«PARIS» por José Enrique Granados
Hoy la Gacetilla quiere expresar su solidaridad con el pueblo parisino ante los brutales atentados sufridos en la noche de ayer. El hecho de los acontecimientos ha provocado que la publicación del día de hoy quede para otro momento, manifestando nuestra más tremenda repulsa ante dicho ataque terrorista.
Estamos en un mundo global y no podemos permanecer impasibles ante esto. Algunos lo han vestido como una guerra entre civilizaciones, entre dos conceptos del mundo: el occidental y el proveniente del mundo yihadista. Hay que ir más allá. Nos encontramos ante la vida o la expansión de la muerte.
No entiendo como esos que matan en nombre de Alá, no hace mucho tiempo, en nuestra Elvira, en nuestro Al-Ándalus eran la vanguardia de la ciencia, de la poesía, del culto a la literatura, la astronomía, la medicina, la agronomía, la literatura……..; hoy se han convertido en uno bárbaros que tratan de imponer en nombre de dios, el horror, la desolación, la barbarie, el caos, la muerte……..
Lo de ayer en París, lo de hace años en Madrid, Londres o New York, se repite día a día en otras muchas partes del planeta pero no salta a los medios de comunicación porque ocurre al otro lado. Las principales víctimas de los yihadistas no somos los occidentales; son los musulmanes que continuamente sufren las iras de esos iluminados que espoleados por el ansia de control, humillan, violan y matan a sus propios hermanos de religión. No hay una guerra entre occidente y el Islam, como argumentó Georges Bush para justificar la invasión a Iraq. Hay un continuo sufrimiento de una parte del planeta, la cual ansía vivir en paz, sometida a la tiranía del terror. Horror proveniente del hambre, de la injusticia, de la desigualdad, de la ambición por el control de los recursos naturales que permiten que la otra parte, viva en la opulencia.
Hoy quien está en peligro no es el mundo occidental, es la humanidad, es nuestro mundo, es la Tierra.
Seamos capaces desde nuestro pequeño lugar en el mundo, Atarfe, imponer cordura en nuestros hábitos cotidianos para construir un mundo más justo, solidario y tolerante, en donde todas las creencias, ideologías, religiones, comportamientos, tengan cabida. Y eso solo se consigue con respeto, deferencia al semejante, considerando nuestras diferencias.
Permítanme hoy esta licencia.