Blanca Li revoluciona en su ceremonia de ingreso la Academia de Bellas Artes francesa
La bailarina española asume oficialmente su sillón en la nueva sección de coreografía con varios números de danza bajo la solemne cúpula de la centenaria institución
Tras la pompa de una ceremonia repetida desde hace más de dos siglos con unos ritos bien establecidos —uniforme especialmente creado para ello, espada incluida, y discurso solemne bajo la majestuosa cúpula del Instituto de Francia —, está siempre la emoción. Una emoción que en el caso de Blanca Li se multiplica: la coreógrafa y bailarina española (Granada, 57 años) se ha convertido este miércoles en la primera artista que ocupa formalmente uno de los cuatro sillones de la nueva sección de Coreografía de la Academia de Bellas Artes de Francia, creada hace apenas tres años. Li es así la primera coreógrafa que entra de pleno derecho en este templo dedicado a promover el arte en uno de los países que más valor le dan a sus diversas expresiones, pero que hasta ahora no había reconocido la danza al mismo nivel que la pintura o el cine. Y lo hace con la conciencia además de que es una de las pocas mujeres, y escasas extranjeras, que reciben lo que la también realizadora y artista multimedia no duda en calificar como un gran reto y responsabilidad “emocionantes”.
Un nuevo tiempo que Li ha querido poner en evidencia rompiendo con varios números de danza la habitual solemnidad de las ceremonias de toma posesión de sus sillones por parte de los nuevos académicos. Para la suya, celebrada este miércoles bajo la famosa cúpula de la sede parisina del Instituto de Francia, que alberga a las cinco grandes academias francesas, entre ellas la de Bellas Artes o la Academia Francesa, a la que podría ingresar próximamente el escritor en lengua española Mario Vargas Llosa, la coreógrafa ha orquestado una selección de piezas de danza clásica y contemporánea entre las que ha incluido una eléctrica coreografía a ritmo de música electrónica, ante la mirada atónita de algunos académicos.
“Es increíble, muy emocionante, me hace mucha ilusión que me hayan acogido siendo una artista de origen español, y mujer y bailarina”, dijo Li a EL PAÍS poco antes de la ceremonia. “Entrar como mujer y coreógrafa es aún más importante, porque ha sido un lugar reservado para los hombres durante siglos y es muy importante que ahora las mujeres artistas, las creadoras, formen parte de esa academia”, agregó.
La tradición dicta que cuando un nuevo miembro asume uno de los 63 sillones de la Academia —generalmente un año después de su nominación, aunque la pandemia de coronavirus ha perturbado todos los tiempos— es presentado ante los demás miembros por otro integrante de la institución. En el caso de Li, ha sido Frédéric Mitterrand, miembro de la sección de cine. El exministro de Cultura francés y sobrino del presidente socialista François Mitterrand destacó el “trabajo intenso” de una artista como Li, que “nos sorprende, nos transporta, nos asombra, nos pierde y nos recoge, que nos reconcilia con la vida cuando nos parece demasiado dura y cuando dudamos de nosotros mismos gracias a su ímpetu, su fantasía, su generosidad y su elegancia, que logran lo esencial, hacernos al menos un poco más felices”.
El nuevo miembro, por su parte, debe dedicar su discurso a su predecesor en el “sillón”. Al ser un asiento de creación nueva, Li aprovechó su alocución para celebrar el reconocimiento de la coreografía como un arte propio, un arte que, por tener “el cuerpo como instrumento”, tradicionalmente e incluso en algunos países hasta hoy, genera “desconfianza y anatema”, lamentó. “La danza tiene en sí una fuerza irresistible, puede que sea eso lo que asusta de ella”, continuó en su discurso ante académicos e invitados, entre ellos amigos y compañeros artistas. La española se comprometió además a trasladar a la Academia su concepción del arte “profundamente universal y transdisciplinario”.
Dedicada a “promover y alentar la creación artística en todas sus expresiones y vigilar la defensa del patrimonio cultural francés”, la Academia de Bellas Artes está compuesta de nueve secciones, entre ellas pintura, escultura, arquitectura, cine y, solo desde octubre de 2018, también coreografía. La creación de esta última sección “es muy importante porque abre la puerta al arte de la danza y lo reconoce como tal en esta institución tan importante”, señala al respecto Li. Francia “es un país que ama mucho la danza y esto era algo que faltaba, algo que era importante para completar ese amor por el ballet y que realmente estuviera integrada con las otras artes”.
Junto a Blanca Li, en abril de 2019 fueron elegidos también los coreógrafos franceses Thierry Malandain y Angelin Preljocaj. Un año más tarde, la estadounidense Carolyn Carlson resultó seleccionada como la cuarta integrante de la nueva sección. La española y la norteamericana son dos de las solo 11 mujeres que integran actualmente la Academia, que tiene aún siete sillones vacantes.
La española, que aunque lleva desde 1992 instalada en Francia mantiene estrechos vínculos con su país de origen —actualmente dirige los Teatros del Canal, el buque insignia de la cultura madrileña—, espera que su nuevo estatus como miembro de la Academia le permita lograr un sueño largamente acariciado: promover la danza desde la infancia, integrándola en los programas educativos.
“Vamos a trabajar para que la danza forme también parte de la educación desde niños, que sea algo que se estudie en la escuela como se estudia música o pintura”, explica. Según Li, la danza permite una relación con el cuerpo “que es natural cuando eres niño, pero que vas perdiendo según te haces adulto, porque es algo que si no lo fomentas, después no está. Lo que he visto trabajando con niños en las escuelas es que les da muchísima libertad y autoestima y les da también mucha seguridad descubrir su cuerpo y saberlo utilizar”.
La renombrada artista internacional, que no olvida que tuvo que abandonar su país en los años noventa para poder explotar todo su potencial y lograr sus sueños, espera a la par poder impulsar ahora más que nunca su arte también en España. “Yo me tuve que ir porque sabía que no iba a poder hacer mi carrera como creadora, y necesitaba un mínimo de medios para trabajar y los encontré en Francia”, recuerda Li en su conversación con este periódico. “Sería muy importante para la danza [española] tener una verdadera política cultural dedicada al desarrollo de la danza y ayudar a mantener un poco a esos creadores que viven siempre en una fragilidad que para ellos es un poco su día a día, y así es muy difícil mantener una compañía de danza”, señala.
Porque talento no falta, subraya la polifacética artista, que en 2009 recibió en España la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. “Ahora que dirijo los Teatros del Canal, estoy redescubriendo en España toda la danza. Y hay una cantidad de creadores increíble con un talento increíble, tenemos compañías maravillosas. Creo que tenemos que darles más ayudas, porque la danza es un arte que necesita apoyo y es importante que encontremos la manera de dárselo, para que toda nuestra danza pueda viajar y llegar también a ser conocida en otros países”.