Una mesa redonda en torno al compromiso social de Mariluz Escribano cierra la Feria del Libro
Su intervención para evitar la pérdida del Carmen de los Mártires y salvaguardar barrios como el Albaicín abrió caminos en la ciudad
En el acto de esta noche intervendrán Manuel Martín, defensor del ciudadano de Granada; Remedios Murillo, de Ciudadanos y Mujeres por Granada; Paqui Fuillerat, del Colectivo Independiente de Mujeres, y Remedios Sánchez, profesora de la UGR y responsable del legado de Mariluz Escribano. El poeta y periodista Daniel Rodríguez Moya ejercerá como presentador.
El acto que esta noche –a partir de las 21.00 horas– cerrará la presente edición de la Feria del Libro nace de un cruce de caminos entre armas y letras. Las armas y las letras de Mariluz Escribano. Armas desprovistas de capacidad destructiva, por supuesto. No cabría otra opción en esta poeta de la concordia y la reconciliación. Solo la palabra como ariete supremo contra la injusticia y la barbarie, cometida contra personas y lugares de esta Granada que, en la locura de los primeros días de la guerra, le arrebató a su padre, de quien, como siempre dijo, heredó una bandera.
Todos ellos recordarán la figura de la poeta y profesora universitaria, quien tras volver del destierro al que la condenó la dictadura, se estableció en esa misma Granada a veces, como ella misma denunció, tan cainita y tan vacua. Esa ciudad que, como escribió en el prólogo de ‘Ventanas al jardín’, recibió, a veces con aplausos quedos y otras veces con críticas de pasillo, sus columnas «más o menos cargadas de literatura y de miradas limpias que intenten poner un poco de orden y de esperanza a las dificultades y los horrores de la cotidianidad».
Aquel volumen, hoy inencontrable, agrupó los artículos que Escribano publicó en IDEAL durante décadas, y es testimonio fiel de su compromiso, como lo fueron, más allá de las palabras, los actos. Y estos incluyeron desde el liderazgo en la primera huelga universitaria de PNN –Profesores No Numerarios– en la Escuela Normal, tras volver a la ciudad después de haber pasado año y medio en EE UU como profesora, hasta la fundación de asociaciones como Mujeres por Granada o Mujeres Universitarias, que sirvieron como plataforma para la unión de profesoras o ciudadanas que compartían sus mismas inquietudes, e incluso la fundación y mantenimiento de EntreRíos, una de las revistas granadinas de referencia cuando de literatura y pensamiento se habla. Números de la revista cargados de intención, como aquel que dio fe del gran patrimonio que atesoraban los conventos –algunos hoy desmantelados y vendidos en almoneda– y que pretendía, precisamente, frenar la especulación con el patrimonio.
Autonomía
Como recuerda la profesora Remedios Sánchez, «Mariluz Escribano luchó contra el sambenito franquista que convertía a las mujeres en ‘señoras de’ sin autonomía real de pensamiento o acción». Con un pequeño grupo de activistas, firmaron decenas de artículos en IDEAL contra la tala de árboles en la avenida de la Constitución, contra la pretensión de construir en el Carmen de los Mártires un hotel de lujo o contra el abandono del barrio del Albaicín, un tema que le preocupó profundamente durante los últimos años de su vida, y que sigue sin contar con una solución hoy día.
Nunca le dolieron prendas para hacer lo correcto. En una de las fotos que acompañan estas líneas se la puede ver en el Carmen, habiendo entrado por la puerta. Otras veces saltó una valla, acompañada por los infatigables José García Ladrón de Guevara y Fernando Fernández de Bobadilla, para comprobar el alcance de la destrucción de una parte mollar del bosque que rodeaba el edificio, y que aún hoy no se ha recuperado. «Estuvo siempre donde tenía que estar», resume Remedios Sánchez.
«El cemento ha crecido en la pradera; / y una guerra ha pasado por Granada./ Obuses de ladrillos levantan su insolencia / y dejan la tristeza de campos arrasados. / (…) La ciudad de Granada ha perdido la guerra. /Los especuladores guardarán de por vida / una negra conciencia de destrucción y muerte». Así reflejó Escribano en el poema ‘Olvidos de Granada’ su honda preocupación por el presente de la ciudad. Y todavía, a día de hoy, nadie parece haber recogido su bandera.