MADINAT ILBIRA:UN LUGAR APENAS EXCAVADO EN MIL AÑOS .Por Gabriel Pozo

Documento publicado en Ideal el 11 de Noviembre de 2002

Sabemos perfectamente que en el lugar existió una importante ciudad. Así lo atestiguan las referencias históricas escritas. ¿Cuánto de importante? Esto sigue siendo aún un misterio no desvelado por los especialistas, pero seguro que era la ciudad más importante de todas las existentes en lo que hoy entendemos como provincia de Granada puesto que es la más referenciada y la capital emiral.

Desde el punto de vista arqueológico se documentaron restos visigóticos ya en 1842, concretamente en el lugar conocido como Pago de Marugán. Nuevamente en 1868, cuando se abría la carretera a Alcalá la Real, antes de los Baños de Atarfe, se localizaron restos romanos y medievales en un desmonte. Pero no sería hasta 1887-88 cuando se practicara la primera excavación científica auspiciada por Manuel Gómez-Moreno: aparecieron importantes restos, hoy depositados en el Museo Arqueológico de Granada, que permiten localizar con cierto criterio el lugar donde se ubicaba la medina de aquella ciudad; apareció cerámica verde y manganeso, los restos de las lámparas de la mezquita de Medina Ilbira, estucos pintados con almagra, restos de cerámica romana y visigoda, además de un acueducto subterráneo (hoy llamado mina). Aquellas primeras excavaciones tuvieron lugar en el Cortijo de las Monjas, un poco por encima de las instalaciones actuales de Aceites Jimena.

Hasta 1998 no se practicó otra excavación sistemática. En esta ocasión se ubicó en el pie de monte del Cerro de los Cigarrones, junto a la A-92, en uno de los extremos de Ilbira; aquí aparecieron restos de viviendas, una calle y cerámica que permiten datar el asentamiento entre los siglos IX y X. En aquella ocasión los arqueólogos detectaron una deposición lenta de estratos, lo que hace sospechar que el traslado de sus habitantes hasta Granada fue lento.

Hace tan sólo dos años se acometió otra excavación de urgencia en el Cerro del Sombrerete. Aquí apareció abundante cerámica, clavos de puertas y algunas monedas.

Por si esto fuera poco, cada vez que se han abierto los cimientos de edificaciones en el lugar han aparecido muros y cerámica revuelta; el agricultor que más y el que menos ha desenterrado vestigios en alguna ocasión. Hasta el más lego del lugar sabe que bajo sus pies hubo algo importante. Diez siglos de desidia no han conseguido olvidar por completo los vestigios de una de las grandes ciudades tardorromanas, engrandecidas en épocas emiral y califal. Todo el mundo sabe en Atarfe y parte de Albolote que ese grupo de tumbas, aquel capitel, este plato y las muchas monedas son solamente afloramientos espontáneos de unas civilizaciones que tuvieron su ciudad y que, de la noche a la mañana, desapareció bajo los olivares y las sementeras. Con la ciudad se perdieron también las alquerías, las almunias y los castillejos. En parte fue a propósito, porque sus gobernantes decidieron en el año 1010 que el lugar no era seguro; que se avecinaban malos tiempos para las ciudades llanas y desprovistas de murallas. Y llevaban razón: se anunciaban cinco siglos de tiranteces. Desmontaron su capital Ilbira y reconstruyeron otra ciudadela sobre los restos abandonados de la vieja Ilíberis, a poco más de una legua. Murió Medina Elvira y nació Granada.

Por si esto fuera poco, cada vez que se han abierto los cimientos de edificaciones en el lugar han aparecido muros y cerámica revuelta; el agricultor que más y el que menos ha desenterrado vestigios en alguna ocasión. Hasta el más lego del lugar sabe que bajo sus pies hubo algo importante. Diez siglos de desidia no han conseguido olvidar por completo los vestigios de una de las grandes ciudades tardorromanas, engrandecidas en épocas emiral y califal. Todo el mundo sabe en Atarfe y parte de Albolote que ese grupo de tumbas, aquel capitel, este plato y las muchas monedas son solamente afloramientos espontáneos de unas civilizaciones que tuvieron su ciudad y que, de la noche a la mañana, desapareció bajo los olivares y las sementeras. Con la ciudad se perdieron también las alquerías, las almunias y los castillejos. En parte fue a propósito, porque sus gobernantes decidieron en el año 1010 que el lugar no era seguro; que se avecinaban malos tiempos para las ciudades llanas y desprovistas de murallas. Y llevaban razón: se anunciaban cinco siglos de tiranteces. Desmontaron su capital Ilbira y reconstruyeron otra ciudadela sobre los restos abandonados de la vieja Ilíberis, a poco más de una legua. Murió Medina Elvira y nació Granada.

¿Cómo fue aquella primera ciudad de Ilbira, capital de la cora del mismo nombre? ¿Qué queda de ella y de sus alquerías bajo los olivares de la ladera suroriental de Sierra de Elvira? ¿La destruyeron por completo sus habitantes para reconstruir Granada con sus piezas? ¿Quiénes eran aquellos Ilbirenses? Son muchas preguntas que aún no tienen respuesta. Las decenas de referencias epigráficas hablan de una ciudad importante, tanto si las buscamos entre los historiadores islámicos como en sus referentes cristianos. Pero el olvido ha sido tanto que hasta relativamente tiempos muy recientes no fue ubicada exactamente su medina por el erudito Manuel Gómez-Moreno. Éste descubrió la mezquita mayor -destruida en un incendio- y extrajo abundante cerámica de época califal. Hace tan sólo unos años fue identificado un arrabal de su periferia. Pero poco más. Ilbira, al contrario que otras ciudades yermas altomedievales de Al-Andalus, es la gran desconocida; existen completas referencias a Bayyana (Pechina), Saltis (Huelva), Vascos (Toledo), pero Ilbira queda en el olvido. Sólo afloramientos espontáneos, cuando se hace una carretera o cuando el arado hinca profundo, parecen reclamar ayuda para incorporarse a la Historia con la prestancia que se merece.

Un grupo multidisciplinar ha venido gestando desde hace años un ambicioso proyecto general de investigación para analizar Medina Elvira y su entorno desde el punto de vista arqueológico, fundamentalmente. La idea la ha hecho suya el Ayuntamiento de Atarfe -población nueva paredaña de la vieja Ilbira- y juntos se disponen a recorrer un camino que de partida se presenta ilusionante. El proyecto va a ser apoyado financieramente por la Caja General de Ahorros. Actualmente se encuentra pendiente de aprobación por la Consejería de Cultura.

El objetivo de esta ambiciosa investigación que se está gestando trasciende lo que es una simple excavación puntual: tratará de delimitar el área de ocupación del núcleo principal, sus poblamientos satélites, la evolución de los asentamientos históricos (hay referencias romanas, visigodas y musulmanas), su economía, etc.

Muy citada por árabes

Geógrafos e historiadores árabes citan en varias ocasiones la ciudad de Ilbira, capital de la cora (provincia del mismo nombre). Nada más comenzar la ocupación musulmana, en el 711, es mencionado un núcleo urbano -Gazela- que quizá se refiera a la Qastiliya visigótica. En este primer texto de Al-Razi aparece el término Ilbira referido a una circunscripción territorial en la que destacan dos entidades de población: Gazela, de carácter urbano, y Granada, como villa de los judíos, y núcleo de población más antiguo de la comarca. Otra crónica del siglo XI, de Ajbar Maymua, relata al toma de Elvira en 711 de la siguiente manera: «El destacamento que fue hacia Rayya (Málaga) la conquistó, y sus habitantes huyeron a lo más elevado de los montes; marchó en seguida a unirse con el que había ido a Elvira, sitiaron y tomaron su capital, y encontraron en ella muchos judíos».

Aquella ciudad tardorromana, anárquica en la época visigótica, con un poder central (Toledo) que le caía muy lejos y nada le decía, debió recibir con los brazos abiertos a los nuevos pobladores musulmanes. Debió engrandecerse en los periodos de paz de emirato y califato. No obstante, hay referencias a la preocupación de sus habitantes por la falta de defensas en los periodos de guerras civiles por los ataques que sufrían. A través del Muqtabis , de Ibn Hayyan, conocemos los nombramientos de algunos de los gobernadores de Ilbira efectuados por Abderramán II en Córdoba entre los años 796 y 847. Por esta obra se sabe que el lugar fue copado por familias damascenas, aunque su población seguía siendo en su mayoría muladí (de base cristiana).

La ciudad de Ilbira fue zarandeada por todos los bandos enfrentados en el contexto de guerras civiles y sublevaciones que sufrió la parte oriental andaluza con caudillos que se enfrentaron al poder de Córdoba. En el siglo X, Adberramán III pacificó la región y volvió a control directo de las instituciones califales. La importancia de Elvira queda plasmada, una vez más, sobre el papel al ser incluida entre las principales ciudades de la cuenca mediterránea existentes en el siglo X; Elvira figura en el plano del geógrafo Ibn Hawqal.

El siglo X debió ser de paz y prosperidad para la cora de Elvira, ciclo que finaliza con la caída de Almanzor en 1002 y el comienzo de la descomposición del Califato.

Pero sin duda que el testimonio más certero sobre la existencia de Ilbira como capital y su abandono en 1010 para refundar la Granada Zirí la ofrece el último rey de aquella dinastía, Abdalá, en sus memorias: El siglo XI en primera persona .

1010: Traslado

Medina Ilbira obró de cantera para el nacimiento de muchas poblaciones de sus alrededores, incluida al capital. A pesar de ello, en el siglo XVI todavía eran visibles los restos de la antigua capital, tal como lo cuenta Luis de Mármol Carvajal en su Historia de la rebelión y castigo de los moriscos en el reino de Granada . Fue muy habitual en aquel siglo la proliferación de buscadores de tesoros (como los que intervinieron en la aparición de los Libros Plúmberos) que escarbaban entre las ruinas en busca del oro del moro . A partir del siglo XVI, los terrenos de Ilbira entraron en cultivo y a mediados del siglo XIX había plantados en ellos un olivar.

Un lugar apenas excavado en mil años Un proyecto arqueológico pretende desenterrar al ciudad perdida de Ilbira

Fue la capital de la cora (provincia) en las épocas emiral y califal, siglos VIII-X.Sus habitantes la abandonaron en 1010 para refundar la Granada actual

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