El PP de Feijóo capitula ante Vox
La extrema derecha de Abascal sienta un precedente y entra por primera vez en un Gobierno al ceder el popular Mañueco ante todas sus exigencias en Castilla y León
El nuevo PP de Alberto Núñez Feijóo ha claudicado ante Vox a las primeras de cambio. El cordón sanitario y político aplicado en Europa a la extrema derecha para evitar su intromisión en los Gobiernos y las instituciones se ha roto en Castilla y León el mismo día en el que el dirigente gallego fue proclamado candidato a relevar a Pablo Casado al frente del PP nacional casi por aclamación.
Casualidad o no, Casado estaba este jueves en París en su despedida de las citas del Partido Popular Europeo, cuyo máximo responsable, Donald Tusk, tachó de “triste sorpresa” esa “capitulación” ante la extrema derecha. Y añadió: “Espero que sea solo un incidente o accidente y no una tendencia en la política española”.
El futuro líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, intentó este jueves aún desde Galicia justificar ese brusco giro del PP, que en Castilla y León concedió al final a Vox todas sus exigencias de cargos para mantenerse tras 35 años en el poder. Feijóo explicó que al presidente popular en esa autonomía, Alfonso Fernández Mañueco, la anterior ejecutiva nacional le había dado “manos libres” para negociar. El dirigente gallego también argumentó que el PSOE no quiso permitir gobernar a la lista más votada. Y recordó los pactos del PSOE de Pedro Sánchez con Unidas Podemos y sus acuerdos con ERC y EH Bildu.
El primer Gobierno del PP y Vox en Castilla y León, donde los populares cederán además a la formación ultra la presidencia del Parlamento regional —más otro puesto en la mesa de ese órgano—, la vicepresidencia de la Junta y tres consejerías, retumbó en las direcciones de todos los partidos pese a que era previsible. Por su significado internacional, al navegar contra corriente en el aislamiento a la ultraderecha en Europa incluso donde gobiernan partidos conservadores, pero también por lo que pueda significar de precedente ante próximas elecciones nacionales, justo cuando el PP acaba de mudar de liderazgo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también desde París, dónde acudió en Versalles a una cumbre europea, etiquetó la noticia como “pésima para la democracia española y para el PP”. Sánchez auguró que esa decisión de “abrir la puerta de los gobiernos a la ultraderecha” la acabarán pagando los populares en términos políticos. Lo repitieron en el Congreso otros líderes socialistas y de otros partidos aliados del Ejecutivo, como Unidas Podemos, Más País y ERC. También fue la alerta que emitieron portavoces de partidos de centro o conservadores tradicionales, como el representante del PNV, Aitor Esteban, que lamentó el “gravísimo error” del “nuevo PP de Feijóo” al legitimar con ese pacto “a un partido que es antidemocrático, que es antisistema y, además, le está facilitando áreas de poder para que puedan avanzar en políticas regresivas”. El portavoz de Ciudadanos, Guillermo Díaz, reprochó a Feijóo que “diga una cosa”, sobre sus intenciones de redirigir al nuevo PP hacia un centro moderado, “y haga otra”. También barruntó que “muchos votantes del PP no lo van a entender”.
En el actual PP, enfrascado en la transición del liderazgo de Casado a Feijóo en solo 20 días, optaron por intentar encapsular el blanqueo institucional a Vox en un hecho aislado de Mañueco en Castilla y León, al que no le habría quedado otra opción. Feijóo habló desde Galicia, antes de ser entronizado como el candidato de los avales récord y en la jornada previa a comenzar en Valencia su campaña de promoción, para sintetizar en dos sus argumentos.
El presidente gallego ya había avanzado en los últimos días que era Mañueco el que debía encontrar la mejor solución al embrollo, pero le apuró para que lo desatascase cuanto antes para alejar la crisis del congreso extraordinario del PP del 1 y 2 de abril en Sevilla. Feijóo defiende que la anterior ejecutiva del PP de Casado encomendó esa labor a Mañueco y recuerda que él lleva varios mandatos proponiendo sin éxito que se extienda a nivel nacional su propuesta de que ante estos casos gobierne siempre la lista más votada. En Galicia esa opción no se cumplió, por ejemplo, en Ourense, capital donde el PP permitió que sea alcalde el incontrolable empresario Gonzalo Pérez Jácome a cambio de que el clan de los Baltar se perpetúe al frente de la poderosa Diputación pese a que el PSOE fue el que ganó.
Feijóo y otros responsables populares se afanaron, además, en responsabilizar al PSOE de vetar al PP en Castilla y León por no regalar la Junta a Mañueco. En el entorno del próximo líder popular se esperaban los ataques contra Feijóo para debilitarle y equipararle a Vox, pero elevaron la réplica contra Sánchez: “Temen a nuestro candidato porque es mejor, más solvente, nunca ha perdido y lleva gobernando más”.
El líder de Vox, Santiago Abascal, que ha dirigido personalmente esta negociación, entró a primera hora en el Congreso y se mostró premeditadamente pesimista sobre la posibilidad del acuerdo, aunque inflexible a rebajarlo. Llevaba varios días hablando con Mañueco. Con el pacto sellado, en su entorno se explicó que todo formaba parte de una táctica: “El PP creía que íbamos de farol, que nuestras exigencias eran un órdago que luego rebajaríamos y cuando se han dado cuenta de que eso no iba a pasar lo han tenido que asumir”. A Vox y Abascal la jugada le salió tan bien que ni siquiera tenían pensados los nombres de las personas que ocuparán ahora los cargos logrados. Y sobre su relación futura a nivel nacional con el nuevo PP se recurrió a una pregunta retórica: “¿Con cuál Feijóo?”