No ir de cañas entre semana y otros errores de la gente saludable
Hasta los que más se cuidan cometen fallos de estrategia. He aquí los 17 más comunes.Usted se cuida, de eso no hay duda. Y se ha convertido en un gurú del bienestar en su círculo de amigos. No en vano, dedica gran parte de su tiempo a reflexionar sobre una óptima condición física. Bien hecho. Pero, ojo, hasta los más convencidos sobre la importancia de cuidarse cometen fallos en sus hábitos. De hecho, muchos de ellos son consecuencia de ese deseo desmedido de estar más en forma que nadie
Usted se cuida, de eso no hay duda. Y se ha convertido en un gurú del bienestar en su círculo de amigos. No en vano, dedica gran parte de su tiempo a reflexionar sobre una óptima condición física. Bien hecho. Pero, ojo, hasta los más convencidos sobre la importancia de cuidarse cometen fallos en sus hábitos. De hecho, muchos de ellos son consecuencia de ese deseo desmedido de estar más en forma que nadie. Otros, sin embargo, se deben a la desinformación. No socializar «porque es martes» y negarle una caña a sus amigos, quitarle horas al sueño para acudir al gimnasio o no saber vivir sin suplementos vitamínicos, engrosan la lista. Y todos ellos pueden derivar en problemas importantes de salud física y mental. La respuesta a esos errores cotidianos está (como todo) en el término medio: el equilibrio entre la actividad y el descanso, contar con información de calidad y decir adiós a las obsesiones. Estas son las equivocaciones más frecuentes que la gente saludable comete.
En la consulta del médico
1. Ir cuando no toca o no ir cuando toca. ¿Y cómo saberlo? «Si aparece un catarro o una gastroenteritis, no es necesario ir al médico», apunta Francisco Camarelles, médico de familia y miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), «siempre y cuando el autocuidado funcione, lo que implica saber qué cambios se deben realizar en la vida diaria». Si los desconoce, asista al centro de salud.
2. Saltarse las vacunas. Uno de los hábitos más saludables para la prevención de enfermedades es la vacunación. Eso, estimado gurú de la salud, ya lo sabe usted bien. Pero puede que se le escape este error que destaca Camarelles: pensar que las vacunas solo las necesitan los niños. Por eso, es necesario incidir más entre la población adulta, por ejemplo, en casos como tétanos, hepatitis B o gripe en personas mayores de 60 años y en grupos de riesgo, como indica la Sociedad Española de Vacunología.
La prevención es importante, pero tiene sus límites. Hay estudios que afirman que los chequeos indiscriminados no suelen servir de mucho»
3. Realizarse un control médico anual. Por falta o por exceso, los chequeos pueden llevar a error. “Es una balanza entre los beneficios y los perjuicios para los pacientes, porque los controles pueden implicar efectos secundarios. La prevención es importante, pero tiene sus límites. Hay estudios que afirman que los exámenes indiscriminados no suelen servir de mucho. Realizar pruebas no es necesario cuando no hay síntomas. Otra cosa es aplicar las actividades preventivas para la salud de cada paciente, por ejemplo, en cuestiones como el tabaco, el alcohol, la tensión o el peso. La recomendación del Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS) es realizarse un análisis antes los 35 años, otro antes de los 50 y, después, cada cinco años”, explica el doctor.
4. Cuidarse mucho, pero seguir fumando. Muchas personas suelen tener una idea de la prevención a veces no muy acertada, como anota Camarelles. ¿Un ejemplo? «Se preocupan mucho por el colesterol, pero siguen fumando, un hábito incluso más perjudicial en las enfermedades cardiovasculares», responde.
5. Pedir que le receten antibióticos. Un error muy frecuente en las consultas corresponde a una cierta cultura popular sobre la necesidad de tomar antibióticos. “En España, abusamos de los antibióticos- Se emplean para más cosas de las que se debería, como en el caso de los virus, donde no sirven para nada y pueden crear resistencia para cuando su aplicación sea necesaria. No me molesta que me pidan un antibiótico, pero darlo a veces puede ser error”, explica Camarelles.
6. Confiar en exceso en la tecnología sanitaria. Un sector de la población, observa este médico de familia, tiene altas expectativas en cuanto a que las modernas técnicas clínicas son la solución para todo problema sanitario. “Los TAC súper modernos o los análisis de sangre capaces de verlo todo son un futurible todavía. Lo importante es que se invierta en medidas y campañas de prevención y que la gente entienda que la salud depende de muchos condicionantes, como los estilos de vida, la zona en la que vive o las características sociales”.
La mejor cápsula vitamínica es tomarse una ensalada todos los días y unas cuantas piezas de fruta
En la cesta de la compra
7. Creer que lo ecológico es más sano. Los productos con la etiqueta ‘ecológica’ tienen la particularidad de haber sido producidos sin insumos sintéticos. «Pero no está demostrado que sean más sanos que los convencionales», afirma el endocrino Gabriel Olveira, del Hospital Regional Universitario de Málaga y miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
8. Excederse con los suplementos alimenticios o vitamínicos. La mejor cápsula vitamínica es tomarse una ensalada todos los días y unas cuantas piezas de fruta, según los especialistas. Una dieta equilibrada como la mediterránea es la que debe promoverse, según Olveira, ya que cubre todas las necesidades de vitaminas y minerales para una persona sana sin necesidad de suplementos. “En EE. UU. ha estado de moda tomar suplementos vitamínicos, y se cree que una de cada tres personas los hacen por disminuir el riesgo cardiovascular. Pero el hecho de consumirlos sin presentar ningún déficit y a dosis altas tiene efectos contraproducentes”. Consúltelo con su médico.
9. No ingerir cinco piezas de fruta y verdura al día. La recomendación de comer, por jornada, tres piezas de fruta, o su equivalente un zumo natural, y dos de verdura, no suele cumplirse entre la población española. “Incluso tomando menos que la recomendación, el consumo de estos alimentos tiene beneficios», anota el endocrino. «Pero es algo gradual: hay mayor provecho conforme aumenta este tipo de alimentos en la dieta, porque son bajos en calorías y tienen muchas vitaminas, agua y minerales”, continúa.
10. Creer que las etiquetas ‘natural’, ‘bajo en grasa’ o ‘sin colesterol’ son una luz verde para todo. Las palabras pueden inducir a engaño. Como apunta Olveira, es muy típico encontrar productos que prometen estar libres de colesterol, aunque estén llenos de grasas saturadas, como el aceite de palma o de coco, similar a la grasa del tocino. “Hay que tener un poco de cultura para saber el significado de cosas que llevan a engaño, porque ‘bajo en grasa’ no significa ‘sin grasa’. Al igual que ‘natural’ no es ‘bueno’, porque también lo son la cicuta o las setas venenosas, pero no se deben comer”.
11. No detenerse en los azúcares de la etiqueta. El error más típico es confundir libre de azúcares con libre de azúcares añadidos. Y ocurre, incluso, con los zumos. “Muchas veces, los jugos empaquetados proceden de concentrados de la naranja que después se rehidratan, y llevan una cantidad de fructosa [monosacárido] importante [la OMS recomienda reducir el consumo de azúcar a 25 gramos al día]», asevera el endocrino. Para ello, lea las etiquetas. «Y sepa que sirope o jarabe de fructosa, presente en bollerías y dulces, también se asocian a enfermedades metabólicas como la obesidad, los triglicéridos altos o la hipertensión”, prosigue el especialista.
Tener una buena red social de amigos ha demostrado que es una salvaguarda para la salud y el bienestar
12. Comer más por hacer ejercicio, cuando necesita perder peso. Si se tiene un índice de masa corporal de 22 –el normal– y pasa de ser una persona sedentaria a activa gastando 500 calorías más de media todos los días –sin comer un poco más–, se pierde peso por la actividad física. “Es cierto que la gente que hace más ejercicio tiene un gasto energético mayor y tendría que comer un poco más para mantener el peso. Pero si buscar adelgazar, no vale aumentar la ingesta calórica”, zanja Olveira.
En la actividad física y en la conducta
13. Hacer demasiado deporte. Entrenarse con exceso puede significar una gran carga de trabajo que disminuya el rendimiento en lugar de aumentarlo. Una de las evidencias es el mayor riesgo a padecer infecciones, como señala Mari Carmen Gómez-Cabrera, profesora titular del departamento de Fisiología Humana y del Ejercicio en la Universidad de Valencia. “En el caso de los no profesionales, marcarse objetivos muy ambiciosos en muy corto plazo, sin un margen suficiente a las adaptaciones, puede implicar un aumento de las lesiones musculares o articulares, y otros efectos negativos. El ejercicio físico es muy beneficioso para distintos sistemas como el cardiovascular, respiratorio o nervioso, pero puede tener consecuencias negativas, por ejemplo, para las articulaciones, en el caso de especialidades como el running”, añade. Aquí las voces son disonantes, porque otros expertos, sin embargo, no ven problemas en la carrera. En cualquier caso, un mal entrenamiento también pasa por el exceso.
La persona obsesionada por la alimentación, los gérmenes o el estilo de vida, es presa fácil de las modas
14. No socializar suficiente. «Los beneficios de tener una buena red social de amigos son algo estudiadísimo en Psicología, porque hay miles de evidencias que muestran que es una salvaguarda para la salud y el bienestar», señala Jorge Barraca, psicólogo clínico y presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud (SEPCyS). “Las recaídas en cuadros de psicosis o esquizofrenia tienen mucho que ver con tener una deficiente red social, más que con los tratamientos que pueda seguir. Cuando más aislada viva una persona, más expuesta está a los riesgos de salud psicológica”.
15. Arañarle horas al sueño. Reducir las horas sobre la almohada, incluso para ir al gimnasio, está asociado a muchos problemas de depresión y ansiedad, por lo que los tratamientos para estos trastornos suelen basarse en recuperar los hábitos y horas de sueño para que este sea reparador. El consejo de los expertos es planificar el descanso con el mismo ahínco que la actividad
16. Obsesionarse por la salud. Dejarse asaltar por una idea tenaz acerca de la alimentación, los gérmenes o el estilo de vida, convierte al sujeto en presa fácil de las modas. “Hace años, la obsesión era el huevo, hoy la soja», indica Barraca. Y todo acaba en tendencia. Ante estas modas pasajeras, ha de primar la información científica contrastada, como zanja el experto.
17. Monitorizarlo todo. Sabemos que existen aparatos que miden hasta los pasos que damos, gracias a los cuales podemos, por ejemplo, saber en qué punto de una caminata comenzamos a adelgazar. Horas de sueño o frecuencia cardiaca son otras de las constantes medibles. Pero no es oro todo lo que reluce, pues estos gadgets no están hechos para todos. «Para personas obsesivas, tanta información resulta contraproducente”, aclara Barraca.
publicado en: http://elpais.com/elpais/2015/07/28/buenavida/1438078782_682182.html