La Universidad de Granada dedica una sala del Palacio de La Madraza a Mariana de Pineda, por su “defensa de la libertad y los derechos individuales y colectivos”
La sala ha sido inaugurada con un acto en memoria de la heroína granadina al que ha asistido Pilar Aranda, rectora de la UGR, y la escritora Antonina Rodrigo
La Universidad de Granada quiere tener siempre presente la grandeza de Mariana de Pineda dándole su nombre a una de las salas del Palacio de la Madraza, sede de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea. La sala, que recibe esa denominación desde el 26 de mayo, ha sido inaugurada con un acto de homenaje a la heroína granadina en el 190 aniversario de su ejecución, ocurrida el 26 de mayo de 1831. Ese acto In memorian ha consistido en una conferencia de la escritora Antonina Rodrigo Mariana de Pineda, memoria viva de libertad, a la que ha asistido la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda Ramírez, que calificó el acto como “una tarde hermosa y bella” en recuerdo de la gran mujer que fue Mariana y que, gracias a la nueva sala, será nombrada, y por tanto recordada, de manera constante en la UGR.
La Sala de Mariana Pineda está dedicada a la heroína granadina como homenaje de la Universidad de Granada en su memoria “por la defensa de la libertad y los derechos individuales y colectivos”, como atestigua la placa instalada en su vestíbulo de entrada. El motivo de tal dedicación se debe a que los restos de Mariana Pineda, tras su ejecución a garrote vil en el Campo del Triunfo el 26 de mayo de 1831 durante la Década Ominosa del reinado de Fernando VII y su posterior exhumación, cinco años después, en 1836, del cementerio de Armengol, fueron trasladados en una urna de nogal en diciembre de 1837 a la Madraza –entonces sede del Ayuntamiento Constitucional de Granada- desde la basílica de las Angustias, ya que, a juicio del gobierno liberal de la ciudad, la urna no se hallaba conservada con la seguridad y decoro debidos en ella.
En los años posteriores, entre el 24 y 26 de mayo, se organizó un solemne traslado de la urna funeraria desde la Madraza hasta la catedral, donde se colocaba en un gran catafalco instalado en su nave central, celebrándose este último día una misa funeral en recuerdo de su ajusticiamiento y, a continuación, se procedía a su regreso en procesión a las casas consistoriales. Así, se celebró esta festividad anualmente, salvo cuando coincidió con las fiestas del Corpus Christi, hasta que, en 1845, durante la Década Moderada, los restos fueron nuevamente inhumados en una tumba de mármol en la cripta de la iglesia del Sagrario. De ella, se volvieron a exhumar el 9 de septiembre de 1854, durante el inicio del Bienio Progresista, regresando en su urna a la Madraza, donde se reinstalaría en la capilla del oratorio, hasta su inhumación definitiva en la cripta de la Catedral dos años después, en 1856.
En el interior de la sala, además de sus balcones a la fachada principal, destaca la conservación en su testero oriental de una pintura ilusionista que recrea una galería de arcos apuntados sobre un plinto corrido. Tras ella, se vislumbra una vegetación de arbolado, plantas y un gran arbusto, algunas de cuyas flores blancas penetran delicadamente a través de la reja de cierre de la arcada en el espacio arquitectónico fingido. Las representaciones de figuras orantes acompañadas de querubines alados en las enjutas sugieren un claustro gótico ajardinado. Una cenefa formada por cintas florales que anudan un entelado a modo de festón remata esta pintura mural de tradición romántica, que debe formar parte de la serie de intervenciones que, tras la desamortización del inmueble en 1861, llevaron a cabo los hermanos Echevarría al establecer en la Madraza su almacén de telas. A esta pintura, subyace una anterior, probablemente con fondos arquitectónicos. Asimismo, también es apreciable una restauración posterior.