¿Es un anacronismo la discriminación por sexo en las escuelas?

Aunque parezca cosa del pasado, el modelo de escuela con alumnos de un mismo sexo separados de los del sexo contrario se mantiene en nuestro país. La polémica Ley Wert ampara este tipo de centros y ha reinstaurado las subvenciones estatales para ellos.

Muchos de los españoles mayores de 40 años se educaron en escuelas donde existía la discriminación por sexo. La llegada de la democracia propició que ese modelo educativo fuera desapareciendo de nuestras aulas, hasta quedar reducido a una pequeña minoría. En la actualidad, en España, alrededor de 75.000 alumnos estudian en centros donde se segrega a los estudiantes por sexo, de los cuales más de la mitad son colegios concertados y, casi todos, están vinculados al Opus Dei.

Los defensores de estos centros afirman que sus alumnos reciben una instrucción personalizada, que reduce las distracciones basadas en la diferencias de género entre niños y niñas. Explican que chicos y chicas tienen distintos modos de aprendizaje y maduración cognitiva, que además se alteran con el paso de los años, existiendo grandes diferencias en infantil, primaria y secundaria. Ponen como ejemplo que en el colegio, las chicas escriben antes y con mayor perfección, adquieren más vocabulario y leen con más facilidad que los chicos. Por el contrario, los críticos de la discriminación por sexo en la escuela condenan este tipo de educación por promover estereotipos de género perjudiciales, privando a los niños de la igualdad de oportunidades educativas.
Durante un tiempo, el Tribunal Supremo dictó sentencias prohibiendo financiar con fondos públicos a los colegios que diferenciaban por sexos alegando discriminación de género. La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, conocida como Ley Wert, que entró en vigor hace poco, dio la vuelta a esta situación ya que incluyó una cláusula para que los centros que habían perdido el concierto y por tanto el dinero público, en aplicación de varias sentencias judiciales durante los últimos años, lo recuperarán de forma inmediata. Avalando, de facto, a los colegios que sólo admiten a chicos o chicas por separado.

En cualquier caso, la polémica entre los defensores de la discriminación por sexo en las escuelas y sus opositores se mantiene y no sería extraño ver cómo cambia la ley, si otro partido que no sea el PP, vence en las próximas generales. En Encuestamos hemos querido trasladar esta disputca a 1.500 ciudadanos mayores de 16 años, procedentes de distintos rincones de la geografía española, que nos han dado su opinión sobre la discriminación por sexo en la escuela española.

Un escaso 6’7 % de los encuestados apoya la reforma del Gobierno y cree legítimo que este tipo de centros puedan ser concertados. Para un grupo ligeramente superior, el 11’1 % de los entrevistados, se trata de una opción educativa legítima pero siempre que sea en un marco privado y no sufragada por el Estado.
La inmensa mayoría, se conduce en una misma línea de oposición a la discriminación por sexo en la escuela. Un abrumador 82’1 % de los españoles creen que es algo arcaico que debería desaparecer.

A pesar del enorme porcentaje en contra de la segregación de los alumnos en las escuelas en función de su género. Al segmentar las respuestas por sexo y edad podemos ver que los jóvenes y los hombres se muestran más comprensivos con la existencia de este tipo de centros educativos que las mujeres y los ciudadanos mayores de 40 años.

A la vista de los categóricos resultados que arroja nuestra encuesta, parece que nos encontramos frente a uno de esos casos donde el Gobierno legisla de espaldas a la mayoría para favorecer a un grupo de presión con nombre y apellidos.

Sin entrar en prohibiciones que, en general, no conducen a nada. No resulta muy razonable que unos centros tan evidentenmente marcados por una ideología socioreligiosa concreta, reciban subvenciones públicas por hacer algo que va en contra de las ideas de la gran mayoría de los españoles.

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