24 noviembre 2024

La ausencia de lluvia en los últimos cuatro meses pone en peligro las reservas de agua y deja en el aire las cosechas

Las precipitaciones entre octubre y enero han estado muy por debajo de la media, según la Aemet, y las previsiones apuntan a una primavera con un 50% de probabilidades de tener menos lluvias que el promedio. Todo ello deja en una situación delicada a las reservas hídricas, que podrían enfrentarse a una gran sequía.

«No tenemos los datos confirmados, pero todo apunta a que este último mes de enero estará entre los tres más secos de lo que va de siglo XXI», dice Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). La lluvia en este primer mes del año ha brillado por su ausencia en prácticamente todo el territorio del estado. Salvo en la zona occidental de la cornisa cantábrica y en canarias, las precipitaciones han estado por debajo de los valores medios habituales para este mes invernal.

«Hemos tenido un enero muy seco», agrega Del Campo, que señala a las «persistentes situaciones anticiclónicas» como causa principal de esta falta de lluvias. «No podemos achacarlo directamente al cambio climático, porque hacen falta estudios, pero encaja con que esta situación sea cada vez más probable en el futuro. La certeza que sí tenemos es que los periodos secos son ahora más largos que hace décadas en zonas como el sur peninsular». 

Los malos datos de enero, con unas temperaturas por encima de la media histórica, según Aemet, llegan después de un otoño marcado también por la falta de nubes negras. Así, en el primer mes del año hidrológico –comienza el 1 de octubre– se han registrado a nivel peninsular un 25% menos de precipitaciones que la media para esa época del año. En noviembre, un 29% menos; y en diciembre, un 25% menos. Julio Barea, doctor en Geología, experto en hidrogeología y portavoz de Greenpeace, explica que estos porcentajes ya están empezando a dejar su huella en los embalses, con niveles muy bajos pueden preludiar, si la tendencia no cambia, una sequía abrupta en España.

Los embalses terminaron el mes de enero al 44,8% de su capacidad 

Según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica, enero se ha cerrado con los embalses al 44,8% de su capacidad. En 2021, a estas alturas, la reserva hídrica estaba siete puntos por encima, al 52,2% de su nivel máximo. «Podemos asumir que, en la península, el invierno suele tener demasiadas lluvias. El problema viene con el otoño que hemos pasado, sin lluvias. Si la primavera sigue igual podemos tener problemas», indica Barea.

Las previsiones no son halagüeñas. Según la Aemet el mes de febrero, al igual que enero, será especialmente seco y las proyecciones para marzo y abril tampoco pronostican un exceso de agua caída del cielo. «La predicción trimestral que tenemos nos dice que sólo hay un 20% de probabilidades de que haya más lluvias de lo normal, un 30% de que se mantengan en la media y un 50% de que se queden por debajo de los niveles medios del trimestre», detalla Del Campo.

Cultivos en peligro

Andrés Góngora, responsable de Frutas y Hortalizas de Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), asegura que las cosechas ya empiezan a notar los efectos de la falta de agua y augura problemas si el cielo no empieza a arrojar agua a los cultivos. «El secano es el que peor está. Hay que tener en cuenta que dependen directamente de la lluvia», dice. «Los cereales que se sembraron en otoño deberían estar saliendo ya y tener, al menos, un palmo de altura, pero no han brotado y los que sí lo han hecho se están secando», agrega. Según las estimaciones de la organización agraria, al menos el 30% de los cereales sembrados podrían perderse en las próximas dos semanas si no empieza a llover.

El 30% de la cosecha de cereal podría perderse por culpa de la sequía

Lo que pase los siguientes meses es crucial para prácticamente todas las cosechas de regadío del país, sobre todo las de la cuenca del mediterráneo. «Por ahora se han conseguido sacar adelante [los cultivos], porque en esta fase los consumos de agua no son tan elevados. El problema va a venir en abril, que es cuando se necesitan, a nivel general, riegos más abundantes», advierte, para denunciar que la alternativa del riego procedente de desaladoras está marcado por la subida de precios de la energía, siendo actualmente la última opción a la que recurrir para sortear la crisis hídrica.

Riesgo de sequía

La ausencia de precipitaciones abre la puerta a una gran sequía. Aunque el consumo humano parece asegurado, hay algunas zonas de España, como en las cuencas del Guadiana o en determinados puntos del Guadalquivir, donde empiezan a aparecer algunas dudas sobre el abastecimiento. En Tentudía, Badajoz, se han anunciado cortes de suministro de agua en las segundas residencias y en determinadas explotaciones ganaderas. Los grifos, no en vano, se podrán abrir en la franja de las 09:00h y 12:00h. Es sólo una muestra de lo que podría venir si la tendencia no cambia esta primavera.

Si la tendencia no cambia y si los gestores siguen sin encontrar soluciones, sostiene Barea. «Ya hay municipios con problemas y esto no sólo es por la falta de lluvia. Las reservas de agua están como están porque se ha seguido manteniendo un riego elevado, además de la turbinación eléctrica. La única forma que tenemos para combatir una sequía es disponer de reservas de agua. Si no, ¿cómo repartes la escasez?», se pregunta el conservacionista.

El experto no reclama un cierre del suministro agrario, pero sí que se comiencen a tener en cuenta, en situaciones como la actual, el tipo de cultivo que está sacando el agua de los embalses. «Debe haber una prevalencia para uso humano y para mantenimiento de los caudales naturales», apunta. «Después se debe discriminar si es una gran explotación industrial o si es un agricultor pequeño, porque no es la misma cantidad de agua la que se va a usar», zanja.

Alejandro Tena

FOTO: Vista del embalse de Lindoso, en Ourense, el pasado mes de noviembre de 2021. Miguel Riopa / AFP
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