La “rebelión de las canas” hace recular a Macron en la prolongación del confinamiento de los mayores

El Gobierno francés rectifica y asegura que no obligará a personas con más de 65 años a permanecer confinadas tras el 11 de mayo

Fue sugerirse la posibilidad de que a partir del 11 de mayo, día fijado en Francia para comenzar el desconfinamiento, los mayores de 65 años y las personas con patologías graves tendrían que seguir encerrados en sus casas por tiempo indefinido y la indignación estalló. ¡Inadmisible! ¡Discriminación! clamaron figuras francesas que han alcanzado ya la tercera edad. Pese a ser conscientes de que son la población más vulnerable ante la covid-19, que ha causado ya más de 19.000 muertos en Francia, en su gran mayoría mayores, el ensayista y economista Alain Minc llegó a advertir de una “rebelión de las canas”. En vista de que el tono no paraba de subir, el presidente, Emmanuel Macron, ha querido zanjar la discusión asegurando que no se tratará de una medida obligatoria. Pero la polémica sigue coleando, sobre todo en vista de que se carece aún de una estrategia clara para este segmento de la población nada desdeñable —unos 18 millones de franceses se verían afectados— de la población.

En medio del quebradero de cabeza que supone comenzar el desconfinamiento de 67 millones de personas que llevarán casi dos meses encerradas en sus casas cuando llegue el 11 de mayo, el origen de este acalorado debate fueron unas declaraciones del presidente del consejo científico que asesora a Macron, Jean-François Delfraissy.

“Deberán continuar el confinamiento”, comentó Delfraissy ante el Senado el miércoles, en alusión a las personas mayores de 65-70 años, que son las más vulnerables, así como las que tienen una patología grave o problemas de obesidad, una parte de la población que suma unos 18 millones de individuos y en la que está incluido el mismo, por tener 71 años. «Por cuánto tiempo, no lo sé, quizás habrá que esperar a que haya un tratamiento preventivo”, prosiguió el presidente del consejo científico. Dado que no se espera que haya una vacuna hasta bien entrado 2021, las alarmas no tardaron en saltar.

Para Alain Minc, que acaba de cumplir —en pleno confinamiento— 71 años, esta medida atenta contra las libertades individuales y podría ser discriminatoria. “Hay que razonar un poco. ¿Son los viejos los más contagiosos? No. ¿Son los que más riesgo corren? Sí. Pero asumir un riesgo forma parte de la libertad individual”, sostuvo en declaraciones a la emisora France Info, donde advirtió de que, de no recular, el Gobierno iba a ver cómo “aumenta fuertemente la rebelión de los viejos, la revolución de las canas, en las próximas semanas”. Desde las páginas de Le Figaro, la psicóloga y autora Marie Hennezel, de 73 años, calificó esta barrera de edad “tan arbitraria como injusta, discriminatoria y anticonstitucional”.

“Que se aconseje a las personas mayores y frágiles que sigan protegiéndose es algo que nadie rebate (…) Pero solo puede ser algo basado en la responsabilidad personal. Que se obligue a los mayores activos, muchos de los cuales siguen trabajando, a permanecer confinados cuando su salud es buena y no presentan ninguna otra patología, es otra historia y eso no será aceptado”, advirtió a la par que reclamaba un “debate ético” sobre la materia.

No ha hecho falta ir tan lejos. Aunque fue el propio Macron quien, en su discurso del lunes evocó la necesidad de que las personas más vulnerables “permanezcan confinadas después del 11 de mayo, al menos en los primeros momentos”, la noche del viernes quiso zanjar la polémica. Según hizo saber el Elíseo, el presidente “no desea una discriminación” de las personas mayores o frágiles y “llamará a la responsabilidad individual”.

Unas declaraciones que han calmado las aguas, sin despejar todas las incógnitas, a la espera de una estrategia más definida. Por eso hay expectación por ver qué dice este domingo el primer ministro, Édouard Philippe, que tiene previsto pronunciarse junto con el ministro de Sanidad, Olivier Véran. Lo que sí han dejado ya claro las autoridades es que los ancianos alojados en residencias de la tercera edad —que comenzaron el confinamiento antes de la fecha oficial, a pesar de lo cual han registrado un tercio de los fallecimientos por coronavirus— deberán probablemente seguir resistiendo sin poder salir ni recibir visitas de familiares, una situación que hace temer el empeoramiento de otras enfermedades.

FOTO: Un trabajador de una residencia en Thises, en el este de Francia, acompaña a una anciana en su paseo por el jardín del centroSEBASTIEN BOZON / AFP

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