Mujica: “No vinimos al mundo solo a trabajar y comprar”
El octogenario expresidente de Uruguay y todavía senador, José Mujica, pasó tres lustros en la cárcel durante la dictadura de su país. Aislado, solo y sin hablar con otra persona que no fuese él mismo, empezó a cambiar su visión del mundo. Pero antes, cambió la de sí mismo: “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo pero cometió el terrible error de no querer cambiarse antes a ella”.
Una catarsis vital sintetizada en una veintena de palabras que Mujica ha pronunciado en Córdoba, durante la inauguración del Congreso de la Sabiduría y el Conocimiento, organizado por la Cadena Ser y en el que participan, entre otros, Fernando Savater, Antonio Muñoz Molina o Elvira Lindo. Junto a Mujica se sentaron la presidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz, la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, los rectores de las dos universidades de la ciudad y el director general de la Ser, Vicente Jiménez. Una multitud, comparada con la celda de aislamiento y tortura en la que vivió en Uruguay. “Allí pensé que las cosas tienen un principio y un final. Y no. Lo que tiene un principio y un final, simplemente, es la vida. El resto es transitar”, explicó el miércoles, ante un grupo de periodistas e intelectuales, en la Posada del Potro de la Córdoba. “Esto, la vida, es un minuto y se va. Tenemos la eternidad para no ser y solo un minuto para ser”, se indignaba. Por eso, lo que más ofende hoy al exmandatario es “la poca importancia que le damos al hecho de estar vivos”.
Desde que el 1 de marzo este antiguo guerrillero tupamaro dejó de ser máximo responsable político de su país, ha viajado por el mundo. Sin querer, Mujica se ha convertido en un referente para muchos. “Tiene ventaja esto de ser viejo, porque de joven uno puede creerse en demasía estos elogios”, dijo anoche al abarrotado auditorio cordobés que le regaló largos aplausos. Su mensaje humanista, su forma de ser sencilla y accesible y su discurso claro han calado en el público. Especialmente en España, poco habituada a este tipo de perfiles políticos. “Pero yo no soy ni un filósofo ni un intelectual. Lo fui hasta los 25. Hasta esa edad lo leía todo, desde la guía telefónica a Séneca”, bromeó.
El filósofo romano nacido en Córdoba fue una constante en su charla. Su visión de la moderación, su concepción de la riqueza y la pobreza sirvieron a Mujica para hilvanar su visión del mundo. “Séneca nos decía no es pobre quien tiene poco, sino quien mucho desea. Y la tribu aimara añade pobre es el que no tiene comunidad. Estos son los valores que realmente importan”, subrayó. Y así puso en la diana a la economía de mercado y al sistema de crecimiento basado en el consumo. “Yo no planteo un atraso ni una paralización, solo lucho contra la identificación de que la felicidad es la capacidad de comprar cosas nuevas”. Para Mujica, uno de los terrores y errores del actual modelo social y económico es la “esclavitud” del trabajo. “No vinimos a este mundo solo a trabajar y comprar; vinimos a vivir. La vida es un milagro; la vida es un regalo. Y solo tenemos una”.