La región euromediterránea necesita construir una estrategia de desarrollo basada en el impulso de economías locales, regionales y circulares como motor de un crecimiento sostenido y a la vez sostenible.

Ya no hay ninguna duda, la pandemia nos ha empujado a una nueva era. Debemos preguntarnos cómo la región mediterránea, y el mundo, pueden unirse para salir de la crisis global, más fuertes y resilientes. El estallido de la covid-19 es sin duda una de las mayores crisis a las que nos enfrentamos en más de un siglo y sirve como un recordatorio descarnado e inflexible de la necesidad de una mayor cooperación a través de nuestras fronteras, entre sectores y entre ciudadanos y sus representantes.

En términos globales, la OCDE estima que por cada mes de confinamiento, habrá una pérdida del 2% en el crecimiento anual del PIB y se espera que el impacto económico por sí solo sea peor que la recesión de 2008. Esta realidad resulta sin embargo más inquietante para la región del Mediterráneo, donde las condiciones de fragilidad y exposición son más acuciantes. Al igual que los efectos dominó de las enfermedades infecciosas, las dificultades económicas y los impactos del cambio climático no conocen fronteras. De hecho, la amenaza que supone este último para la salud y la riqueza es especialmente más intensa en la cuenca mediterránea, donde el calentamiento avanza un 20% más rápido que la media mundial.

Pero los desafíos de esta complejidad —las pandemias mundiales, el cambio climático y el consiguiente impacto económico— no pueden ser resueltos uno a uno ni abordados de manera independiente. Tampoco deberíamos pretender hacerlo. Existen claros vínculos entre todos ellos, empezando por la forma en que ponen de manifiesto las desigualdades existentes afectando más a las poblaciones y economías vulnerables.

Debemos aprovechar la oportunidad para crear sociedades inclusivas que garanticen que los jóvenes y las mujeres puedan desarrollar su potencial como agentes de cambio y contribuyentes a la economía de la región

Las comunidades incapaces de aislarse debido a las condiciones precarias de sus viviendas contribuirán a un aumento en las tasas de infección. La presión sobre los sistemas de salud pública mermará los recursos de la economía que, de otro modo, podrían invertirse en la mitigación del cambio climático. Y así, la lista continúa. Y es por ello que la resiliencia debe forjarse mediante un enfoque holístico que impulse la recuperación ambiental, social y económica al mismo tiempo. También es necesario proporcionar una respuesta colectiva ante estos desafíos globales, lo que determinará la efectividad con que los abordemos y la rapidez de nuestra recuperación.

Para lograrlo, la región euromediterránea necesita construir una estrategia de desarrollo basada en el impulso de economías locales, regionales y circulares como motor de un crecimiento sostenido y a la vez sostenible. Economías que faciliten una distribución equitativa de la riqueza fomentando al mismo tiempo la competencia. A medida que nos vayamos recuperando, debemos aprovechar la oportunidad para crear sociedades inclusivas que garanticen que los jóvenes y las mujeres puedan desarrollar su potencial como agentes de cambio y contribuyentes a la economía de la región en su conjunto.

Al igual que los efectos dominó de las enfermedades infecciosas, las dificultades económicas y los impactos del cambio climático no conocen fronteras

Ya existen nuevos conceptos, nuevos modelos económicos, la voluntad de crear una cadena regional de suministro y nuevas estrategias públicas para ayudar a realizar este cambio de paradigma, no es necesario reinventarlos. Sin embargo, sí se requiere una mayor cooperación y conectividad, requisitos previos a dicho cambio. Aunque hoy en día sólo el 57% de los ciudadanos de la UE afirman tener competencias digitales básicas, y poco más del 50% de los hogares de la región de Oriente Medio y África del Norte tienen acceso a Internet, las predicciones ya preveían que la transformación digital registraría un crecimiento de dos dígitos.

La covid-19 ha hecho que la necesidad de la digitalización de la economía y de los servicios tome aún más relevancia en la agenda euromediterránea. En las últimas semanas, son estas tecnologías las que han aportado esperanza para un futuro mejor facilitando que los «cerebros» de los diferentes países puedan unir fuerzas compartiendo ideas.

Y estas ideas se están teniendo en cuenta. Sólo a través del diálogo, la cooperación y el fomento de la igualdad superaremos los complejos desafíos a los que nos enfrentamos. La visión que la Unión por el Mediterráneo propone para abordar los retos sociales, ambientales y económicos en este punto de encuentro entre tres continentes, se basa en acciones concertadas y coordinadas que aborden las causas intrínsecas de las crisis.

Ese es el mensaje que quiero transmitir, un mensaje de esperanza y confianza para todos nuestros ciudadanos. El camino hacia un futuro mejor nos pertenece a todos, y estamos decididos a ser valientes en nuestro compromiso de entregar un mejor mañana a las próximas generaciones.

Nasser Kamel es Secretario General de la Unión por el Mediterráneo (UpM).

FOTO:Javier Allegue Barros Unsplash

https://elpais.com/elpais/2020/05/13/planeta_futuro/1589385946_801804.html

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