«EL MEJOR AMIGO DE LA VIOLENCIA ES EL SILENCIO» por Maria Luisa Pérez Ruiz
El Hospital Virgen de la Victoria de Málaga organizó con motivo del 25n 2020 el primer concurso público de relatos cortos contra violencia machista
El Hospital Virgen de la Victoria de Málaga ha organizado el primer concurso público de relatos cortos contra la violencia de género ‘Más allá de las palabras’.
El certamen estaba organizado por la comisión para la Eliminación de la Violencia de Género con la que cuenta esta centro sanitario desde el año 2017 y propuso esta actividad participativa en el entorno de la celebración del día internacional contra la Violencia de Género.
Contribuir al aumento de la sensibilización sobre este problema social, sus raíces y sus consecuencias; así como sus posibles soluciones en el entorno social y sanitario en el que nos encontramos eran los principales objetivos de esta iniciativa propuesta por el equipo multidisciplinar de profesionales que integra esta comisión.
La ganadora del concurso ha sido MARIA LUISA PÉREZ RUIZ, trabajadora de salud mental. Enhorabuena por su microrelato:
«Está amaneciendo y sigo tumbada en la cama. Mis pensamientos se acumulan atropelladamente, inconexos y difíciles de ordenar. Se pasean por mi mente todas las vivencias de mi amiga María y me pregunto si seguirá con vida.
Sus días estaban llenos de sobresaltos. Recuerdo aquella mañana que tras cruzar la calle para dejar a su hijo en el colegio, se le acercó el padre de un compañero de clase para preguntarle algo. Manteniéndose imperturbable cambió de acera como si se tratase de un desconocido. Temerosa por la cercanía de aquel hombre y las consecuencias que aquello podría tener, que con paso firme y ligero llegó hasta su domicilio. Frente a la entrada de su casa respiró hondo y la sensación de peligro la arrasó. Su marido no tardaría en preguntarle que quería aquel hombre. Sus manos sudorosas le temblaban aceleradamente al tiempo que sentía el calor de su orina descender por la parte interna de sus muslos, coincidiendo con la opresión de su garganta que le provocó un vómito repentino. Aún así, cruzó, con una obediencia y lealtad infinita, el umbral que la llevaba una y otra vez a las puertas del Purgatorio. Sin resistencia alguna y abandonada a su desgracia cerro sus ojos y arrastrada por los pelos cruzó todas las estancias de la casa hasta que sintió golpear su delicado cuerpo con la violencia de un tornado. Necesitaba un golpe más para descansar eternamente cuando crujió su mandíbula y se desvaneció.
Dejo de rememorar todo el dolor que sufrió mi amiga y abro mis ojos. Me encuentro en una habitación bastante iluminada y fría. Sigo confusa y algo dolorida. Miro a mi alrededor y veo al marido de María sentado en un sillón frente a mi cama, a la vez que las palabras de su hijo se clavan en mí:
– ¡Papá mira!, mamá despertó del coma.
A la vez que pienso que mi silencio seguirá alimentando este monstruo.»