No son unas elecciones cualquiera
Nuevas elecciones. Las terceras en menos de un año. Sí, pero eso no nos puede producir ni hastío ni pereza.
Y es que pienso en las muchas generaciones que durante la Historia de España no pudieron ejercer el derecho al voto. Aquí quiero recordar que este derecho al principio de que los comicios existieran era algo exclusivo, habida cuenta de que era el sufragio censitario y tanto es así, que para conseguir este derecho muchos hombres y mujeres tuvieron que dejarse la vida para que otros, pudiéramos hacerlo. Y es que el pasado es la semilla y las plantas son el presente que ha germinado gracias a los que estamos hoy aquí.
Siempre he sido un firme defensor de la libertad, la democracia, los derechos y de la defensa a ultranza de todo tipo de bienes colectivos que hagan posible una sociedad mejor.
Dicen que la Educación tiene como base la casa, la familia y es ahí donde he sentido que era necesario luchar por aquello que nos haga mejores y para refrendar ese compromiso, hay que dejar constancia de ello votando aunque también lo podamos hacer manifestándonos en las calles
pero esto último, se consiguió gracias a que los representantes que
libremente elegimos nos dieron la oportunidad de poder expresar en todo
momento aquello que creemos que es justo aunque a veces, echo de menos
tener más decisión y unidad colectiva para avanzar en derechos
laborales, sociales y en aumentar en libertades que deberían ser
inherentes a la esencia humana.
Es por ello que me animo a escribir para dejar claro que debemos movilizarnos todos para que nuestra opinión siga contando, para dejar claro que la urna es la ventana más clara para poder expresar lo que sentimos y defendemos en nuestra vida diaria.
¿Y por qué defiendo esta idea? Porque si una persona no va a la urna, otra lo hará y decidirá qué tipo de gobierno quiere para nuestro país y podemos lamentarnos después de no haber ido a la urna por el hecho de que lo eligió esa otra persona, precisamente no era la opción que tú querías.
Digo en el título que no son unas elecciones cualquiera.
Primero porque hemos llegado hasta aquí porque no hubo acuerdo para que
se diera un gobierno progresista, un gobierno de Izquierdas que habría
hecho contrapeso a otro que divide España en ricos y pobres, en hombres y
mujeres de primera y de segunda y es que no es lo mismo contemplar la
España de los derechos que la España de las Derechas que es lo que
precisamente recorta.
Hay algo que quiero dejar claro también y es que no podemos exigir demasiado a un gobierno en funciones con un horizonte corto y que pende de un hilo a tener uno que sea estable, duradero y con capacidad de poder llevar a cabo las políticas que lleve en su programa. Y lo recuerdo para aquellos que siempre han hablado de eso de “programa, programa, programa” y que, sin embargo demostraron siempre en el pasado y ahora en el presente aunque sea en la sombra, que su intención es construir desde su atalaya un dique de contención a políticas que dicen defender, siendo el puente perfecto para que puedan pasar las ideas a las que “dicen” combatir. Sí, lo dicen pero nunca pasan a los hechos.
Entiendo que en Política como en la vida en general hay que ser generoso, sí pero la generosidad no puede confundirse con que a ésta le sigan actos donde más que gobernar eso sea estar a disposición por completo de aquel que te dio su apoyo.
España no puede perder más tiempo y es que tenemos retos importantes que afrontar como el cambio climático, las políticas de igualdad, la dependencia, la lucha contra el fraude fiscal, subir los impuestos de tal modo que pague más el que más tiene porque no hay país que avance si por dicho progreso tiene que fundamentarse en una bajada masiva de impuestos porque a menor recaudación, menor dinero para poder pagar la Educación, la Sanidad, las pensiones y demás cuestiones que hacen que un país sea mejor y más moderno. Claro que si pensamos bien, algunos viven mejor cuanto más retroceso hay porque eso indica que el rico será más rico y el pobre más pobre.
Y hablando de ricos y pobres y hasta de igualdad, no hay nada más rico e igualitario que el voto porque el próximo diez de noviembre lo único que nos pedirán para ejercer ese derecho es el DNI, el pasaporte o el carnet de conducir, no el nivel de renta, el credo religioso, si has estudiado o no, etc. y eso conviene recordarlo a quienes se creen que la gente debería poco menos que callar y asumir todo sin más. O sea, es como si nos quisieran decir que hay que comerse todo rapidito y sin masticar ni saborear. Pues no. Digamos claramente que nuestras ideas son tan nuestras que nada ni nadie puede entrar en ellas hasta el punto de cambiárnosla. Digamos claramente que los derechos conseguidos no pueden caer en el olvido jamás.
Y es que no hay nada más pobre políticamente hablando que decir a alguien que no pasa nada si no vas a votar, que da igual lo que votes y a quien votes porque en realidad, todos son iguales. Bueno, pues esos que dicen que todos son iguales, les invito a que se paren un poco y piensen si es igual la España actual que aquella que dejó Aquel que ha unido al señor Iglesias y a las tres Derechas el día que salió del Valle de los Caídos. Aquello me dejó perplejo y decepcionado porque la consolidación de la democracia pasa por no olvidar de dónde venimos para poder saber el lugar hacia dónde debemos de ir. Y es que ir hacia atrás aprendí que no puede hacer ni siquiera para tomar impulso.
Grita, quéjate, reivindica, pide, llena las calles (eso sí, sin violencia por favor) pero el próximo diez de noviembre también… ¡VOTA! y así, habrá sido inútil el esfuerzo del partido de la Gürtel y Bárcenas para que tú no vayas a las urnas. Ellos irán. Seguro.
Y es que como dijo George Jean Nathan “los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan” y hoy le añadiría a esta frase y esos malos gobernantes precisamente, son los que hoy se juntan en la Plaza de Colón
Por Diego Ruiz Ruiz
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