DESDE ATARFE: Una carrera de Chicago a Granada para fabricar el refresco que cambió sus vidas
Fernando Martín y Raúl de Frutos abandonaron sus puestos como ingenieros en Estados Unidos para fabricar en Atarfe un refresco de té fermentado: Víver Kombucha
Fernando Martín (Granada, 1990) terminó selectividad y se colocó en la línea de salida, en posición, a esperar el disparo que iniciara la carrera: ¡Pum! Marcha a Madrid, a estudiar Ingeniería Industrial en la Politécnica y allí conoce a Raúl de Frutos (Cádiz, 1988), con el que comparte una pasión por el deporte tan, tan grande que en unos años terminarán corriendo maratones y completando su primer Ironman en Hawai, pero eso será después, ahora acaban de llegar al último curso de la universidad y les han dado a ambos una beca para terminar sus estudios en Estados Unidos y allá que van, a Chicago, donde se quedan por cinco años, triunfando en empresas punteras de creación de ‘startups’, aeronáutica, industria y modelado 3D, una aventura laboral que les lleva por Londres, Singapur o Tailandia, entre otras, y que les proporciona una estabilidad y unos sueldos muy por encima de la media española, un sueño hecho realidad antes de cumplir los 30 cuando, de repente, un día, después de hacer algo de deporte, ellos, que siempre fueron de costumbres saludables, de fijarse en lo que comen y beben, escuchan la pregunta que revolucionará sus vidas y con la que esta carrera llega a su fin: «¿Habéis probado la kombucha?».
«La kombucha se ha puesto de moda en Estados Unidos. Aquí es muy desconocida, pero allí la ves en cafeterías, bares e incluso en tiradores»
Fernando y Raúl abren las puertas de la única fábrica granadina de kombucha, en Atarfe. Han invertido los ahorros de su vida en hacerse con el equipamiento necesario y las materias primas idóneas para traer aquí, a España, algo que ya triunfa al otro lado del océano. «La kombucha se ha puesto de moda en Estados Unidos. Aquí es muy desconocida, pero allí la ves en cafeterías, bares e incluso en tiradores». Tras aquella primera vez, empezaron a investigar el producto e incluso a hacerlo de forma casera mientras se preguntaban cómo era posible que aún no se conociera en Europa. «Desde el principio lo vimos como una alternativa buenísima a los refrescos, una alternativa saludable y que encima está muy buena. ¿Queréis probarla?».
Fernando abre una caja de cartón en la que se lee ‘Víver Kombucha‘. «Teníamos ambos trabajos muy estables y una carrera que es la que todo el mundo suele buscar… –dice, conforme saca unas cuantas botellas de cristal con un elegante diseño– pero nos hacía ilusión trabajar en un proyecto así, que no era sólo hacer algo nuestro, era algo positivo para la gente». «Le echamos narices, la verdad –continúa Raúl, vaciando una de las botellas en dos vasos de cristal–. En Estados Unidos aprendimos la mentalidad del emprendimiento, de creértelo: si la gente crea cosas, ¿por qué yo no?». Fernando levanta su vaso y, sonriente, mira su bebida: «Queríamos volver a Andalucía, a nuestra tierra, a crear empleo. Es algo que también aprendimos allí: hay que devolver a la comunidad lo que ha hecho por ti. Hemos salido de aquí y hemos ido a tantos sitios… qué menos que devolverle algo a nuestra tierra». «Sí –brinda Raúl–, además somos jóvenes, ¿si no lo intentamos ahora, cuándo?».
«Hay que devolver a la comunidad lo que ha hecho por ti. Hemos salido de aquí y hemos ido a tantos sitios… qué menos que devolverle algo a nuestra tierra»
Y así estaban, motivadísimos a arrancar su proyecto más personal, la aventura de crear un refresco aquí, en Granada, cuando hicieron su primera venta. Era el 9 de marzo de 2020, poco antes de que se decretase el estado de alarma por el coronavirus. «Habíamos lanzado una empresa casi, casi el día que se revolucionó el mundo entero», recuerdan. Pero, como si se tratara de un triatlón en el que hay que cambiar el método de avance, Fernando y Raúl descolgaron el teléfono y empezaron a llamar a todas partes. «Partíamos de cero y, pese a la pandemia, después de seis meses estamos en 500 puntos de venta en toda España, hemos sacado otros dos sabores y producimos unos dos mil litros al mes». Qué dicen, ¿probamos la kombucha?
La kombucha es una bebida de té fermentado, sin alcohol, que se ha hecho popular por sus propiedades saludables: «No está pasteurizada, o sea, que tiene bacterias vivas. Es una bebida probiótica. Como el kefir, con la diferencia de que el kefir se toma de postre, sustituyendo alguna fruta, y Víver kombucha es una lucha contra un refresco, que es muy interesante. Tiene beneficios para la flora intestinal, las digestiones y el sistema inmunológico. ¡Y está muy rica!».
Como ingenieros, Raúl y Fernando han realizado «millones» de pruebas con las cantidades, las temperaturas y los productos naturales hasta dar con su receta particular. Tienen tres sabores: el original, con cúrcuma y jengibre; la exótica, con fresas e hibisco; y la oceánica, con limón y espirulina. En España habrá una docena de fábricas de kombucha, pero todas en un estado muy inicial. «La kombucha empezó vendiéndose en herbolarios, pero muchas marcas de Estados Unidos se dieron cuenta de su potencial y le dieron una vuelta, haciéndola un refresco atractivo para gente preocupada por su salud».
«El sueño es que salgas de tapas y te puedas pedir una kombuchita, que es sana, sienta bien y está deliciosa»
Si se dan una vuelta por tiendas ecológicas, supermercados, fruterías y algunas cafeterías de Granada, ya pueden ver las botellas de Víver Kombucha en el expositor. «El sueño –dice Raúl– es que salgas de tapas por Granada y te puedas pedir una kombuchita, que es sana, sienta bien y está deliciosa». Porque para ellos, desde el principio, dentro de una de sus botellas hay algo más que un refresco: «Es un modo de vida saludable. Un cambio de vida». Y, también, una carrera de 14.000 kilómetros de ida y vuelta, entre Chicago y Granada. «Qué, ¿os gusta la kombucha?».
Víver Kombucha
Víver Kombucha se puede adquirir también en su web: un pack de 12 botellas de 250 ml, 26,40 euros. La kombucha es una bebida de té fermentado. Al igual que la cerveza es cebada fermentada, o el vino con uva, o la sida con zumo de manzana. Pero esta no tiene alcohol. Se fermenta con té, agua y azúcar. Las levaduras y las bacterias se comen el azúcar y generan ácidos orgánicos que dan como resultado una bebida que tiene finas burbujas naturales de la fermentación, que está un pelín dulce y un pelín ácida. Es un sabor muy característico que cuanto más la pruebas, más te gusta. La kombucha siempre está refrigerada porque a baja temperatura se duermen las bacterias. Si la pusiéramos en un vaso a temperatura ambiente seguiría fermentando.