La salud mental en la adolescencia
La adolescencia es una etapa difícil, complicada, de cambios… una etapa vital compleja, en la que es importante prestar atención y evitar riesgos, porque es el momento en que se inician la mayoría de los problemas de salud mental. Desde OCU ponemos el foco en 7 claves que te ayudarán a proteger la salud mental de los adolescentes.
Proteger la salud mental de los adolescentes
La adolescencia es la etapa del cambio por excelencia: se deja atrás al niño y se comienza el camino a la búsqueda de una identidad propia. Es el momento del desarrollo de la individualidad, pero también una época de conflictos y tensiones. Para las familias es una etapa bonita, y compleja y difícil, con el reto añadido de acompañar a los adolescentes, darles su espacio, pero sin dejar de cuidar todos los aspectos de su vida, también la salud mental.
Riesgos reales
La mayor parte de los problemas de salud mental se inician durante la adolescencia.
Según la OMS, entre el 10% y el 20% de los adolescentes del mundo desarrollan algún trastorno mental, y en muchos casos, estos pueden prolongarse y llegar hasta la edad adulta.
Ansiedad, depresión o adiciones son los problemas de salud mental más frecuentes entre los adolescentes (según una reciente encuesta de FAROS Sant Joan de Déu). Pero no son los únicos: también pueden surgir en esta etapa y afectar a los adolescentes trastornos del del comportamiento o de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia).
Cómo cuidar la salud mental de los adolescentes
La vivencia de acontecimientos estresantes (el fallecimiento o la enfermedad de un familiar cercano, un divorcio, etc.), pueden precipitar el desarrollo de este tipo de problemas, y también el propio temperamento del adolescente y sus factores genéticos. En cambio, la mejor protección frente a esos problemas psicoemocionales viene de los hábitos de vida y las habilidades y estrategias personales que se les hayan inculcado, así como del entorno: familia, colegio, comunidad…
Si proteger y promover la salud mental es fundamental en cualquier momento, aún lo es más en la adolescencia, ponemos el foco en 7 cuestiones importantes para contribuir a promover ayudar la salud mental de los hijos en esta etapa.
1. Asumir el cambio (y la pérdida)
Durante la adolescencia todo cambia… y también a nivel cerebral se producen grandes reestructuraciones responsables de sus cambios comportamentales y relacionales. Para los padres es un momento de pérdida y no siempre es sencillo asumir los cambios de los que son testigos.
- ¿Cómo hacerlo? Infórmate (en fuentes oficiales) sobre los cambios cerebrales y biológicos que atraviesan tus hijos en esta fase. Te ayudará a entender muchas cosas.
2. Ser modelo
Recuerda que los adultos son un ejemplo constante para los más pequeños de la casa, y eso sigue siendo así en la adolescencia. No te olvides de predicar con el ejemplo.
- ¿Cómo hacerlo? Sé coherente y consecuente. Procura adoptar las mismas medidas o normas que trasladas a tus hijos. Por ejemplo, haciendo deporte, en la dieta, en la utilización de la tecnología.
3. Fomentar un estilo de vida saludable
Es conveniente seguir unos hábitos de vida sanos y equilibrados en la alimentación, ejercicio físico, sueño, higiene, etc.
- ¿Cómo hacerlo? Cuanto antes se inculquen y compartan estos hábitos, más arraigados estarán, con lo que resultará más fácil mantenerlos. Fomenta una dieta sana desde pequeño, anímales a la práctica de deporte, sin poner trabas a que vayan probando los que más les gusten. Y si es posible, practicarlo juntos en el tiempo libre, será algo más para compartir.
4. Dar herramientas para autoregularse
Crecer también es aprender a gestionarse uno mismo, responsabilizarse. Y este es un aprendizaje constante, pero necesario. Los adultos del entorno pueden ayudarle a identificar sus estados emocionales, el porqué de su comportamiento, impulsos o estallidos. También ayudartes a conocer sus preferencias y a saber qué hacer para alcanzarlas.
- ¿Cómo hacerlo? Apoyándolos y acompañándolos en los retos, éxitos y fracasos. Dialogando. Es importante reforzarles, facilitando la búsqueda de su identidad. Muestra a tu hijo su comportamiento, qué hace y por qué, y cuando sea necesario, reprende ese comportamiento, pero nunca su persona. Lo que hacen, no lo que son.
5. Comunicarse siempre
Es vital comunicar de forma activa y empática, manteniendo un equilibrio entre el papel que tienes como padre y orientador, y el espacio propio del adolescente.
- ¿Cómo hacerlo? Cada adolescente se comunicará a su manera. Hace falta identificar cómo lo quiere hacer, para adaptarnos a ello y crear esos espacios tan a menudo como sea posible. Siempre sin imponer, sin juzgar, intentando comprender su postura, sin perder de vista la autoridad propia… pero mostrándonos en todo momento disponibles, abiertos y atentos
6. Vigilar el uso de la tecnología
El móvil, Internet, las redes son ventanas abiertas al mundo, a los otros… son una oportunidad, pero también un riesgo. Hay que inculcar un uso razonable de dispositivos tecnológicos en tiempo y forma, para evitar que caigan en comportamientos de riesgo.
- ¿Cómo hacerlo? Se deben establecer límites de tiempo en el uso de las TIC, para asegurar horas o actividades libres de pantallas. Edúcales en el uso responsable y respetuoso con los demás, en los riesgos que se asumen al publicar información personal en Internet. Y mantente tú también informado de las medidas y filtros de seguridad que deben tener los dispositivos de tus hijos, cuáles son las redes sociales que tienen y utilizan…. Son menores y eres responsable.
7. Detectar las señales de alarma
Mantente alerta para identificar o posibles señales que indiquen malestar o un problema psicoemocional incipiente.
- ¿Cómo hacerlo? Sin acosar, pero sin desentenderte, mira si se muestra esquivo, aislado, callado o si presenta estallidos de ira, hostilidad. Vigila si se producen cambios de peso importantes, alteraciones en la alimentación o en el sueño. Repara en si de repente rechaza realizar actividades que le resultan placenteras, no quiere ir con sus amigos o si tiene problemas académicos… Estos comportamientos pueden indicar un problema de salud mental o simplemente un momento transitorio especialmente difícil: si las señales se mantienen, se agravan o hay problemas en distintas áreas a la vez, es el momento de consultar con un profesional de la salud.