«A lo largo de la década de los años cuarenta, la remolacha dejó de ser un cultivo preferente en La Vega, sin que se perciba en el transcurso de la misma el menor síntoma de reactivación.

La densidad fabril de La Vega era superior a las posibilidades y oportunidades de producción de la misma y para su descongestión se hizo necesario el traslado de fábricas a otros lugares productivos.
 
Así, la Sociedad General Azucarera, que había procedido al cierre de Santa Juliana tras la campaña de 1931, realizó el traslado íntegro de la misma en los años siguientes. No es extraño que de las restantes cinco fábricas hubiera campañas en las que trabajaron menos de la mitad. Por ejemplo, en la campaña de 1939-40 únicamente trabajó la de San Isidro y en la campaña siguiente lo hicieron únicamente Nueva Rosario y San Isidro. Tras la campaña de 1949 únicamente quedaron en funcionamiento en La Vega las fábricas de San Isidro, La Vega y Nueva Rosario, mermadas sensiblemente en su capacidad industrial.
 
El cultivo de remolacha había ido descendiendo de forma que su producción llegó a ser insuficiente para dar trabajo a plena capacidad a las azucareras supervivientes, de manera que el ciclo de la remolacha, que tan brillantemente se había iniciado a finales del siglo XIX, bajó un peldaño desde comienzos de los años cuarenta, el siguiente a comienzos de los sesenta y el definitivo a comienzos de los ochenta, con el cierre de las dos últimas fábricas: La Vega en 1982 y San Isidro en 1984 (Martín, 2009).
 
Tres causas se han venido tradicionalmente barajando a la hora de explicar la decadencia de la industria remolachera granadina.
 
En primer lugar, el descenso de los rendimientos medios, derivado a su vez de dos circunstancias: la falta de abonos ocasionada por la guerra civil y el agotamiento de los suelos debido al cultivo constante y repetido de una planta esquilmante del terreno.
 
En segundo lugar, el precio oficial, poco remunerador, del azúcar, frente a otros cultivos como el trigo o la patata, de mayor necesidad y venta más fácil, o el tabaco, de mayor cotización.
 
En tercer lugar, las peores condiciones climáticas de La Vega de Granada, frente a otras zonas remolacheras del norte de España, más húmedas y frescas.
 
De todas ellas, la primera es la que prevaleció en el comienzo de la crisis. Los precios de los productos fueron los mismos en toda España y si la remolacha no resultaba rentable en La Vega era, fundamentalmente, por su debilidad productiva frente a otros cultivos más regulares. Además, las dificultades climáticas situaban los rendimientos de azúcares de la remolacha granadina entre uno y dos puntos por debajo del rendimiento nacional.” (Estudio del paisaje de la industria azucarera de la vega de Granada (Pedro Salmerón).
 
Esquema de producción del azúcar. Muchos atarfeños trabajaron en estos procesos.
Curiosidades elvirenses
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FOTO: DE ATARRFE EN PAPEL
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