclama insistentemente Sebastián Pérez por haberlo acordado así con Luis Salvador (quien no lo conozca que lo compre y ciruelo, te conocí); o si. tal como parece, se deja la solución del conflicto a una futura resolución de las respectivas Ejecutivas Nacionales dentro de los dos primeros años de mandato (y Luis agarrado al cargo como una lamprea, cuando se supondría la alternancia) Habrá se visto.
Y en lo nacional, cómo se resolverá la instancia política, si con la obtención (o no) de la mayoría necesaria para investir a Sánchez como Presidente o la convocatoria, en noviembre, de nuevas elecciones generales, y vuelta a empezar, cosa que preocupa y repugna cada día en que persiste el bloqueo cada vez a mayor número de españoles votantes de las hasta ahora supuestas mayorías. Y con los precios de la vivienda y los combustibles cada vez más altos y la bolsa cada vez más baja; y con el orden público en Barcelona, cada vez más deteriorado; y con el problema catalán cada vez más atascado. Y para qué hablar de la solución de la financiación autonómica, del pago de los atrasos pendientes, etc.
El caso es que España da una gran sensación de interinidad e incoherencia interna y que habrá que cambiar esas apariencias para enderezarlas si se quiere tranquilizar a los mercados internacionales y afianzar la confianza propia y ajena en nuestras instituciones, cumplida ya la mayor parte de la Transición política, económica, social y cultural, tareas tan necesarias como urgentes en las próximas fechas.