Desde que mi libro Educar es amar, vio la luz, lo he presentado en varias ocasiones. Una de ellas, iba a ser la organizada por el Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga que, finalmente tuvo que ser aplazada debido a la pandemia. En cuanto sea posible la haremos.

Tengo mucho interés en este encuentro, ya que está orientado para futuros y futuras docentes. Más que presentar el libro, quiero aprovechar la ocasión para provocar una reflexión y, debate, sobre algunas cuestiones claves de la Educación. No es muy habitual que, antes de empezar mi exposición, les plantee a los asistentes que se pronuncien sobre dos cuestiones: ¿Qué ideas previas tenéis sobre lo que es educar? ¿Creéis que da igual que utilicemos un paradigma educativo u otro? Tras mi exposición abriremos un debate.

Educar desde los conocimientos científicos

Se dice con frecuencia que, tenemos de manera mayoritaria, unas enseñanzas del siglo XIX para unas necesidades sociales del siglo XXI. Parece como si para la institución escolar no pasara el tiempo, o que, lo hiciera de una manera exasperantemente lenta. En muchos centros educativos, se sigue trabajando con métodos y prácticas docentes, sustentadas en las propuestas cerradas de los libros de texto, en donde el memorismo y las repeticiones son los elementos didácticos predominantes.

A lo largo del tiempo ha habido, sin embargo, prácticas innovadoras basadas en la observación sistemática de las actividades humanas y los procesos naturales, en la constatación de la eficacia de algunas intuiciones didácticas, en la creación de ambientes educativos estimulantes y, además, de seguridad emocional. Propuestas como las de la Institución Libre de Enseñanza o técnicas como las de Celestín y Elise Freinet, pueden ser dos magníficos ejemplos, no tan lejanos en el tiempo.

En la actualidad, los avances científicos conseguidos por la Neuroeducación, nos permiten conocer mucho mejor el funcionamiento del cerebro en los procesos de enseñanza-aprendizaje. El sistema límbico, junto a la corteza cerebral, forman una maravillosa red de sinapsis neuronales, que captan percepciones e información, las guardan en la memoria y son estimuladas por las emociones para construir los saberes. Conocer y aplicar estos avances, debería ser imprescindible para llevar a cabo la acción de educar. Decimos que educar es amar y, habría que añadir también que, educar es emocionar.

Ilustración del Sistema Límbico

Necesitamos un clima escolar que cuide las emociones y los afectos

Cuando educamos desde el amor, favorecemos que afloren los sentimientos y las emociones. Para que esto sea posible, necesitamos un ambiente escolar que esté basado en la participación de todos los sectores de la comunidad educativa y, donde la organización, el funcionamiento y la convivencia, sean debatidos y consensuados de manera colectiva. Los centros escolares y la educación que se desarrolla en ellos, nos conciernen a todos y todas.

La participación de las familias y del alumnado, no han sido recogidas de manera demasiado generosa en nuestras leyes educativas. Ni siquiera, cuando estas han querido ir más lejos, han posibilitado una participación real y efectiva. Los Consejos Escolares son instituciones en las que la participación de las familias y, el alumnado, languidecen por lo menguado de sus competencias y por su funcionamiento burocrático.

Sin embargo, podemos hacer muchas cosas en el interior de nuestras aulas. Afortunadamente, es en ellas, donde se desarrolla la esencia de la educación. Nadie nos puede prohibir que demos la palabra a nuestros alumnos y alumnas, con un funcionamiento participativo basado en la asamblea de clase. Ni tampoco que favorezcamos y profundicemos la participación colaborativa, en las reuniones con las familias.

Al darles la palabra a los niños y niñas, estamos propiciando que se desarrollen los valores democráticos y, que afloren además, sus emociones y afectos. Al mismo tiempo, al tener en cuenta sus necesidades e intereses, a la hora de construir y desarrollar el currículo de clase, les estamos haciendo partícipes de sus aprendizajes.

Una educación que cuide de las emociones y los afectos

Los currículos tienen que ser abiertos

Frente a la propuesta cerrada de los libros de texto, los currículos deben ser abiertos. Los conocimientos son tan enormemente diversos, dinámicos y contextuales que, es imposible que puedan ser recogidos en los libros de textos. Desde luego que necesitamos un currículo, pero este debe estar adaptado a los contextos donde se desarrolla la educación, debe partir de los intereses del alumnado y, desde luego también, de todas aquellas propuestas que cada docente considere necesarias y prioritarias. El objetivo debe ser siempre que, cada alumno y alumna, adquieran el mayor desarrollo intelectual, afectivo y social.

El segundo nivel de concreción curricular de los Planes de Centro, pero sobre todo, las concreciones curriculares en las aulas, no pueden ser dejadas en manos de las editoriales de los libros de texto. Los docentes no podemos renunciar a nuestra autonomía pedagógica al diseñar, desarrollar, priorizar y concretar los contenidos de esos currículos. Además, y, consecuentemente, tendremos que elegir también las metodologías y criterios de evaluación que sean coherentes.

Autonomía, creatividad e investigación

Es muy importante que nuestro alumnado se sienta protagonista en la construcción de sus conocimientos. Es por ello por lo que decimos que, el currículo tiene que partir y, tener en cuenta, sus intereses. Esos intereses alimentan la motivación y, a partir de ella, se ponen en marcha las emociones necesarias para desear saber. La neuroeducación nos viene mostrando, con numerosas pruebas validadas científicamente, el funcionamiento de los procesos de los aprendizajes.

Para que el alumnado sea protagonista de sus aprendizajes, necesita desarrollar su responsabilidad y, lograr así, un importante grado de autonomía personal. Una manera muy eficaz de caminar en esa dirección, son los contratos o planes de trabajo. Mediante esta práctica educativa, el alumnado planifica sus tareas, las realiza según sus propios ritmos y prioridades y, finalmente, comparte los resultados con la clase, donde son conocidos y valorados de manera colectiva.

La creatividad, en cuanto capacidad para crear y asociar nuevas ideas y conceptos, debe estar siempre presente, en una educación de currículo abierto. En el Lenguaje por ejemplo, podrá aparecer, a partir de los textos libres de Celestín Freinet o de técnicas como las que nos legó Gianni Rodari en sus Cuentos por teléfono o su Gramática de la fantasía. El cálculo tiene que ser vivo y útil, ayudando a comprender y resolver cuestiones cotidianas de vida, así como, ser herramientas necesarias en las investigaciones escolares. En otras actividades como el teatro, la plástica y los diversos talleres, bastará con darles los tiempos y espacios necesarios para que fluyan y se integren en el currículo.

Las investigaciones escolares son otro pilar básico de un aprendizaje autónomo y científico. En vez de estudiar de una manera más o menos memorística, los ámbitos de las Sociales y Naturales que nos proponen los libros de texto, formaremos a nuestro alumnado en los pasos del método científico. Con esta herramienta podrán investigar cualquier tema que les interese. Una vez elegido el tema de estudio, realizarán un esquema, ubicarán el objeto a estudiar mediante un croquis, realizarán las mediciones necesarias y recogerán muestras, darán respuesta a las hipótesis que surjan y, finalmente, elaborarán un cuadernillo que será presentado en la clase. Los docentes animaremos y acompañaremos, en todo momento, el proceso investigador de cada trabajo.

Niños y niñas investigando un río

Evaluar y calificar no son la misma cosa

Finalmente, los futuros y futuras docentes, han de otorgarle una gran importancia a la evaluación. Lo primero que deben tener presente es que, evaluar y calificar, aunque estén relacionados, no son la misma cosa.

Calificar es un acto bastante simple. Se trata de asignar una calificación o nota, generalmente numérica, a unas determinadas preguntas en los exámenes o, a ciertos logros, en las tareas escolares. Esa calificación o nota, otorgará una posición en una escala previamente establecida y, generará de manera inevitable, la comparación entre quien la recibe y el resto. Además de esto, al centrarse la calificación de manera preferente en unos determinados conocimientos, va a dejar fuera de su ámbito de influencia, muchas otras cuestiones como las actitudes y los valores que son de gran interés. Calificar con un número, acompañado de decimales, no parece ser tampoco lo más adecuado, para ilustrar la calidad de los saberes y, mucho menos aún, sobre su utilidad para la vida. No solo es importante adquirir un saber, sino también, hay que saber usarlo para la vida.

Evaluar es un proceso complejo de diálogo, comprensión y mejora. Al ser un proceso, la acción de evaluar es dinámica, abierta y contextualizada, no solo se ocupa del producto, sino también de su evolución continua. Este proceso de diálogo que es la evaluación, pretende que se produzca una reflexión que oriente los aprendizajes con un objetivo formativo. Aquí, tan importantes son los conocimientos adquiridos, como aquellos otros que van camino de serlo. La utilidad de los saberes, las actitudes, los valores, son, junto a las emociones y afectos, son elementos claves de una evaluación integral, formativa y emocional.

La enseñanza que se conoce como tradicional, sustentada fundamentalmente en los libros de texto, utiliza los exámenes como instrumentos preferentes de evaluación y las notas son su expresión parcial y cuantitativa. Por el contrario, los paradigmas constructivistas, utilizan instrumentos mucho más variados que, no son excluyentes entre si, sino que por el contrario se complementan, en una pretensión de conseguir una evaluación más integral y cualitativa .

( * ) Educar es amar. Paco Olvera. Publicaciones del M.C.E.P. y Entorno Gráfico Ediciones. Granada ( 2021 )

Paco Olvera,

licenciado en Historia, ha sido maestro  e Inspector de Educación.
Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación,
entre los que destacaría “La Investigación del Medio en la Escuela”.

Paco Olvera: «Algunas reflexiones para futuros docentes»

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