El nuevo peligro que llega en otoño: ¿qué pasa con la lluvia y las mascarillas?

El coronavirus sigue con nosotros y no parece que vaya a remitir pronto. En estas circunstancias, cualquier cuestión que tenga que ver con el control de la pandemia cobra relevancia. Ahora, con la llegada del mal tiempo, las precipitaciones y el mal tiempo van a ser la tónica dominante, por lo que se espera que el uso de las mascarillas sea revisado. Porque la cuestión que se presenta es saber si pierden su efectividad al estar mojadas.

Ante todo, hay que tener claro que las mascarillas de un solo uso, cuya utilidad aguanta apenas unas horas, son para eso: para un solo uso. Independientemente de si se mojan o no, un cubrebocas que haya sido utilizado demasiado tiempo no tendrá mucho efecto si su composición está pensada para usar y tirar. Si llueve y se moja, su utilidad será aún menor, por lo que habrá que tirarla.

¿Qué ocurre con el resto de mascarillas? Básicamente sucede lo mismo porque al estar mojadas pierden su capacidad de filtración. Sin embargo, si se trata de un cubrebocas lavable, aquí sí tenemos una segunda oportunidad. Si la mascarilla se puede utilizar más de una vez, bastará con dejar que se seque para que pueda seguir siendo útil. Cuestión distinta a lo que ocurre con las de tela, cuya utilidad está en entredicho porque no se sabe bien si los filtros que utilizan son buenos.

El sudor provoca un efecto peor que la lluvia porque no solo moja, sino que contamina la mascarilla. Esto hace que haya que tirar el cubrebocas que haya entrado en contacto con una cantidad importante de sudor, salvo que este pueda ser lavado. Una mascarilla sudada no solo no filtra bien, sino que puede ser un vector más potente para contaminar o contagiar al resto de coronavirus u otras enfermedades que puedan transmitirse por el aire.