El agua tiene un papel clave en la reducción de la pobreza, el desarrollo de los territorios y la sostenibilidad ambiental

Un año más, el 22 de marzo, se celebró el Día Mundial del Agua con el objetivo de crear conciencia sobre los 2.200 millones de personas que viven sin acceso a agua potable y buscar soluciones que estén alineadas con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: agua y saneamiento para todos en 2030. Está claro que el agua es fundamental para el progreso socioeconómico, la energía y la producción de alimentos, los ecosistemas saludables y para la supervivencia misma de los seres humanos. Además, es parte crucial de la adaptación al cambio climático y el vínculo indispensable entre la sociedad y el medioambiente.

Este año, Naciones Unidas (ONU) nos invita a reflexionar sobre el cambio climático y su relación directa con la gestión del agua. Debemos entender que el uso que hagamos del agua será fundamental a la hora de reducir las inundaciones, las sequías, la escasez y la contaminación, y ayudará a combatir el cambio climático. Además del ODS 6, este año cobra mayor relevancia el ODS 13: Acción por el clima y el ODS 17: colaboración público-privada para unir esfuerzos e impulsar alianzas que ofrezcan soluciones en la gestión sostenible del agua que tengan en cuenta tres dimensiones: la social, la financiera y la medioambiental.

La innovación y la tecnología son importantes para reducir la huella de carbono.

Formar parte del cambio

Según datos de la ONU, la disminución de los recursos de agua dulce será de un 40% para el año 2030. Por su parte, el Informe Mundial de la ONU sobre Recursos Hídricos (2018) prevé un aumento en la demanda del agua de entre el 20% y el 30% para 2050. Estos datos nos podrían llevar a una crisis mundial del agua. Para ello necesitamos generar soluciones, medidas y hechos concretos que impacten en la consecución de los ODS.

 

 

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