Tras “Los Cielos de Tordesillas”, novela histórica sobre Juana I de Castilla, el profesor y escritor atarfeño Pedro Ruiz-Cabello Fernández nos vuelve a deleitar con la lectura de su última novela publicada por editorial “Verbum” con el título “Sol de Invierno”.

En sus páginas el autor nos describe el profundo amor que late en el corazón de una anciana que ha sobrevivido a sus seres queridos. La experiencia de un amor de juventud fallido por la pertinaz oposición de su padre, un labrador de la vega granadina, no ha conseguido desanimarla. Su intensa fe en un Dios, que la ama y la protege, es el motor que anima su vida y que la lleva a aceptar que la muerte no es el fin, y que sus seres queridos fallecidos siguen estando muy presentes. La acompañan en su soledad y sueña y habla con ellos. Su firme creencia en Cristo le impulsa también a ayudar a los más necesitados, desafortunados y desarraigados, los pobres del Evangelio. El personaje de Isabel, que así se llama la protagonista, está inspirado en la propia madre del autor. Y como buen narrador, mezcla con sumo acierto la realidad con la ficción. Isabel posee una fina sensibilidad que canaliza en la lectura y el dibujo. Otro personaje importante en la novela, junto a otros, es la sobrina de Isabel, María. Tanta es la pasión que le transmite su tía por la lectura que acaba convirtiéndose en una prometedora escritora.

El autor, fiel a su estilo, se aparta totalmente de la literatura comercial y mediática. Como afirma Edmon Cros, profesor emérito de la universidad Paul Valery de Montpellier “Los soportes mediáticos han hecho proliferar la producción literaria comercial, por lo que la literatura actual se encuentra totalmente sometida a las leyes del marketing”. Pues bien, él no acepta esta sumisión y escribe como siempre lo ha hecho, directo al alma y reflexionando sobre los principales temas que preocupan al ser humano.

Usa una prosa poética, profunda e intimista, que cautiva desde el primer párrafo y que eleva nuestro espíritu. Como docente, sabe que la literatura también educa y el amor es el mejor ingrediente para tal propósito. Su novela lo destila a través de todas sus páginas.

Igual que en sus otras novelas, el paisaje es el otro gran protagonista. Él lo convierte en un ser con identidad propia. Extraigo un pasaje en el que describe con especial maestría el campo de la vega granadina:

“Hacía una tarde espléndida de primavera, con un sol gallardo que derramaba su hermosa luz por el paisaje. El camino que conducía a las fincas de Miguel serpenteaba entre acequias y balates alfombrados de cencida hierba. A un lado y a otro se sucedían besanas de tierra morena, tupidos alfalfares y trigales que describían amplios abanicos con el soplo de una ligera brisa. A lo lejos se distinguían madejas de choperas sobre un fondo de lomas y de colinas bordadas de olivos”

Si hubiera que expresar con dos palabras la experiencia vital de Isabel, su protagonista, estas serían “bondad” y “generosidad”. A pesar de los palos que le da la vida, su fe en Dios le hace clamar a voz en grito que la receta para alcanzar la felicidad es muy sencilla: entregarte por amor a los demás.

Recomiendo vivamente la lectura de esta novela. Al menos a mí me ha elevado el espíritu y me ha hecho reflexionar sobre lo que de verdad es importante en esta vida.

 

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