21 noviembre 2024

Los incidentes  en Barcelona han sido menos graves, pero no por eso menos preocupantes, el vandalismo se ha adueñado de las calles y ya nadie se acuerda de que las protestas fueron convocadas, en un principio, por el encarcelamiento de un rapero.

Ahora ya da igual, de lo que se trata es de quedar en el centro de la ciudad, desafiar a las fuerzas policiales y arrasar con todo lo que encuentran, asaltando comercios de lujo, saliendo de ellos con las manos llenas, lo que no deja de ser una paradoja: antisistemas robando el último modelo de Nike.

Frente a estas imágenes, las repercusiones políticas. En Cataluña porque los actos vandálicos se cruzan con las negociaciones para formar Govern y otra vez se sitúa a los Mossos d’Esquadra en la diana política. El mayor acto de cinismo, el protagonizado por Junts per Catalunya que, en plena negociación, critica la gestión de la policía catalana, gestión que, desde hace décadas, está en sus manos.

Y luego está Podemos, que se niega a condenar claramente los actos vandálicos, ya no solo la violencia, tampoco los saqueos ni los destrozos. Pablo Iglesias desvía el foco hacia los medios de comunicación a los que nos acusa de no abordar el fondo del problema, algo que es absolutamente falso. Dice el vicepresidente del Gobierno que mientras hablamos de la violencia no hablamos de la raíz del problema. Miente con esta afirmación. Se puede hablar de las dos cosas, como hacemos cada día.

Y atención con el peligro que conlleva el señalamiento a los medios, porque nos señala a cada uno de los que trabajamos en ellos, señala también a los redactores que a pie de calle cubren las informaciones y que se convierten en el blanco de muchos manifestantes. Si desde arriba se nos señala se abre la veda para que todo el mundo pueda hacer lo mismo, y esto es muy peligroso. Lo estamos viendo con las dificultades que encuentran cada vez más los compañeros para hacer ciertas coberturas en las calles. Cuando un miembro del Gobierno habla de los medios, habla de todos los que trabajan en ellos, así que, si nos señala, señala también a todos los que ocupan puestos de trabajo en esos medios. Este es un discurso muy peligroso y ciertamente paradójico si tenemos en cuenta que en el origen está el debate sobre la libertad de expresión.

CADENA SER

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