El perdón interesado del Prenda
El líder de La Manada, José Ángel Prenda, reconoce el delito y pide perdón en una carta que le puede proporcionar beneficios penitenciarios
Por primera vez, José Ángel Prenda, el líder de La Manada, ha reconocido en una carta la violación grupal de la que fue instigador y partícipe durante los Sanfermines de Pamplona en 2016.Desde la cárcel de El Puerto de Santa María, donde cumple 15 años de condena, en esta misiva fechada el 22 de julio y y que ha dado a conocer en exclusiva Caso Abierto, pide perdón a la víctima: «Por medio del presente escrito quiero manifestar a título personal (…) mi total arrepentimiento por el delito por el cual cumplo esta condena y mi solicitud personal de perdón a la víctima por los daños causados, los cuales lamento profundamente, y así mismo a sus familiares directos».
La carta está dirigida a la Audiencia Provincial de Navarra y pide a «la Ilustrísima Sala» que «este perdón sea comunicado y trasmitido a la víctima y sus familiares a través de los medios que dispone la Administración de Justicia para ello». A día de hoy, a pesar de la petición de la defensa, el tribunal aún no lo ha hecho, argumentando que no tiene obligación, ya que es precisamente la defensa la que debería hacérsela llegar al abogado de la víctima.
Los beneficios penitenciarios
El Prenda se encuentra cumpliendo la cuarta parte de su condena, un momento en el que puede empezar a disfrutar de algunos beneficios penitenciarios, como permisos de salida temporales. Para concederlos o denegarlos, la dirección de la prisión y el juez de vigilancia penitenciara se basan en la valoración de la Junta de Tratamiento. Esta, a su vez, suele tener en cuenta, además del tiempo de condena cumplido, el comportamiento y otras circunstancias, entre ellas el reconocimiento del delito, si ha pedido perdón a las víctimas y si ha restituido el daño. Respecto a este punto, en la carta se añade: «Trabajaré incansablemente por reparar ese daño», pero no especifica cómo, cuando ni siquiera se ha dirigido directamente a la víctima, sino que ha enviado el mensaje a través de las instituciones penitenciarias.
Precisamente porque El Prenda necesita casi de manera imprescindible reconocer el delito para poder disfrutar de los beneficios, la familia de la víctima considera falsa su petición de perdón. Además, él mismo confirma sus intenciones al final de la misiva: «Que por favor conste en mi ejecutoria y expediente penitenciario esta solicitud (de perdón) por escrito y se me dé copia de la misma». Así, deja claro que su principal objetivo es que quede constancia de este movimiento en su expediente.
Cinco años de daño incesante
Desde la violación en 2016, la víctima ha sido revictimizada una y otra vez y no solo por parte de sus agresores, ya que una parte de la sociedad e incluso algunos medios de comunicación no dudaron en apoyarles a ellos. Los entonces acusados se esforzaron por enfrentarse al potente movimiento feminista que bajo el lema Yo sí te creo se unió para apoyar a la víctima. Además, negaron durante cinco años los hechos y la acusaron de mentirosa.
La violencia institucional
Por si esto fuera poco, la víctima tuvo que luchar contra la parte más oscura de la violencia institucional hacia las mujeres en este país. Con todas las pruebas a su favor —mensajes de Whatsapp que narraban el momento, vídeos en los que se identificaba a todas las personas implicadas…—, el juez Ricardo González emitió un voto particular defendiendo la absolución de los agresores al apreciar un «ambiente de jolgorio y regocijo» en el vídeo de la violación. Aunque muchas personas expertas en psicología no dudaron en apuntar que la paralización de la víctima era algo totalmente normal en esa situación de shock, el magistrado se permitió cuestionar la credibilidad de la joven y someterla a un interrogatorio atroz e innecesario, poniendo de nuevo el foco de la culpa en la víctima.
Le preguntó si mostró su rechazo de alguna manera, a lo que ella respondió que tenía miedo y reaccionó sometiéndose. Él terminó arguyendo que no veía en su rostro ningún atisbo de oposición, rechazo, asco o miedo. Es más, defendía que ella sentía placer y seguramente lo más terrible proviniendo de un juez: «No es descartable que durante una relación sexual no consentida pueda llegar a sentirse y expresarse una excitación sexual meramente física en algún momento».
Si algo dejaron claro estas palabras era la necesidad imperiosa de una formación del poder judicial en temas de violencia de género. Gracias a este voto particular, el Tribunal Superior de Justicia condenó a los cinco acusados por «abuso sexual», al considerar que no había habido fuerza ni intimidación. Fue el recurso ante el Tribunal Supremo el que finalmente en 2019 lo catalogó como un delito continuado de violación y les condenó a 15 años de prisión.
Los jóvenes varones y la violencia de género
Precisamente ahora también han salido a la luz los resultados del Barómetro Juventud y Género. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad. Muestra que el 20% de los jóvenes varones de entre 15 y 29 años niega la violencia de género y la considera «un invento ideológico».
Hay que recordar que 1.113 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas desde el año 2003, dejando casi un millar de huérfanos. Además, todavía se continúa luchando para que se considere violencia de género mucho más de lo que ocurre en el «ámbito familiar», ya que, entre otras cosas, las violaciones y los abusos que se sufren diariamente por ser mujeres también son violencia de género.
Para terminar, es interesante destacar un dato positivo del barómetro. Los principales avances en esta materia se han producido en mujeres. Desde 2017 hasta 2021, el porcentaje de mujeres que se consideran feministas ha aumentado del 46,1% al 67,1%. Es imprescindible seguir destapando el machismo social y el institucional —como en el caso de La Manada— y continuar luchando contra la violencia más universal y antigua: la violencia contra las mujeres.
Foto: Canvalca