Antonio José Salmerón es un joven artesano que está recuperando los innumerables usos del esparto.El esparto es un material resistente y biodegradable que no deja rastro en el planeta
Teje esparto desde pequeño. Comenzó como un entretenimiento haciendo pulseras o cuerdas para columpiarse. Una afición que Antonio ha convertido más que en un oficio, en una forma de vida. “Poco a poco fui aprendiendo las técnicas y los útiles que se utilizan para trabajar el esparto. Ahora hago productos tradicionales y también de diseño”, cuenta a NIUS Antonio José Salmerón. Este artesano de 23 años está convencido que, ante la amenaza del cambio climático, hay que buscar alternativas a los materiales más contaminantes, y el esparto puede ser una alternativa ecológica al plástico e incluso al papel.
Recuperando el esparto
Antonio es natural de Cieza (Murcia), tierra de esparto dorado y espigado que ocupa grandes extensiones de terreno. Un cultivo del que se exportaban grandes cantidades a Reino Unido, pero que en los años 50 acabó abandonándose cuando empezó a sustituirse por otros materiales. Ahora unos pocos están intentando recuperarlo. En su pueblo solo él y Pedro, un vecino de 80 años, se dedican a trabajar el esparto tanto en el campo, como en el taller. “Las administraciones públicas no hacen nada. Existen lo que se conoce como coros de esparteros que se mueven para dar a conocer el esparto y las numerosas utilidades que tiene”, comenta.
Una planta que, entre sus muchas ventajas, es fácil de cultivar. “Cuanto más se recoge, más crece y con más calidad”, explica Antonio. En su propia finca, situada en plena naturaleza y apartada de la civilización, tiene grandes extensiones de este material junto a plantaciones de cáñamo y a sus muchos animales como burros, gallinas o cabras. “La gente, sobre todo los jóvenes, se están dando cuenta de que esta planta está ahí, que hay otras formas de vivir y producir, y que puede ser también una alternativa de negocio”.
Material resistente y biodegradable
Una de las ventajas que ofrece el esparto es su resistencia, puede durar años y años. Pero su principal característica es que se trata de un producto biodegradable, que no supone ninguna amenaza para el ecosistema. “El esparto puede ser una alternativa real al plástico. Las bolsas de tiendas y supermercados pueden ser sustituidas por papel de esparto molido y no dejaríamos ningún rastro”, asegura. Sin embargo, Antonio reconoce que todo el proceso necesario para conseguir el esparto es más caro que producir plástico, aunque asegura que “el impacto en el planeta entre un material y otro es incomparable”. Por ello reclama un cambio de mentalidad. “La gente solo quiere cosas baratas sin importarle las consecuencias”, lamenta.
Cestas, alfombras y mucho más
Entre los diferentes productos que Antonio teje utilizando técnicas no escritas, que se han ido heredando entre artesanos durante siglos, están las típicas cestas y capazos que empezó vendiendo a tiendas a un precio muy económico. Poco a poco su inquietud y curiosidad le han llevado a realizar nuevos productos de diseño como alfombras y asientos que vende, a través de una pequeña empresa que ha creado, en países como Holanda, Bélgica o Estados Unidos. Junto a su labor empresarial, Antonio realiza numerosos talleres para enseñar las técnicas que ha aprendido y desarrollado. Además, monta exposiciones con sus creaciones en el Museo del Esparto de Cieza y allí donde reclaman su presencia. Convencido de que esta planta olvidada está más viva que nunca, Antonio está dispuesto a dar a conocer las innumerables bondades del esparto.
Carlos Plá
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