22 noviembre 2024

Elizabeth Duval: «Mezclar alta y baja cultura es un privilegio de clase»

Desde los 14 años está acostumbrada a contarse. Después de artículos, apariciones y ensayos, se ha convertido en una de las referentes culturales de su generación. La pandemia del coronavirus le ha pillado en plena promoción de Reina, su novela que edita Caballo de Troya.

En tiempos de confinamientos y cuarentenas, Reina es un paseo por el París universitario que ella, como estudiante de filosofía transitaba antes del coronavirus. Duval analiza lo contemporáneo, las luchas feministas, el movimiento trans, el amor, la importancia de la clase, la crisis de la izquierda o Bad Bunny.

¿Es una novela identitaria? ¿Qué aporta la autoficción, un género que últimamente todo el mundo quiere utilizar, desde el mismo Almodóvar?

Si es una novela identitaria, más allá de hablar de categorías identitarias inmutables, más bien son como relaciones, dónde es la posición que se ocupa en esa relación. No la llamaría una novela identitaria, no me parece lo importante. En el caso de la autoficción yo quería deconstruir esa capacidad de la autoficción desde la misma autoficción y criticar esos dispositivos del yo que se han popularizado tanto últimamente. Has citado a Almodóvar, creo que en su caso es más genuina o más sincera la autoficción.

¿Por qué?

En Reina hay una construcción muy deliberada de entablar una relación con la lectora para que no sepa qué es verdadero o qué es mentira. Mientras que en Dolor y Gloria es distinto. Aplicado a la escritura y a los dispositivos de escribir es otra cosa.

Tú has estado expuesta a los medios de comunicación y a las redes sociales desde los 14 años, ¿cómo se lleva eso? ¿implica madurez o costumbre?

Implica madurez y a base de soportarlo con el tiempo, te vas endureciendo. Por ejemplo, saliendo en el Intermedio a los 14 o en El Mundo a los 16 o siendo portada de Tentaciones, tienes una avalancha de comentarios tránsfobos y homófobos. Y eso te preparada porque tienes que estar preparada, los haters van a estar ahí, no hay nada que hacer.

En Reina hablas también de todo el ambiente de manifestaciones, protestas, en el París actual, donde estudias, con los chalecos amarillos, con otros movimientos… ¿Cómo ves a la izquierda francesa? ¿Ha conseguido articularse?

Me cuesta denominar a los chalecos amarillos de izquierdas o de derechas. Es un movimiento complejo que surge de la precarización de partes de la Francia abandonada que no es París. Yo creo que está muy disgregada la izquierda francesa. En Francia tienes una segunda ronda de elecciones donde la cosa está entre Macron, que es liberal y Le Pen que es extrema derecha. Por eso, tienes muchos grupos que convocan manifestaciones y cada uno de ellos cree que eso es el inicio de la revolución y que despertará a Francia. Me parece muy loable, pero también que hay mucho idealismo, que cada vez que llega un movimiento va a estallar por los aires, luego no estalla, luego pasa muy poco en realidad.

Vives la política con intensidad. Cuentas en la novela que vas a votar y esperas las noticias desde París sobre la noche electora… ¿Cómo está en España el movimiento de izquierdas con un gobierno de coalición?

Muchas de las manifestaciones en España se dan por motivos distintos. No tenemos chalecos amarillos, pero la fuerza del movimiento feminista, por ejemplo, es una cosa que no tiene Francia. Las noches electorales las he vivido con amigas en Francia, hay un momento divertido en el que yo digo que lo que quería con Vox es que ganara y nos fuéramos al abismo, al desastre. Pero sí se ha visto con cierta positividad, teniendo en cuenta el peligro de que se institucionalice este movimiento. Pero siempre ese movimiento es más poderoso contra el gobierno que contra la oposición. Escribir contra la oposición te quita el aspecto sexi. Ese es un riesgo que se corre teniendo a un gobierno de coalición, que desmovilice al movimiento de izquierdas.

Quizá el gran debate dentro de la izquierda y del feminismo haya sido lo trans, como vimos en el 8M, ¿Qué está pasando con esto? ¿Por qué hemos derivado en esa situación de violencia verbal?

En estos temas ha habido una tremenda simplificación y violencia alrededor del debate, porque no se ha querido realmente de forma genuina implantar un debate sobre esto. Se han vertido acusaciones de un lado y de otro, se han hecho artículos y textos ultravioletas que construyen hombres de paja, hablando de la teoría queer como una cosa monolítica que está unida y es uniforme y contemplando a lo trans como si se pudiera analizar en conjunto. ¿Qué tiene que ver Paul B Preciado con una mujer trans mayor que ejerce la prostitución? ¿Qué tiene que ver? Para mí hay poca relación y no se puede analizar con brocha gorda, no tiene sentido analizar la violencia que sufren esas dos personas como si fuera la misma. Genera una relación mucho más complicada que no se puede analizar de la misma manera.

La identidad marcada por la clase es algo que está muy presente en el libro, desde el vino que consumes en el Lidl, hasta el encuentro con Paul Preciado, un referente que ya está en otro nivel. Pero además el tema de la clase lo concibes como angustia por no saber si perteneces o no, si entras o sales… ¿es un poco algo generalizado?

Esa liquidez y esa complejidad de los posicionamientos sociales provocan, a nivel de cuáles son tus luchas, un cúmulo de angustias y ansiedades. ¿Puedo yo llamarme esto o sentirme esto? ¿Puedo sentir que esta manifestación es mía? Y más en mi caso viniendo de mi país. Por más que yo viva en Francia, nada de lo que piden los chalecos amarillos en esas manifestaciones me va a afectar, como estudiante española. Soy española, europea, estudio en París I, ya implica un privilegio. Y ese privilegio no es que te deslegitima para hablar de las cosas, pero sí que cambia y modifica el posicionamiento que se tiene, modifica esas relaciones sociales y esas cadenas de poder y jerarquías.

Estudias filosofía… ¿qué puede hacer la filosofía en estos momentos?

Puede llevarlas a un terreno de debate serio

¿Se puede debatir de manera seria en España?

Yo quiero creer que sí, a lo mejor peco de optimista. En Twitter no, pero en este país sí. Con la filosofía se puede debatir de cosas serias sobre el sujeto del feminismo, sobre el género. Que es la voluntad de todos esos artículos que al final han acabado en ejercicios de violencia. Si para algo puede servir la filosofía para mí es para generar diálogo.

¿Se puede leer a Butler a los 16?

Es una ida de olla… no lo recomiendo

Citas a Butler, Foucault, pero siempre has defendido o participado de la cultura televisiva, digamos la cultura popular, pasaste incluso por First Dates… ¿qué aporta esa mezcla? ¿Es inevitable?

También incluso en esa defensa del mestizaje de la cultura popular con la, digamos, alta cultura, hay una cuestión de clase. Quiénes podemos permitirnos mezclar la alta cultura con la cultura popular, somos precisamente quiénes pertenecemos a una élite cultural, tenemos capital social y podemos manejarnos en esos entornos y casi gentrificar la cultura popular. Estamos operando incluso un proceso de gentrifricación. No puedes cegarte solamente a los desarrollos de la cultura popular, pero con esa mezcla se ve también que tenemos múltiples esferas en las que actuamos constantemente. No somos aquello que somos en la universidad, sino también somos la música que escuchamos cuando vamos de fiesta. Yo estaba contentísima yendo de fiesta en París y que pusieran Bud Bunny.

Reina es también un tratado sobre el amor, el desamor, las relaciones… ¿es un retrato generacional?

Creo que hay una cosa más trascendental en el tiempo. Muchas novelas han sido dramas burgueses sobre el amor, la vida entera de la gente burguesa, que es lo que Madame Bovary. Por eso hay referencias a Madame Bovary en Reina. Yo creo que cambian ciertas concepciones, no tanto del amor porque no hemos superado ese marco de pensamiento que ya empleaba Petrarca, pero sí la poligamia o el poliamor, y la teorización de estos temas sí es más generacional. Pero los dramas y el amar mal, yo creo que eso ahí.

 

PEPA BLANES

FOTO: Elizabeth Duval / CEDIDA