De parte de una nieta de Largo Caballero a la España justa y democrática
Queridos amigos, antes de empezar quiero dejar muy claro que en esta carta personal no pretendo de ninguna manera daros una cátedra de historia, pero la tengo que escribir a mi manera. Posiblemente habrá errores no intencionados ya que yo no soy historiadora, soy geógrafa. Así que perdonad de antemano mi ignorancia y armaros con un poco de paciencia sólo por unos minutos.
Se dice que la historia la cuentan siempre los vencedores. Esto por supuesto es rebatible pero creo que existe bastante verdad en ello. Hasta hace solo unos pocos años, la Memoria Histórica de España se ha empezado a tomar en serio. Por décadas, aquellos que perdieron la guerra habían sido olvidados. Sí, es muy doloroso recordar, pero es mejor que ser ignorado después del precio que se pagó.
Soy hija de Francisco Largo Calvo y nieta de Francisco Largo Caballero y también recipiente directo de las consecuencias trágicas que estos grandes hombres sufrieron en las primeras décadas del siglo XX. Yo soy tercera generación y debido al exilio de mi padre, nací en la ciudad de México. Yo no viví la guerra pero soy resultado de ella igual que miles y miles de hijos y nietos de exiliados españoles.
La guerra civil
Todos los conflictos bélicos son horrorosos, pero se dice que una guerra civil es el peor de todos. No es lo mismo defender a la patria por una invasión enemiga, que defenderse por un levantamiento militar perpetrado por tus mismos compatriotas. No, no es lo mismo.
En una guerra civil las atrocidades resultantes son incomprensibles. Vecinos matan a vecinos, hermanos matan a hermanos, las fuerzas armadas matan a sus ciudadanos. ¿Entendéis a lo que me estoy refiriendo? Una guerra civil es más sangrienta, más perversa.
El exilio
El exilio es una palabra que desgraciadamente ha perdido significado. Hoy en día hay exiliados en todas partes. Unos debido a problemas económicos o políticos; otros debido a persecuciones o genocidio y otros simplemente por hambre. Pero el exilio significa todo para el exiliado. Significa su vida y su futuro, si los tiene. Pues bien, mi familia ha sido víctima de las dos situaciones.
La guerra civil española fue la lucha del pueblo en contra del fascismo, fue una lucha de clases, una lucha en contra del ejército de Franco, una lucha de religión, una lucha de diferentes nacionalismos, una lucha en contra de los carlistas, una lucha en contra de los monárquicos… La guerra civil de España fue una lucha muy complicada y sangrienta. Pero la gran diferencia entre un bando y el otro es que el pueblo defendió la libertad y el fascismo la represión.
El ejército sublevado tuvo las armas, la disciplina, los conocimientos estratégicos de batalla, el capital y el apoyo de Hitler y de Mussolini.
El pueblo español tuvo a sus líderes republicanos elegidos democráticamente y sus aliados fueron los profesores universitarios, los poetas y artistas, los escritores y pintores, los filósofos y científicos y, por supuesto, los trabajadores. Hombres y mujeres que tenían que defender su patria. Y por defender su patria fueron fusilados, asesinados, encarcelados, torturados, y aquellos que pudieron salir de España, exiliados.
Ya antes de la guerra civil el fascismo empezaba a tomar fuerza. Mi padre y mi abuelo fueron encarcelados innumerables veces. En una “ocasión” a mi abuelo le condenaron a la pena de muerte para después salir de la cárcel elegido democráticamente por su pueblo como diputado.
Cuando estalló la guerra civil a mi padre le metieron en la cárcel, lo trasladaron a Segovia por unos meses y luego se lo llevaron a Sevilla donde estuvo siete años encarcelado y seis meses con pena de muerte. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial lo desterraron a Galicia de donde no pudo salir por cuatro años.
A mediados de 1939, ya terminada la guerra, mi abuelo tuvo que huir a Francia donde el gobierno de Vichy lo entregó a la Gestapo quienes se lo llevaron al campo de concentración alemán de Sachsenhausen-Oraniemburg. Allí estuvo preso varios años ya con avanzada edad y temiendo por su vida, solo, lejos de su patria, de su pueblo y de su familia. Observó innumerables atrocidades cometidas por los nazis hasta que fue liberado por los rusos y polacos. Después de unos meses lo llevaron a Paris en donde murió en 1946 debido a serias complicaciones de salud. Su entierro fue impresionante. Cientos de miles de personas asistieron, lo mismo que innumerables instituciones liberales representadas por sus líderes, obreros españoles y franceses. Francisco Largo Caballero fue un líder español incorruptible, muy querido por su pueblo y un hombre honorable que aún con sus defectos era respetado hasta por sus enemigos.
Es importante recordar que desde principios de 1931 España era una Republica Parlamentaria y Constitucional con Largo Caballero como ministro del trabajo. España, con sus grandes problemas sociales y políticos era de todas maneras una República democrática. Durante esa época hubo muchos cambios positivos, sobre todo en lo referente a los derechos del trabajador, sus salarios y la protección laboral. Se estableció una jornada de ocho horas, se mejoró enormemente la educación pública y, en fin, hubo otros adelantos importantísimos que ahora no viene al caso mencionar. España estaba evolucionando a pasos agigantados. Pero eso no podía ser aceptado por ciertos sectores de la sociedad. Enseñar al pueblo a leer y a escribir no era para su beneficio. Otorgar derechos humanos a los trabajadores tampoco. En 1936 y 1937 Largo Caballero sirvió como primer ministro y ministro de Guerra durante la guerra. Pero al final de esta tragedia y derrotada la Republica, mi abuelo tuvo que huir a Francia.
Durante más de cuarenta años, España vivió en la obscuridad bajo la dictadura fascista de Francisco Franco, quién fusiló a más de medio millón de republicanos una vez terminada la guerra. La dictadura militar de Franco se basó principalmente en la represión, en la erradicación de todas las libertades democráticas, en el encarcelamiento, asesinato y desaparición de miles de españoles y en la mentira.
Y así, con la fuerza y apoyo del ejército español, el apoyo de Hitler y Mussolini (antes de morir) y otras instituciones (que mejor no menciono) dominó a su pueblo con garras de acero y sin misericordia. España vivió en absoluto terror.
Esa represión monstruosa garantizó que generaciones de españoles no tuvieran conocimiento de su pasado inmediato y deliberadamente permitió que la democracia y libertad se ahogaran en su larga noche.
Una mentira dicha cien veces se vuelve una verdad para quien la oye. Así se manipula al pueblo, así se engaña al inocente, o al indolente, o al ignorante. El odio es un sentimiento que corroe por dentro y que con el tiempo se vuelve más brutal. Su continuación es la venganza, vehículo con el que se comete la injusticia y así se termina erradicando al bien.
Hace unos días, el portavoz del partido fascista de Vox se refirió a Francisco Largo Caballero como un hombre de «sanguinaria trayectoria política y personal”. También lo insultó con otras palabras que no merecen ser repetidas. ¡Cuánto odio! ¡Cuánta mentira!
Poner a mi abuelo al nivel de los fascistas de esa época es una aberración. Es un insulto a la democracia y a la decencia humana. Es un insulto a todos aquellos que lucharon y sacrificaron sus vidas por la libertad y por una España mejor.
Como buena nieta de mi abuelo Francisco Largo Caballero, no puedo quedarme callada ante las acciones vergonzosas que pretenden llevar a cabo los partidos de ultraderecha. NO SE PUEDE VOLVER AL PASADO. España ya pagó con su sangre y el resto de Europa con la suya. El mundo no acepta el fascismo o el nazismo.
Por lo tanto me tomo la libertad de denunciar y rechazar contundentemente a aquellos que, basándose en aserciones fraudulentas y engañosas, quieren eliminar la Memoria Histórica. La lucha contra el fascismo nunca será olvidada y Francisco Largo Caballero como todos aquellos que lucharon en contra de Franco tampoco serán olvidados.
El partido de Vox está mintiendo, está conscientemente retorciendo el significado de la ley de la Memoria Histórica, está escondiendo la verdad. No permitáis que se siga adelante con este atropello.
Y hablando de memoria, miembros del partido Vox, os pregunto si vosotros ¿habéis perdido la memoria? ¿Queréis que todavía corra más sangre por las calles y campos de España? Estas son preguntas retóricas. No es necesaria la respuesta, ya la sé.
Gracias a todos los que leyeron y llegaron al final de esta carta mía. Gracias a la Fundación Francisco Largo, a UGT, al PSOE, a todos los profesores, políticos y pueblo español que han expresado su rechazo a la obliteración de la Memoria Histórica. Gracias por defender la verdad.
Sonia Largo Valcarce Octubre 2020