25 noviembre 2024

En los productos de Nestlé debería figurar una advertencia de «peligro para la salud» semejante a las que vemos en los envases de los artículos tóxicos.

 
Y no por lo que piense yo, sino por lo que dicen ellos, los directivos de la marca, en cuyo último informe, de carácter interno, pero filtrado a la prensa, se reconoce que el 60% de su oferta no es saludable. Tal reconocimiento por parte de una empresa de alimentación debería ser suficiente para entrar en una crisis reputacional que la hundiera. Pero no será. Cuando todas las grandes marcas de la globalización entran en crisis reputacional, ninguna sufre crisis reputacional.
 
Fíjense en la banca, a la que permanecemos atados, aunque nadie confíe en ella debido a sus numerosas estafas de guante blanco. No sólo no ha pagado por ellas, sino que se han utilizado nuestros impuestos para arreglar los desperfectos provocados por sus desvaríos. Según los sucesivos ministros de Economía, iban a apoquinar hasta el último céntimo de lo que les habíamos prestado. Falso de toda falsedad.
 
Quienes sufren desde hace tiempo una crisis reputacional sin precedentes son las compañías eléctricas, responsables de numerosos muertos de frío, entre otras cosas. Pero han ganado miles de millones, como si gozaran de un aprecio popular fuera de lo normal. Un marciano, a la vista de lo que nos sacan, diría que las amamos. Pues no, las detestamos porque especulan con un producto de primera necesidad y lo hacen de una forma absolutamente despiadada y cruel con el apoyo, eso sí, de los sucesivos gobiernos que parecen estar a su servicio en vez de al nuestro. Estudien atentamente las nuevas tarifas, que se dirían pensadas por un comité de gentes de la noche.
 
De modo que si usted, amigo, amiga, compañero del alma, compañero, sufre una crisis reputacional por esto o por lo otro, no se apure. Las crisis reputacionales engordan. El mundo está así de loco. China permite tener tres hijos donde nadie en su sano juicio tendría medio, y la Iglesia sobrevive a los escándalos de pederastia, que crecen aquí y allá como la espuma. ¿Pasa algo? Pasa el cepillo en misa de doce y se forra.
 
Eso pasa.
 
J.J.Millás.