Así será la ‘reválida’ de los 12 años, en sexto de primaria

En teoría, un niño de 12 años tendría que saber responder.

El enunciado anterior es un ejemplo de las preguntas de Matemáticas que se formularán en la reválida de 6º de Primaria, un nuevo examen que tendrán que realizar de la misma forma todos los alumnos de 12 años en todas las comunidades autónomas a partir del próximo curso 2015/2016.

El Ministerio de Educación recomienda hacer esta prueba en mayo, para no coincidir con los exámenes de junio y para que los profesores tengan los informes individualizados de los alumnos a tiempo, por lo que las primeras evaluaciones externas comenzarían en la primavera de 2016.

Como la prueba de 3º de Primaria (que ha comenzado a realizarse este mes a los niños de nueve años), la de 6º de Primaria es simplemente «de diagnóstico», lo que significa que no habrá que aprobarla obligatoriamente para seguir estudiando.

Tiene carácter «informativo y orientador», pero el nivel obtenido (expresado en las notas de insuficiente, suficiente, bien, notable o sobresaliente) se hará constar en un informe que será entregado a los padres, a los profesores e incluso a los responsables del centro educativo donde el alumno curse el siguiente año. Este aspecto es muy criticado por las familias y los docentes, que creen que la nota puede condicionar a los nuevos profesores y hacerles prejuzgar al estudiante.

Competencia del Estado

¿Qué diferencias hay entre uno y otro examen? El de 3º de Primaria es competencia de las comunidades autónomas, lo que significa que cada región puede hacerlo como crea conveniente. El de 6º de Primaria, en cambio, es competencia del Estado, que fija a los gobiernos autonómicos unas pautas iguales para toda España para asegurar «unos criterios y características de evaluación comunes a todo el territorio».

La prueba evalúa las competencias que tienen los alumnos en comunicación lingüística (tanto castellano y lengua cooficial como inglés), en competencia matemática y en competencias de ciencia y tecnología. Según el Marco General de la Evaluación Final de Primaria, realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Inee), hay un mínimo de 40% de preguntas de opción múltiple (es decir, tipo test) y un mínimo del 20% de preguntas de respuesta construida, semiconstruida y abiertas. Cada competencia tendrá hasta un número aproximado total de entre 35 y 50 preguntas, luego habrá en total entre 140 y 200 preguntas.

El examen será en formato papel o por ordenador. Para analizar las destrezas en comunicación lingüística habrá una evaluación oral, según han confirmado a EL MUNDO fuentes del Ministerio de Educación. Se hará a través de entrevistas individualizadas, entrevistas en parejas o en pequeños grupos. España es uno de los pocos países que evalúa la comprensión oral en este tipo de pruebas.

La comprensión y expresión oral tienen, de hecho, el 35% del peso en la nota, mientras que la comprensión y expresión escrita cuentan el 65%. En Inglés, lo oral cuenta el 40% de la nota y lo escrito, el 60%.

Los exámenes serán corregidos por profesorado externo al centro donde se desarrolle la prueba, designado por las comunidades autónomas. La Ley Orgánica para la Mejora Educativa (Lomce) señala que, si los resultados son desfavorables, los colegios pueden realizar «planes de mejora«.

Habrá ránkings

El Ministerio de Educación permite hacer ránkings para comparar los centros, según han confirmado las mismas fuentes, que añaden que las comunidades autónomas serán las que deciden si publican o no estas clasificaciones. «Se podrá ofrecer resultados promedios y niveles de rendimiento para cada alumno, grupo, centro y territorio considerado, relativos al grado de adquisición o dominio de cada competencia por parte del alumnado. Se concretarán dichos resultados en las diferentes destrezas de cada una de las competencias evaluadas», dice el Marco General de la Evaluación Final de Primaria.

Estos ránkings son seriamente cuestionados por buena parte de la comunidad educativa, que considera que pueden beneficiar a los colegios con mayores recursos y alumnado con más ventajas socieconómicas y perjudicar a aquellos centros situados en zonas más marginales.

El Ministerio argumenta que en 24 de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) existen pruebas externas y estandarizadas como éstas y que contribuyen a elevar los resultados académicos de los estudiantes, especialmente los que proceden de entornos socieconómicos desfavorecidos.

Además de las pruebas de 3º y 6º de Primaria, habrá otras dos reválidas: la de 4º de la ESO (a los 16 años) y la de 2º de Bachillerato (a los 18 años), que comenzarán a hacerse a partir de 2017. Las dos deberán ser aprobadas para poder seguir estudiando. Todas han recibido muchas críticas por parte de profesores y padres, que hace unas semanas llamaron a las familias a negarse a hacer la de 3º.