Cada año se vierten en nuestros océanos unos 13 millones de toneladas métricas de plásticos. Para hacerlos más resistentes, esos plásticos suelen contener aditivos que luego pasan al mar, alterando así los ecosistemas marinos. Cristina Romera trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona investigando ese proceso de degradacion para buscar una solución al problema. “Cuando el plástico entra en contacto con el agua de mar suelta compuestos de carbono orgánico. Mi trabajo se centra en estudiar esos compuestos, a dónde van y si afectan a las reservas de carbono ya presentes en el océano”, explica. Por ese trabajo fue hace unos días reconocida como una de las quince jóvenes investigadoras más prometedoras del mundo por el premio International Rising Talent, otorgado por el programa L’Oréal-Unesco For Women in Science.

¿Qué supone para el medio ambiente esa liberación de carbono orgánico en el agua?

En el océano ya hay, de forma natural, reservas de carbono orgánico generadas por el fitoplancton, que son algas microscópicas. Parte del carbono que desprenden estas algas ha ido acumulándose durante cientos de años hasta llegar a las 700 gigatoneladas. Empecé este estudio para saber si el plástico estaba contribuyendo a aumentar esta cantidad de carbono orgánico que ya había en el océano. La respuesta es que sí y de forma importante. Hemos calculado que el plástico suelta cada año 23.000 toneladas de carbono al mar, y creemos que es una cifra conservadora. En realidad, seguramente sea mayor. El motivo es que hemos hecho los experimentos con plástico nuevo, pero es probable que a medida que el plástico se degrada vaya soltando más compuestos, porque pierde la protección que tiene cuando es nuevo. En cualquier caso, si comparamos esas 23.000 toneladas con las 700 gigatoneladas ya presentes en el océano, parece una cantidad pequeña. Pero hemos observado que en ciertas zonas muy contaminadas, en torno al 10% del carbono del agua viene del plástico. Esto quiere decir que está alterando el ecosistema a escala local. No sabemos todavía la magnitud de la implicación medioambiental. Sabemos que el plástico altera el ecosistema, que afecta a la reserva de carbono y a los microorganismos. Ahora se necesitan más estudios para saber cuál es su impacto.

Que los peces ingieran esos microplásticos parece uno de los riesgos más evidentes.

Claro, porque, además, nosotros nos comemos luego ese pescado. Es cierto que la mayoría de los plásticos que se han encontrado en los peces están en el estómago y es una parte que no comemos. Pero no sabemos si también pasan de alguna forman a los tejidos. Además está el tema de los aditivos, que pueden suponer hasta el 60% del plástico. Estos aditivos que se sueltan en el agua del mar también pueden soltarse en el interior de los animales y pasar a los tejidos. Sabemos que estamos comiendo plástico, porque hay estudios que han detectado esos compuestos tanto en heces como en orina. Lo que todavía no sabemos es lo nocivo que es eso.

¿Somos conscientes de  la magnitud del problema del plástico en el mar?

Al año se vierten unas 13 millones de toneladas de plástico al mar, pero de esa cantidad solo se ha contabilizado un 1%, que es la cantidad que flota. Esto quiere decir que el 99% restante está perdido, no sabemos bien dónde está: o está sedimentándose, o ha llegado al fondo o lo han ingerido los peces. Además, como las redes que se utilizan para muestrear el plástico son de 200 micras, todo el plástico inferior a ese tamaño tampoco estaría contabilizándose. Puede haber mucho nanoplástico que no estemos detectando. Lo que vemos del problema es solo la punta del iceberg.

¿Sería posible devolver a los océanos a su estado natural?

Sería posible sí hiciésemos algo ya, evitado que el plástico siguiera llegando al océano. Con el tiempo, al final todos los sistemas se regulan, aunque evidentemente sería muy difícil limpiar todo el plástico que ya hay en el mar. No sé cuánto tiempo tardaríamos en volver al estado anterior, porque ni siquiera sabemos cuánto plástico hay y hasta dónde ha llegado.

¿Qué podemos hacer para frenar esa contaminación?

Todos tenemos una responsabilidad, tanto los ciudadanos como los políticos. Para empezar, podríamos reducir el plástico de un solo uso. Cuando se hace limpieza en las playas, cerca del 70% del plástico que se encuentra es de un solo uso. Si redujéramos ese consumo se reduciría mucho la contaminación. También los supermercados, que lo envuelven todo con él, lo tendrían que reducir. También se podrían  mejorar las infraestructuras para evitar que siguiera llegando al mar, porque lo hace por tierra, a través de los ríos, de las plantas de aguas residuales, etcétera.

¿Y el reciclaje?

Lo mejor que podemos hacer es no generar residuos, porque reciclar también tiene un impacto, aunque obviamente hay que hacerlo. Además, hay que tener cuidado con el plástico biodegradable, que mucha gente utiliza como sustituto del otro pensando que es mejor. Pero tampoco se biodegrada en cualquier lugar. Depende del tipo, el plástico biodegradable se degrada a unas condiciones de temperatura que normalmente no se alcanzan ni en el mar ni tampoco en un vertedero. He visto gente usando vasos de plástico biodegradables y tirándolos como si nada, y claro que importa, es un impacto medioambiental más.

¿Existe en la actualidad alguna alternativa real al uso de plásticos?

Con la demanda tan grande de plástico que hay, cualquier cosa que usáramos como alternativa sería un problema. Si en su lugar utilizásemos papel o cartón, también sería un problema. Hemos vivido sin plástico hasta hace cincuenta o sesenta años, así que en realidad se puede hacer, lo que pasa es que nos hemos acostumbrado a ello porque es más cómodo. Hay que cambiar esa conciencia. Más que buscar sustitutos del plástico, hay que reducir su uso. Tenemos que acostumbrarnos a las cosas reutilizables. En las fiestas de barrio y los festivales de Barcelona han empezado a dar vasos de plástico duro reutilizables por un euro que luego te devuelven al devolver el vaso. Ha funcionado muy bien, no se veía ni un vaso por el suelo.

¿No será que también estamos más concienciados?

Hay mucha gente que se está concienciando, está habiendo un cambio, aunque no es el caso de todo el mundo. Tampoco hay que ser apocalípticos, pero sí darnos cuenta de que hay que cambiar las cosas. Yo siempre digo que no está todo perdido, podemos revertir la situación, pero debemos hacer algo ya.

También se habla mucho ahora del problema de la escasez de mujeres en las carreras STEM. ¿Alguna idea para despertar su interés?

Depende de las carreras. En informática o las ingenierías sí empiezan menos mujeres, pero en química, en biología, en ciencias del mar y en ciencias medioambientales hay más mujeres que hombres. De hecho, en mi grupo todas son mujeres. Aunque los que luego llegan a los altos cargos son hombres. En la carrera de investigadora las mujeres abandonan más que los hombres. Luego hay otro problema, y es que estamos intentando fomentar la vocación entre los jóvenes cuando luego no hay trabajo para los científicos en España. Hay gente muy brillante yéndose fuera. Me parece una cosa cuando menos curiosa. Está muy bien interesar a la gente en la ciencia, pero también habría que mejorar la carrera científica.

Marina Segovia

https://www.mujeresaseguir.com/social/noticia/1158454048615/no-sabemos-99-del-plastico-hay-mar.1.html?fbclid=IwAR1lH6zBBnVgLsbySnqiu6U8C3iVA4e_18z7Cbd-DK-JG7xVLgoqoYKzvNM