26 noviembre 2024

Al hilo de la celebración del debate del Estado de la Ciudad en el Pleno del Ayuntamiento, y muy lejos del formalismo y estrechez del debate oficial sobre cómo está el ayuntamiento y cómo está la ciudad, que no es lo mismo aunque guardan una estrecha relación, vengo realizando estos días una reflexión, compartida con diferentes personas que pueden presumir de conocer bien nuestra querida Granada, para responder a la pregunta del titular, ¿a dónde vas, Granada?, aunque sería más correcto preguntar: ¿dónde va Granada?

Yo defiendo desde hace años que Granada es, como el de la radio, más de una, por lo menos dos; dos almas que luchan, una que empuja hacia atrás, (hacia el pasado) y otra hacia delante (hacia el futuro), una que arrima el hombro y otra que pone el codo, o la zancadilla

El momento es oportuno, yo diría que crucial, para detenerse a pensar. Granada es una ciudad compleja, difícil de entender y abarcar en su totalidad. Yo defiendo desde hace años que Granada es, como el de la radio, más de una, por lo menos dos; dos almas que luchan, una que empuja hacia atrás, (hacia el pasado) y otra hacia delante (hacia el futuro), una que arrima el hombro y otra que pone el codo, o la zancadilla. En ocasiones, la Granada de colores, cosmopolita, universal, la Granada creadora y creativa, sin complejos, se ha impuesto y Granada ha crecido, ha avanzado. En otras, ha triunfado la Granada gris, ensimismada, nostálgica, ‘autárquica’ y envidiosa. En demasiadas ocasiones se han bloqueado y ni p’alante ni p’atrás y entonces hemos buscado enemigos y agravios comparativos que desplazaban las culpas y las responsabilidades a terceros, al exterior.

Siempre he lamentado que en Granada vamos más lentos, que los proyectos cuesta más sacarlos adelante y que nos entretenemos (o nos entretienen) en debates que no llevan a ningún lado y que además en muchas ocasiones se celebran a posteriori, a toro pasado. Pondré algunos ejemplos cercanos para ilustrar esta afirmación.

¿Se acuerdan de cuántas vueltas le hemos dado al Metropolitano? Por arriba, por abajo, que si pasa por aquí, si va por allí…  No voy a reabrir el debate sobre el modelo que yo defendía, y defiendo, (en superficie y con una línea por el centro de la ciudad complementaria a la que une norte y sur de la ciudad, y con los pueblos limítrofes de ambos extremos), pero sí quiero resaltar que la empecinada oposición del entonces alcalde Torres Hurtado hizo rehacer los proyectos, (hacerlos más caros), retrasarlos y, de camino, perder la línea central por varias décadas y la oportunidad de replantear toda la movilidad de la ciudad hacia un modelo sostenible. Y aunque muchos no lo recordarán, sin haber llevado esta cuestión en su programa electoral ni haber manifestado nada al respecto hasta su entrada en la Plaza del Carmen.

Este mismo alcalde, con algunos cómplices, nos entretuvo después unos cuantos años también inventándose un nuevo emplazamiento para la estación del tren, junto a la nueva comisaría de policía a la vez que planteaba el soterramiento del tren por medio de la Circunvalación de la Encina, en la Chana. Despropósitos varios que supusieron unos años más de retardo a una solución que al final, para colmo, nos dejó sin la estación de Moneo en la Avenida de Andaluces y con la llegada del AVE dividiendo el barrio de la Chana, a expensas de las soluciones que aporte el estudio que se está realizando para intentar remendar este grave error.

En esta ocasión no estamos ante una discusión de si tiramos para la derecha o para la izquierda (me refiero ahora en términos geográficos no políticos) sino que no vamos para ningún lado, no sabemos dónde vamos y eso es conducirnos a marchar para atrás

Pero en mi opinión ahora, en el peor y más difícil momento de nuestra historia reciente, estamos en una situación diferente. En esta ocasión no estamos ante una discusión de si tiramos para la derecha o para la izquierda (me refiero ahora en términos geográficos no políticos) sino que no vamos para ningún lado, no sabemos dónde vamos y eso es conducirnos a marchar para atrás. En una concurrencia competitiva de territorios y de ciudades quien no despliega las velas en una dirección será arrastrado por la corriente y se moverá sin, siquiera, atisbar ningún puerto.

Tenemos un gobierno municipal con un vicio de origen. Se formó tras el acuerdo entre dos fuerzas políticas que habían obtenido malos resultados y el voto de un tercero en discordia; un pacto, todavía no aclarado del todo, que se denominó “de los trapos sucios”. Granada fue objeto de un cambalache teledirigido, que se llevó a cabo fuera de Granada, por gente de fuera de Granada. No voy a calificarlo yo tomaré prestadas palabras de uno de los actores principales, Sebastián Pérez: “Granada ha sido vendida por un cambio de monedas”.   Fruto de ese pacto tenemos a un alcalde con sólo 3 concejales de su grupo, Ciudadanos, y los 6 del Partido Popular, a expensas de lo que diga Vox y el concejal ‘perdido’ en aquella aciaga noche para Granada del 2+2 de palabra. Un gobierno que deambula sin coordinación, sin rumbo, en el que cada concejal va a su bola menos el alcalde que va a la suya, como siempre en su camaleónica carrera política. 

Durante toda esta primera parte del mandato esta coalición de conveniencia mal avenida ha tenido a Granada paralizada y ahora tenemos al primer edil más preocupado de cuál va a ser su próximo destino que del destino, siquiera del camino, que debe afrontar la ciudad. Porque la pregunta que muchos ciudadanos se hacen es: ¿en qué está el gobierno municipal? La pandemia está funcionando como una capa que está tapando su falta de iniciativa, su incapacidad e incompetencia. Especialmente se echa de menos el liderazgo necesario para poder recabar la colaboración necesaria entre instituciones y con la iniciativa privada para afrontar la difícil situación que viven familias y empresas. Granada necesitaría, siempre pero ahora más que nunca, un alcalde dispuesto a ‘quemarse’ peleando por su ciudad y por su gente y ‘nos ha tocado’ uno que está pendiente de salirse de la quema.

A estos pecados originales se le suma lo que más me preocupa actualmente cuando se debate sobre el estado de la ciudad y que es lo que enlaza con la pregunta inicial. Granada está sufriendo un ataque desde el gobierno de la Junta que intenta vaciar de contenido algunas señas de identidad que nos ha hecho sentirnos orgullosos y no está encontrando respuesta sino debilidad, cuando no connivencia, desde el ayuntamiento granadino y me temo que no estemos siendo conscientes y cuando queramos acordar puede que sea sólo ya tiempo de acudir al muro de las lamentaciones del kilómetro cero de la malafollá.

Pondré algunos ejemplos también para ilustrar estos temores.

1. El Parque de las Ciencias languidece y ha entrado en una etapa de decadencia y de falta de iniciativa para sobrevivir al coronavirus y para resucitar cuando acabe, ojalá sea a lo largo de este año. La crisis derivada del traslado de sus decisiones a Sevilla y del descabezamiento del director, es muy preocupante y puede tener consecuencias muy negativas aparte del ‘vaciado’ de protagonismo granadino que se ha llevado a cabo.

¿Han escuchado al alcalde ponerse de parte de Granada, peleando por mantener estos iconos del desarrollo educativo, cultural y científico?

2. La Escuela Andaluza de Salud Pública también se tambalea. Con la excusa de crear un Instituto Andaluz de Salud, (llama la atención que no tenga el apellido de ‘Pública’), están preparando las ruedas para transportar la Escuela, una institución que goza de prestigio nacional e internacional en el asunto que ahora más preocupa a toda la sociedad, a Sevilla.

3. La última que nos hemos enterado es la que se refiere a la fundación Legado Andalusí que también en una fusión/confusión va a quedar diluida y ‘extravasada’ a orillas del Guadalquivir.

Y quedan pendientes otros dardos como los ataques a la capitalidad judicial o a la propia Universidad de Granada.

¿Han escuchado al alcalde ponerse de parte de Granada, peleando por mantener estos iconos del desarrollo educativo, cultural y científico?

A lo anterior podemos sumar que cuando todo el mundo está pendiente de presentar proyectos para acogerse a los fondos europeos de reconstrucción aquí se está esperando los peros de Pascua, con el antecedente de que dejamos escapar ya varios millones de fondos europeos que estaban destinados a la lucha contra el desempleo.

Y lo que ya clama al cielo es que Luis Salvador se ponga a defender el Ramal Central del Corredor Mediterráneo, (el que pasa por Madrid ciudad que inspiró a Serrat para componer la famosa canción), en lugar del Corredor Litoral que nos une con Almería, y con todo el litoral español, y con Antequera, y todo el resto de Andalucía. Con esto ya se me queda una cara descompuesta y respondo a la pregunta inicial: ¿A dónde vas Granada?, a la gallega, con otra ¿a dónde (pollas) nos lleva (a Granada) el alcalde?

IGNACIO HENARES

http://www.elindependientedegranada.es/blog/quo-vadis-granada