«Tras el verano, los que deberían ir a clase presencialmente son los niños que no tienen Internet, hay que compensar las desigualdades»

Estaba escrito en los genes de Juan de Dios Prieto (Granada, 1962) que sería maestro. Su padre y su madre también fueron docentes y él heredó la vocación de enseñar. Como a todos, la abrupta invasión del coronavirus le pilló por sorpresa y tuvo que adaptarse personal y profesionalmente. Lo ha logrado sin demasiados sobresaltos. «Es todo muy raro, pero no he pasado miedo. Mi familia y yo apenas salimos. Osomos muy tontos o muy disciplinados», comenta.

En esta entrevista, el director del colegio de Infantil y Primaria Nazaríes de Armilla se asoma al balcón de su experiencia para tratar de vislumbrar cómo será la escuela que ha engendrado la pandemia.

–¿Cómo cree que influirá esta situación tan insólita de la pandemia en los escolares?

–Es algo totalmente nuevo para la vida de los colegios. Llevo trabajando como maestro 37 años y nunca se había producido una suspensión de las clases como esta. Hubo alguna por luto, pero solo fueron dos o tres días. Los alumnos, al principio, se han quedado encantados al no tener que madrugar, no tener obligaciones, pensar que no tenían que hacer tareas, etc. A los pocos días ya echaban de menos la relación física con sus compañeros, con la rutina del colegio, con salir de casa, etc. Han estado muy nerviosos con la responsabilidad de hacer unas tareas educativas para las que nadie les había preparado. Usando unas herramientas que no son las que usan en el colegio, y teniendo acceso a la información de una forma distinta a la anterior. Hasta ahora la fuente de información para los alumnos de Infantil o Primaria venía del maestro. Ahora, se han dado cuenta de que los contenidos escolares, además de venir del maestro, los encuentran en Internet, en sus padres y sus madres, en los periódicos, etc. Es un cambio muy grande de perspectiva.

–Pero seguro que se han adaptado pronto, son ‘digitales’…

–Una vez que se han acostumbrado al confinamiento y han entrado en ‘modo rutina’, se han hecho a las herramientas tecnológicas y ya no dependen tanto de sus padres para poder seguir las docencia virtual con el profesorado. Son capaces de conectarse solos. Esta experiencia va a suponer que el alumnado sea más autónomo. Va a darse cuenta que los contenidos no solo los imparte el maestro, que las fuentes de información son muchas. El papel del maestro se va a centrar en guiar al alumno en ese proceso de aprendizaje, en esa búsqueda de información. La adquisición de alguna competencia básica, desde esta perspectiva, es más rápida en esta nueva etapa, ya que no tiene la ayuda inmediata del maestro. El periodo de prueba y de aprendizaje ya lo están pasando y superando nuestro alumnado con creces.

–¿La adaptación es general o hay alumnos con dificultades?

–La dificultad principal con que nos encontramos es que hay un tanto por ciento de familias, entre el 10 y el 20%, que no tienen acceso a las herramientas tecnológicas. Además, los progenitores se encuentran perdidos para ayudarles. Esa será una tarea a la que tendrá que dar respuesta la administración educativa. Y es una responsabilidad suya.

–¿Y a usted, en qué le ha cambiado profesionalmente la Covid-19?

–Organizativamente, me ha cambiado radicalmente. He tenido que cambiar el despacho de casa para convertirlo en despacho del colegio. También se ha convertido en sala de reuniones virtual con toda la comunidad educativa. Hemos tenido que aprender en casa a organizar temporalmente los espacios con Internet para programar las tareas académicas entre mi mujer, mis hijos y yo. El dormitorio de mi hijo se ha convertido en un lugar de su clase, mi hija ha utilizado el salón el teletrabajo y mi otro hijo se ha ido a la habitación más apartada para poderse conectar por videoconferencia con sus compañeros de trabajo…

–Y a nivel personal, ¿también ha notado cambios?

–Personalmente, este confinamiento me ha cambiado la forma de ver la vida. Echo de menos el contacto físico con los alumnos, con las familias, con los compañeros, con mi familia que vive fuera, con mis amigos… Vamos a valorar mucho más las relaciones personales.

–El profesorado también ha tenido que adaptarse…

–Al profesorado, la suspensión de la docencia presencial nos cogió con el pie cambiado. Hemos tenido que reconvertirnos en la forma de dar clase, en la forma de relacionarnos con nuestros alumnos y sus familias, con nuestros compañeros, con las instituciones, etc. Pero antes del confinamiento, mi colegio había trabajado mucho en la implantación del uso de la red para aprovechar los recursos didácticos que nos ofrece. Acabábamos de implementar en el centro una plataforma educativa de Google For Education, llamada GSuite, cuya impulsora ha sido la maestra Alicia, responsable en el centro del Programa TIC 2.0. Gracias a eso, hemos puesto a disposición del claustro las herramientas necesarias para la docencia no presencial. Gracias a Dios, nuestro colegio ha estado preparado. Tengo que agradecer la dedicación, tiempo y esfuerzo que ha realizado todo el claustro de profesores del centro para adaptarse a esta situación, porque no todos estábamos capacitados para poner en práctica estas nuevas herramientas.

–Si la vacuna tarda (o la curación mediante algún fármaco), los expertos afirman que el coronavirus ha venido para quedarse, parece evidente que tendrá que haber menos alumnos por clase…

–Creo que una vez que hemos tenido que aprender a pasar esta situación sí o sí, ya es más fácil todo. Para septiembre, quedan cuatro meses. Y no sabemos cómo se comporta el virus y cómo le afecta el calor extremo de Andalucía en verano. Si el coronavirus continua entre nosotros al finalizar el verano, la prioridad educativa está en aquellas familias que no tienen Internet. Quizás sean los que deban acudir presencialmente a las escuelas si no se les facilitan los medios. En una sociedad que busca la equidad en la educación y compensar las desigualdades, creo que esta sería la primera medida a aplicar.

–¿Cree que habrá más ‘tele-escuela’, por decirlo de alguna forma?

–La escuela presencial no desaparecerá nunca. La escuela cumple un papel educativo evidente, pero también socializador. La relación humana del maestro con su alumno, sobre todo en los niveles no universitarios, es fundamental. La necesidad del alumnado de relacionarse con sus iguales hace que no se pueda eliminar esa presencialidad de la práctica educativa. Pero es verdad que vivimos en un mundo globalizado e interconectado que hace que necesitemos de las tecnologías de la Información y la comunicación, que sepamos utilizarlas y que las integremos en nuestra práctica docente.

–¿Sufrirá la escuela pública con la crisis económica que dicen que se avecina?

–La escuela sostenida con fondos públicos juega un papel esencial, y debe dar cobertura al cien por cien de la población en edad escolar, como lo garantiza la ley. Si como hemos expuesto anteriormente, la brecha digital se encuentra en el alumnado sin acceso a la red y dispositivos, lo que deben de hacer los poderes públicos es dotar, responsablemente, de dichas herramientas a la escuela; y estudiar la manera de dotar a aquellas familias en situación de dificultad extrema, en riesgo de exclusión social del acceso a estos recursos: préstamos, bibliotecas municipales, apertura de los centros por la tarde, etc. Si la crisis es profunda, como parecen indicar algunos datos, el gasto en educación puede verse afectado

–¿Cómo será la Granada postpandemia?

–Tendremos que aprender a ser más creativos para poder salir adelante. Las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías e Internet son impresionantes. Cada día aparecen nuevas formas de trabajo y nuevos trabajos. Las carreras universitarias deben adecuarse a esta nueva realidad. Ya vemos por las noticias como el teletrabajo es una fórmula laboral para determinados puestos de trabajo en diferentes países, que la utilizan de forma habitual. En un mundo tan globalizado y competitivo, como perdamos este tren, nos pasará por encima. Además, valoraremos mucho más lo que tenemos, nuestras costumbres, nuestros paseos, nuestros monumentos, nuestra Sierra, nuestros bares y terrazas, nuestras tapas, nuestros amigos y familiares… y deberemos acostumbrarnos a cuidar la higiene, el lavado de manos, usar la mascarilla. Ydesde los colegios de Infantil y Primaria debemos preparar a nuestro alumnado a ser competentes en la sociedad y a que sepan utilizar responsablemente las nuevas tecnologías que dan acceso al conocimiento.

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