La sostenibilidad llega a casa: materiales, técnicas y energías para el hogar que salvará el planeta
Nuevos materiales y técnicas de construcción, autosuficiencia energética, redes inteligentes para compartir electricidad ente vecinos… La tecnología ofrece las soluciones; los ritmos económicos y regulatorios ralentizan el avance
La eficiencia energética en los edificios parece la letra pequeña del acuerdo social contra el cambio climático. Y es clave, por mucho que apenas se la tenga en cuenta.
Mientras las emisiones de vehículos y aviones centran la atención de los ciudadanos, hasta el 40% del consumo energético final en la Unión Europea corresponde a los edificios, según la Comisión. Una factura que se puede reducir con inmuebles más eficientes, tanto en sus materiales como en el propio método de construcción.
No se trata exclusivamente de los edificios inteligentes, un concepto que se ha convertido casi en un lugar común. El desafío está en la construcción de nuevos inmuebles con métodos más sostenibles, que tengan en cuenta la reutilización y reciclaje de sus materiales cuando termine su vida útil y que sean imbatibles en su aislamiento térmico.
Son los mismos principios que deben aplicarse a la rehabilitación residencial. Según el último censo de población y viviendas del INE, de 2011, en España el 57% de los inmuebles se levantó antes de 1980, y los primeros requisitos legales mínimos de eficiencia en la construcción llegaron con un real decreto de finales de 1979. Gran parte de los hogares está muy lejos de los estándares actuales, como si los coches emitiesen las mismas partículas contaminantes que hace 40 años o se fumase en el metro y en los aviones. “La oportunidad está en la rehabilitación, especialmente en todo lo relacionado con el aislamiento térmico. Es una herramienta contra la pobreza energética”, afirma María Prado, responsable de Transición Energética de Greenpeace. España arrastra los pecados en la construcción del desarrollismo franquista, de la misma forma que lo que se edifica ahora marcará el futuro: se calcula que el 80% de los edificios de 2050 ya está en pie en la actualidad.
No es estrictamente una cuestión de alta tecnología. “¿Por qué una iglesia está fresca en verano?”, se pregunta retóricamente Joan Groizard. El director general del Instituto para el Ahorro y la Diversificación Energética (IDAE), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, pone así en contexto la importancia del software, los sensores o la domótica en la eficiencia de los edificios. “Soluciones como el Internet de las cosas y el big data van a ser el futuro para los hogares, pero no son el presente”, considera Miguel Aguado, director de la consultora ambiental B Leaf. “La clave está en la envolvente de los edificios”, explica, es decir, su piel, sus puntos de contacto con el exterior, que determinan su aislamiento. Para mejorarla, se innova con los métodos de construcción y con los materiales. Tanto que ya hay que olvidarse de utilizar la palabra ladrillo como sinónimo del sector.
Glosario
CTE. Código Técnico de Edificación. La norma que marca en España los requisitos mínimos que debe cumplir la construcción de los edificios, lo que incluye el consumo de energía y los mínimos exigibles en términos de sostenibilidad. Su primera edición es de 2006 y en diciembre de 2019 se actualizó con nuevas exigencias.
Cubierta verde. Cubierta de un edificio con un acabado vegetal concebida para obtener beneficios ambientales. Aumenta el aislamiento térmico y reduce la contaminación sonora.
Edificios neutros. Un edificio que produce suficiente energía renovable como para satisfacer su propio consumo. También llamados edificios de energía cero. La UE maneja más un concepto parecido, nZEB (por nearly Zero Energy Building), edificios eficientes pero no autosuficientes.
Envolvente. La envolvente es al edificio lo que la piel al ser humano: su capa externa. Está compuesta por la cubierta, las ventanas y la fachada, y protege acústica y térmicamente a los usuarios y habitantes del edificio.
Fachada inteligente. Son aquellas capaces de reaccionar a los cambios en las condiciones externas del edificio. Por ejemplo, incorporando sistemas integrados de producción de energía fotovoltaica o utilizando las inercias térmicas de los materiales, la orientación, la exposición al sol, etcétera.
Puente térmico. Es la zona de la envolvente del edificio donde se pueden producir pérdidas de calor. Son un problema para la eficiencia energética y se localizan donde se encuentran distintos materiales o elementos, como el metal de la ventana y el muro de la pared.
Tejas solares. Son una vuelta de tuerca al uso de paneles fotovoltaicos en el hogar, y, tal vez, sus sustitutos a medio plazo. Se camuflan en los tejados como tejas tradicionales, sin impacto estético.
Ventanas inteligentes. Ventanas cuyos vidrios reaccionan a la luz y al calor, adaptando su nivel de transparencia mediante reacciones químicas y físicas y mejorando así la eficiencia energética del edificio.
Todo esto era cemento
Tejas fotovoltaicas, bioplásticos, paneles de fibras de origen vegetal, resinas y materiales autorreparables mediante bacterias… Las alternativas al hormigón y los metales, principales responsables de las emisiones de la construcción, ya son una realidad. Y cada vez hay más sin necesidad de irse muy lejos. Por ejemplo, la empresa de origen valenciano Hyperin ha desarrollado a partir de la paja de arroz un nuevo material, cuyo fuerte es su capacidad de aislamiento térmico y acústico. Su creadora, la ingeniera química Ana Blasco, explica que todo nació cuando investigaba materiales alternativos para los ninots de las fallas, cuya quema es contaminante.
La cuestión no es por tanto si existen los nuevos materiales, sino si se generalizarán. “Hay que seguir investigando. Este tipo de alternativas funcionan en viviendas unifamiliares, pero te planteas si son válidas para un edificio de diez plantas”, afirma Olatz Pombo, doctora en Arquitectura y consultora en sostenibilidad. Los españoles viven en vertical: salvo Letonia, no hay otro país de la UE con mayor porcentaje de población habitando en pisos, un 66,1%, según Eurostat.
La generalización de los nuevos materiales no es solo una cuestión de tipología del edificio. Lo que investiga el científico en el laboratorio tiene que aplicarlo un obrero en el tajo. “No basta con crear nuevos y fantásticos materiales del siglo XXII si los métodos de aplicación y sus aplicadores cuentan con tecnología, formación y sueldos del XIX, al contrario de lo que sucede en países del norte de Europa”, explica César García, arquitecto director del estudio Fündc.
¿Cuestión de método?
Más allá de los materiales, la otra gran alternativa verde para la construcción es cambiar su método de trabajo, la llamada construcción industrializada u off site. Se trata de levantar un edificio como se fabrica un coche: ensamblando, en este caso, paneles prefabricados, lo que, frente a los métodos tradicionales, permite más rapidez, genera menos residuos y reduce los márgenes de error en la envolvente a milímetros, mejorando la eficiencia energética. Otra diferencia fundamental es que se trata de construcción en seco, sin agua. “Cuanta menos agua se utiliza en la construcción de un edificio, más moderno es”, dice José María González Romojaro, director técnico de la promotora Aedas. “Este método de construcción funciona muy bien en edificios logísticos, porque son muy modulares y así se construyen muy rápido. En residenciales puede limitarte el diseño”, opina Pombo.
El ejecutivo de Aedas, una promotora inmobiliaria que ha hecho de la construcción industrializada una de sus señas de identidad, destaca que la fijación mecánica de los paneles que se emplea en este sistema ofrece, además del mejor aislamiento, una gran ventaja adicional frente a la simple adherencia de los ladrillos: permite el desmontaje y la demolición selectivos, para la reutilización y el reciclaje de los componentes. “Cuando hace cinco años trabajaba en mi tesis sobre el ciclo de vida de un edificio, desde la construcción hasta la demolición, mis propios compañeros arquitectos me miraban como un bicho raro”, recuerda Pombo. Ahora detecta un mayor interés, pero cree que aún queda mucho camino por recorrer, y no se avanzará de verdad hasta que se establezcan obligaciones regulatorias. “En este sector hay muchas empresas, y tenemos que estar todos en la misma línea. La única vía es la regulación”, coincide Romojaro. “Hay que ir mucho más rápido”, pide Prado, de Greenpeace: “Ahora que tanto se habla de reconstruir tras el coronavirus, a ver si de verdad los políticos se atreven a apostar por algo más que por el cemento”.
https://retina.elpais.com/retina/2020/06/26/innovacion/1593173046_600202.html