Las Administraciones buscan mejorar la cobertura de la vacunación para minimizar los ingresos y la mortalidad y evitar el colapso sanitario debido a la covid-19

«Siempre es importante que aquellas personas que forman parte de los grupos vulnerables ante la gripe acudan a vacunarse, pero este año es importantísimo». Son palabras de Amos García, presidente de la Asociación Española de Vacunología, y están más que fundadas. Cuenta García que, por ejemplo, en el sector de la población mayor de 65 años, la cobertura nacional suele oscilar entre el 53% y el 57% y que, pese a ello, «cada año tenemos complicaciones, hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos derivados de la gripe en personas usualmente no vacunadas». Si a esta imagen, se le añaden las complicaciones que la segunda ola de coronavirus puede llegar a generar, el escenario es, como mínimo, «poco apetecible»

¿Las consecuencias? «Un mayor estrés para el sistema sanitario y más posibilidades de que éste colapse», señala rotundo. Pero hay más problemas. Por ejemplo, en las consultas de atención primaria será más difícil diferenciar una gripe del SARS-CoV-2 si el paciente no se ha vacunado. «Si la sintomatología es leve, las diferencias entre ambos virus no son muy claras. Los dos son virus respiratorios, que producen patología principalmente respiratoria, aunque es verdad que el coronavirus aumenta las complicaciones y produce mayor mortalidad», explica Susana Martín, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC). Esto significa que si el paciente se ha vacunado, «la probabilidad de que los síntomas que presente sean debidos a la gripe baja bastante y nos facilita el diagnóstico», aclara. Otro temor, es que un enfermo padezca una gripe y al mismo tiempo se infecte de coronavirus. En un caso así, «las complicaciones se multiplican», apunta la doctora. No en vano, un estudio elaborado en Reino Unido con un número reducido de pacientes hospitalizados graves –en concreto, 58– sugiere que aquellos que se coinfectaron de la gripe y la Covid-19 sufrieron casi el doble de mortalidad que los que solamente contrajeron el coronavirus.

Conscientes de la situación a la que nos dirigimos, las Administraciones han adelantado la campaña de vacunación –comunidades como Aragón, Andalucía, Navarra, País Vasco, Cantabria, Galicia y Castilla León comenzaron el lunes pasado, y el resto arrancarán esta misma semana– y se han puesto como objetivo alcanzar una cobertura del 75% entre las personas mayores de 65 años y el personal sanitario y del 60% para embarazadas y pacientes con patologías previas. Atendiendo a la estadística, no será fácil pues hace un par de años solo se vacunaron uno de cada tres profesionales sanitarios y algo menos del 55% en el caso de los mayores de 65.

Lo cierto es que el hecho de que el virus mute constantemente resta enteros a la efectividad de la vacuna y de ahí que surjan algunas reticencias. «Cuando hablamos de la gripe hablamos de un espectro de virus que ocasionan un cuadro clínico común que se llama gripe. Tenemos la gripe A con sus dos subtipos -H1 o H3- y la gripe B con sus dos linajes -Yamagata y Victoria-. Esos cuatro tipos son de los virus más variables que existen en la naturaleza. Tienen un disfraz diferente para cada temporada y producen diferencias antigénicas que conllevan que la vacuna no sea 100% efectiva», detalla Inmaculada Casas, responsable de la Unidad de Virus Respiratorios y Gripe del Centro Nacional de Microbiología. Dice la experta que aunque en la vacuna se implementan las cuatro proteínas de los virus, como la selección para desarrollar las vacunas se hace en febrero, puede que lo que circule en octubre sea igual, distinto o muy distinto a lo que circulaba entonces. «Se intenta prever, pero no se tiene una absoluta certeza por eso la eficacia no es total», añade. Ahora bien, de ahí a que no sea eficaz va un trecho. «Esa idea de que alguien se pone la vacuna y entonces le entra la gripe es falsa. Puede haberse contagiado de cualquier otro virus respiratorio que circule, como un rinovirus o un adenovirus», afirma. O, como apunta el presidente de la Asociación Española de Vacunología, «puede haberse contagiado justo antes de que la vacuna haga efecto».

El caso es que pese a que el Centro Nacional de Epidemiología estima que la mortalidad de esta enfermedad entre los años 2017 y 2018 fue de unos 15.000 fallecidos, una gran parte de los sanitarios y de la población de riesgo sigue sin vacunarse. «Es verdad que la vacuna de la gripe es de las que tienen una peor leyenda urbana, pero su efectividad suele oscilar entre el 50% y el 60%, según la temporada, y los estudios que año a año hace el Instituto de Salud Carlos III sobre la vigilancia de la gripe dejan claro que la vacunación tiene un impacto positivo a la hora disminuir las complicaciones y la mortalidad de la enfermedad», sostiene García. No en vano, desde el Sistema Nacional de Vigilancia de la Gripe se estima que la vacuna en mayores de 64 años en la temporada 2019-2020 ha evitado en un 26% las hospitalizaciones, en un 40% los ingresos en UCI y un 37% de las muertes atribuibles a la gripe.

A este respecto, Casas destaca una anécdota: «Muchos amigos y familiares mayores me suelen preguntar por la vacuna del SARS-CoV-2 y les pregunto: ‘¿Pero te vas a poner la de la gripe?’ y muchos me contestan: ‘Ah, no. Esa no me la he puesto nunca ni me la pondré’». «Estamos -se lamenta- tan mediatizados por la pandemia actual que se nos olvidan los mecanismos de control que tenemos frente a enfermedades que nos visitan todos los años como es la gripe».

Más dosis

Todos los países europeos han adquirido este año muchas más dosis de la vacuna. En España, sin ir más lejos, las comunidades autónomas han incrementado entre un 10% y un 20%, los casi ocho millones que suelen comprar cada año en total. Incluso Sanidad ha hecho acopio de 5,2 millones de dosis, «que va a repartir equitativamente por todas las comunidades autónomas», explica García. En este sentido, el presidente de la Asociación Española de Vacunología se muestra optimista y espera una mayor responsabilidad en los sanitarios a la hora de vacunarse. «Es que son una de las piezas clave también para que la población vulnerable se vacune», afirma. Y va más allá: «El hecho de que la gripe para la inmensa mayoría de la ciudadanía sea un cuadro clínico muy molesto pero que no tiene una excesiva trascendencia ha hecho que se olvide que hay una parte de la población a la que le puede generar un problema de salud muy severo, que es a la que hay que vacunar. Y esta recomendación no está bien imbricada en el genoma de los sanitarios y eso es algo que debemos modificar en el contexto de esta pandemia».

Sorprendentemente que la pandemia de coronavirus siga entre nosotros, va también a tener un impacto positivo sobre la gripe. «Es de esperar que baje la incidencia. Los datos de la campaña gripal en el hemisferio sur demuestran que ha habido menos casos de gripe, pero también es cierto que coincidió con medidas muy estrictas de confinamiento y de distancia social, así que es una incógnita y hay que insistir en la vacuna», indica la doctora Martin. «El hecho de que la gente vaya con mascarillas, que se lave las manos, y que practique la distancia física va a mitigar su presencia, pero es que además tenemos la vacuna, así que tenemos la oportunidad de darle un golpe fuerte a la gripe y que este año tenga muy poca presencia en nuestro medio», desea García.

FOTO:
Un hombre se pone una vacuna en un centro de salud de Vitoria. / Igor Martín
https://www.ideal.es/sociedad/salud/podemos-golpe-fuerte-20201012210001-ntrc.html
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