En cinco años ha habido un cambio drástico en esta tendencia, que tuvo un verdadero ‘boom’ en los 2000 y luego años de decadencia con la crisis económica

Cuántas broncas domésticas han girado en torno a algo tan pequeño como un pendiente en la oreja de un chico. Sobre todo, en décadas pasadas, cuando era una herencia del punk que llegaba a España y todo un signo de rebeldía, mal entendido por la mayoría de la población (sobre todo, la madura). «’Todos van a pensar que eres maricón’, ‘quítate eso, que si no te lo quito yo con un alicate’, ‘así no vas a encontrar trabajo nunca…’». Eriko Puente, del estudio zaragozano 62 Rosas Tattoo y anillador profesional con veinte años en el gremio, repasa todo el catálogo de lindezas que escuchaban antaño los chicos que se lanzaban a ponerse un pendiente. Él mismo, cuando de jovencito apareció en casa unas Navidades con uno en la oreja y otro en la nariz, causó una debacle familiar. «Mi padre estuvo días sin hablarme», recuerda.

Ahora mismo, cada vez son menos frecuentes estas situaciones. De hecho, muchos padres de chavales con pendiente llevan o han llevado esta joya en sus orejas. Así lo explica Eriko, quien cree que también ha perdido su ‘halo macarra’ en la mayoría de los casos. Desde que futbolistas, modelos y famosos los han llevado (o llevan) incluso con sus looks más elegantes, ya es algo hasta trivial. ¿Ha muerto entonces la moda del pendiente masculino como signo de rebeldía? El anillador asegura que está viviendo una segunda época dorada, pero distinta a la de 2000, «cuando yo perforaba a saco, ni sé la cantidad que ponía al día».

Tras este ‘boom’ vino la crisis económica y hubo un bajón de chicos con pendientes (había menos ganas, menos dinero y problemas de empleo), pero esta tendencia cambió «hace unos cinco años». «Empezó a subir el número de clientes que querían pendientes, pero ya no el típico, que también, sino en partes de la oreja que no son el lóbulo -tanto en la parte superior del cartílago (llamado helix) como en ese triangulito de carne que hay a la entrada de túnel del oído (tragus)-. Es decir, desde entonces, nos piden trabajos más técnicos. Y esto los chicos y también las chicas, no hay diferencia entre sexos». También es cierto, apunta, que ahora hay una gama de pendientes «muy chulos y para todos los gustos» que animan mucho a perforarse, ya no es como antaño, ya que antes todos se quedaban en el arito, la bolita o, a lo sumo, un brillante pequeño. El diseño en joyería masculina de pendientes vuela solo desde hace mucho, con colores y materiales muy variados y formas exóticas para los atrevidos. De hecho, las firmas de gran lujo han visto la jugada y apuestan por piezas unisex. Ahora mismo, por ejemplo, chicos y chicas se pirran por los aros con dijes.

Cada vez etiquetan menos a quien los lleva: ni puedes adivinar si es ‘de chico’ o ‘de chica’ ni mucho menos una ‘marca’ de la tendencia sexual de su dueño. «Sí, antaño había una especie de código, pero es más una leyenda urbana. Que si lo llevabas en una oreja u otra eras gay o hetero… ¡Tonterías!», indica Eriko. Ahora, de hecho, muchos chicos se los ponen en las dos.

Lo que prima a la hora de que un chico se ponga o no pendiente o pendientes es su gusto personal, la estética que quiere conseguir, no hace falta ningún mensaje ‘social’ o sexual. «Lo de que es de macarras ha pasado, efectivamente a la historia. Y lo de ‘es de chico’ o ‘es de chica’ va por el mismo camino. La tendencia es que en estética vamos hacia un universo cada vez más unisex: en pendientes, en estampados de las prendas, en uñas pintadas… En el mundo de la moda, los prototipos masculino y femenino se diluyen», argumenta María Uranga, asesora de imagen.

«Hace nada entré en un comercio muy conocido y el dependiente llevaba una perla en la oreja. Y me llamó tanto la atención que le pregunté y me dijo que era de su abuela. Nunca había visto a un chico con una perla. ¡Le quedaba genial! ¿Por qué no? Sabía llevarlo, que es lo importante», recalca Uranga. Así que ya no hay fronteras. Y cada vez menos rigidez a la hora de vestirse y adornarse. Lo único imprescindible es que todo lo que te pongas o te hagas «lo sepas defender, y eso solo depende de tu actitud». Como todo, hay que saber llevarlo.

Así que, si eres hombre y quieres elegir el que mejor te sienta, ahí van unas claves según las reglas básicas del estilismo.

Atiende a la forma de la cara

Un rostro alargado ‘pide’ pendientes redondos. Uno cuadrado, redondos o con curvas, mientras que una cara redonda queda mejor con pendientes cuadrados.

Poco a poco

Para principiantes, es mejor elegir modelos pequeños y que encajen en nuestro look (y el tamaño siempre, siempre, acorde al de nuestro cuerpo, debe ‘encajar’). «Siempre hay tiempo de evolucionar», indica el anillador. Además, es preferible que haga juego -en cuanto a color o metal- con otros complementos, como el reloj, por ejemplo. Los modelos más coloridos e impactantes o la mezcla de metales, solo si vas muy ‘casual’. Si vistes más formal, mejor algo más neutro.

¿La cantidad importa a la hora de ser estiloso?

Con los pendientes siempre hay que ir de menos a más. Y probar, probar y probar. Es un elemento que va en la cara, muy visible, así que mejor iniciarse con uno y, si nos gusta, ir sumando más en la misma oreja o pasarse a la otra. Influencers y famosos se decantan últimamente por dos, uno en cada lóbulo. «Se trata de buscar un equilibrio en el que nos veamos favorecidos», indica Eriko.

¿El primero? Mejor de titanio y nada de pistolas de farmacia

Quienes no se animan a perforarse las orejas siempre pueden recurrir a pendientes con cierre de clip -los hay muy buenos ya- o con un cierre de imán. Y, si te gusta el resultado, das el paso. Eso sí, si lo haces, Eriko aconseja ir «a un sitio profesional y evitar que te hagan los agujeros con pistola en la farmacia». ¿Pero no es lo mejor? «No, no ‘miden’, hacen agujeros de fábrica y las orejas no son todas iguales, ni siquiera las dos que tenemos lo son», apunta. Según explica, un buen perforador trata de corregir las asimetrías propias del rostro midiendo milímetro a milímetro. «Hay que tener cuidado con el ángulo, la longitud, los materiales deben ser de calidad… Cuando la gente dice que se les infecta, es porque algo de esto ha fallado y porque no les han dicho cómo cuidar la cicatrización». ¿Lo mejor para ‘estrenarse’? Un pendiente de titanio puro.

 

SOLANGE VÁZQUEZ

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