22 noviembre 2024

«2020 EL AÑO QUE NO VIVIMOS» por Francisco L. Rajoy Varela

Ante el covid19 2020 Hemos de convencernos que hemos adoptar una fuerte concienciación colectiva de la ciudadanía para seguir adelante. O remamos en la misma dirección o el caos de la nada.

Parece que fue ayer cuando cerrábamos la vieja puerta del 2019 y abríamos una nueva para entrar en el 2020. Siempre que accedemos a un nuevo año en nuestra vida todo son buenos deseos y proyectos. Lejos estábamos de pensar que el 2020 sería un año de oscuridad y un viaje a lo desconocido donde en nuestra vida reinarían sentimientos de incertidumbre e inseguridad. Por desgracia, para otros ha sido de dolor, muerte y tristeza.

Siempre solemos hacer, al acabar el año, un balance de todo lo positivo y negativo que nos ha ocurrido, es obvio que no cabe hacer dicho balance y podemos decir, sin ningún género de dudas, que todos los supervivientes de este naufragio habrán vivido un año cero o en blanco.

Porque vivir significa poder actuar libremente, sin corsés, disfrutando de los pequeños momentos gratificantes que la vida te ofrece. Reír, llorar, besar, abrazar y acariciar a las personas que quieres. Luchar por tus proyectos cada día. Hasta los actos monótonos y rutinarios diarios. Todo eso y más, hemos dejado de vivirlo y estamos rehenes de esta pandemia que tantas secuelas negativas nos está dejando en lo material como en lo espiritual.Hasta nos está cambiando el carácter. Nos hemos vuelto tristes, irascibles, huraños, introvertidos. Inconscientemente, hemos dejado de ser lo que éramos.

Con las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, tenemos sentimientos y pensamientos muy encontrados y no es extraño que nos formulemos multitud de preguntas. ¿Realmente nuestro
situación emocional está predispuesta a celebrar una Navidad en está situación actual? ¿Mentalmente estamos preparados para afrontarla de una forma distinta?

Aunque todo es opinable y sujeto a controversia, creo que va a costar mucho aceptar que la situación anómala en que vivimos exige celebrar una Navidad bajo el foco de la austeridad y no
resulta fácil, sobre todo por el feroz espíritu consumista de la sociedad actual. Nos cuesta, y mucho, entender que hubo una forma de vivir antes de la pandemia y ahora vivimos otra muy
distinta y no entendemos que tenemos que concienciarnos de ello por muy duro que resulte. Hemos de convencernos que hemos adoptar una fuerte concienciación colectiva de la
ciudadanía para seguir adelante. O remamos en la misma dirección o el caos de la nada.

Si confiamos en que la clase política nos va a salvar, apañados vamos y a las pruebas de su mala gestión de gobernar me remito.Prueba de ello y vista la situación actual, ¿era necesaria la instalación de iluminación y ornamentación navideña hasta el último rincón de este país? ¿no hubiera sido más sensato hacer una llamada a la austeridad, al ahorro energético y frenar el consumismo feroz? Todo ello hace que la gente se arroje a las calles como posesos, como si no hubiera un mañana.

Teniendo los antecedentes ocurridos durante el verano y siendo fieles al dicho de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y eso es porque no sabe andar, llegamos a la triste conclusión de que tenemos lo que nos merecemos. Entre la mala gestión política de esta crisis en la que nadie quiere asumir responsabilidades,entre normativas diarias y contradictorias y también, porqué no decirlo, la falta de concienciación y responsabilidad ciudadana, hemos llegado a un punto sin retorno, a un callejón sin salida.

Está por ver los efectos que pueda producir la vacuna en nuestro organismo, lo que está claro es que aún no han descubierto otra vacuna que nos haga entender que los tiempos han cambiado y nuestra filosofía de vida ha de ser otra.

Francº L. Rajoy Varela
prajoy55@gmail.com