El periodismo como propaganda política

Es reconocido que en situaciones bélicas una de las características del conflicto militar es la escasa veracidad de los mayores medios de información que en su vocación guerrera consideran la propaganda como práctica esencial en el «quehacer patriótico». Esto ocurre casi de manera natural sin que apenas se perciba pues es una practica (algo exagerada en tiempos de guerra) de lo que ocurre normalmente. Estamos viendo como la gran mayoría de los medios de información en España están denunciando, con razón, la falta de credibilidad de los medios de información en Rusia, (considerada como la fuerza enemiga) sin admitir que algo semejante también esta ocurriendo en este país (sin la necesidad del aparato represivo de la censura oficial que ocurre en Rusia), apareciendo claramente en el sesgo de las noticias y en los silencios  que acompañan sus reportajes sobre la guerra de Ucrania.

La movilización de los medios de información españoles en su cobertura de la guerra de ucrania

Como he indicado en otros artículos, una característica de la cultura política y mediática en España (consecuencia de un proceso de transición de la dictadura a la democracia en condiciones muy favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado dictatorial), es su derechización, de manera tal que la derecha española es homologable, en el abanico político de la Europa Occidental, a su ultraderecha. España es el único país en la Europa Occidental en el que el partido conservador (PP, la derecha española) gobierna en muchas comunidades autonómicas con el apoyo de la ultraderecha (Vox), lo cual ha originado una protesta y denuncia por parte de dirigentes de partidos europeos conservadores, alarmados por este precedente.

Falacias comunes y no corregidas en los medios españoles

El sesgo tan extremista explica que según encuestas recientes el 44% de la población española cree que Unidas Podemos es el partido político más cercano y próximo a Putin, el presidente de Rusia,  lo cual no deja de ser sorprendente para cualquier persona que conozca bien lo que piensa y hace Putin en Rusia y lo que piensa y hace Unidas Podemos en España (que tiene como partido en tal coalición al Partido Comunista de España). Se asume que Putin es comunista y que por lo tanto la coalición de Unidas Podemos es la más próxima a él. Parecería lógico llegar a esa conclusión, excepto que es ampliamente conocido que Putin no solo no es comunista, sino que es profundamente anti-comunista y que la Unión Soviética dejo de existir ya hace mas de treinta años, siendo hoy uno de los países europeos  con un capitalismo mas desenfrenado.

La pregunta que debe hacerse pues es como una visión tan errónea de la realidad puede estar tan extendida en España. Un análisis de los contenidos de gran parte de los medios de información españoles permite entender que tal percepción errónea sea tan extensa. Una de las voces más conocidas de la derecha española, el señor Francisco Marhuenda, director del diario La Razón (un diario muy de derechas basado en Madrid), ha sido uno de los voceros de esta definición de Putin como comunista. Tal personaje, muy representativo de las derechas españolas, es acusado con frecuencia de mentir descaradamente. No estoy seguro, sin embargo, de que sea una mentira lo que está diciendo, pues para mentir se necesita saber la verdad. Si no se sabe la verdad, no se puede mentir. Y francamente dudo que conozca la verdad, es decir la realidad como es, pues es muy probable que se crea las falsedades que está promoviendo. Hay que reconocer que muchos de los dirigentes políticos y mediáticos de derechas se han formado en escuelas privadas, la mayoría de ellas religiosas, que tiene un sesgo dogmático y extremadamente conservador de la historia que les ha marcado para el resto de su vida y se creen lo que les conviene que crean para la reproducción de su realidad, y esto es lo que han aprendido. Se lo creen y asumen que el comunismo continua en Rusia. Y esta ignorancia dogmática puede ser más preocupante y dañina que la mentira pues es impermeable a la verdad. Por mucha evidencia científica que se les presente, jamás cambiaran, defendiendo sus tesis con gran hostilidad, interrumpiendo constantemente al que está en desacuerdo (definido como adversario, cuando no enemigo), dificultando cuando no impidiendo, el debate. Vean los mal llamados «debates políticos» en la Sexta Noche como ejemplo. Y es ahí donde el señor Marhuenda y sus colegas de la derecha española subrayan una y otra vez que Putin es comunista.

Falacias comunes y no corregidas: Putin es un comunista

Putin no es comunista. Putin es un anticomunista perteneciente a la sensibilidad de ultraderecha de un nacionalismo imperialista muy acentuado junto con un cristianismo ortodoxo ruso sumamente reaccionario profundamente anticomunista, que ha encarcelado y reprimido a dirigentes del Partido Comunista Ruso y qué en su día y como mano derecha del presidente Yeltsin, llevó a cabo una de las reformas más radicales de la propiedad del sistema económico soviético, privatizando la mayoría de los medios de producción y distribución, habiendo impuesto un modelo de «capitalismo salvaje» que creó una de las mayores crisis de salud (con mayor crecimiento de la mortalidad ) conocidas en la Europa del la segunda mitad del Siglo XX. Todo esto es, en general, muy conocido en la mayoría de los países a los dos lados del Atlántico Norte, excepto en España. En este país, para casi la mitad de la población (44%), la historia se detuvo en 1991 cuando colapsó la Unión Soviética y para algunos este colapso parece nunca haber ocurrido. No están pues mintiendo, sino que es una ignorancia alimentada por un dogmatismo que dificulta cualquier posibilidad de debate.

El silencio sobre lo ocurrido en Rusia: su transformación económica

Gorbachov fue el último presidente del gobierno comunista de la Unión Soviética. Gorbachov intentó una apertura de aquel régimen tanto a nivel político como a nivel económico. Ahora bien, su vía era lo que podíamos llevar en términos europeos, la vía social democrática. Tal vía no era ni la deseada por el gobierno de Estados Unidos ni la deseada por la oligarquía rusa que había ya comenzado a obtener elementos de propiedad dentro de los medios de producción rusos, controlando sectores de la economía y que querían formalizar esta propiedad a través de su privatización. Y fue Yeltsin el que llevó a cabo esa función junto con Putin siendo este su mano derecha.  Y para hacer ese cambio contó con la ayuda de Estados Unidos incluyendo a economistas ultraliberales conocidos en Estados Unidos como Jeffrey Sachs (que había también asesorado a varios gobiernos de derecha de países de América Latina en sus políticas privatizadoras).

Que Ucrania es nazi es una falsedad que está promoviendo Putin y que incluso utilizo para justificar su invasión con supuestos intentos de «desnazificar» a Ucrania. Tal acusación es también una falsedad. Ahora bien, también es una falsedad indicar que los nazis no tienen ninguna influencia en Ucrania, tal como ha indicado el embajador de Estados Unidos en Moscú, el señor Michael McFaul, subrayando que los nazis no pintan nada en Ucrania, lo cual tampoco es cierto. Sí que pintaron porque incluso estuvieron en el Gobierno y los datos hablan por sí mismos. La llamada Revolución Maidan en el 2014, reflejó una protesta frente al gobierno ucraniano ruso 9democraticamente elegido en 1991) en la que estuvieron activos fuerzas nazis, como el partido neo-nazi «Svoboda», cuyos dirigentes Oleh Tyahnybok y Andriy Parubiy, jugaron un papel importante en tal llamada revolución. Más tarde el gobierno de Yatsenyuk tuvo tres miembros de Svoboda en el nuevo gobierno, además del vice- primer ministro quien también era  miembro del tal partido. Es más, a los nazis se les cedió el control de un batallón del ejercito que lleva como tal el título de su formación política «Azov», siendo el único ejercito en Europa en el que esto ocurra (ver Medea Benjamin and Nicholas J. S. Davis » There is no wisdom in pretending that ucranian neo-nazis don’t exist«, Portside, March 18, 2022).

Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno fue eliminar el ruso como lengua oficial y además de hacer los nombramientos citados en el párrafo anterior, asignaron al batallón nazi la labor de batallar a los ucraniano-rusos secesionistas. Tal partido nazi y aliados consiguió un 10% de votos en las elecciones del 2014, ganando también en varios pueblos y ciudades de Ucrania en la que aparecieron ampliamente en el país estatuas de personajes nazis que habían luchado al lado de Hitler contra la Unión Soviética, como el famoso Stepan Bandera. Una cuarta parte de los judíos victimas del holocausto eran de Ucrania. Fue un gobierno que discriminó a la población rusa  y que creo grandes tensiones dentro de Ucrania. Desde su punto de vista económico era un gobierno ultra-liberal con medidas privatizadoras y claramente hostiles hacia los sindicatos y a los partidos de izquierda incluyendo el Partido Comunista Ucraniano, que en el 2002 había sido el tercer partido del país y que fue prohibido mas tarde.

Tanto el gobierno ucraniano ruso elegido en 1991 como el ucraniano nacionalista anti-ruso elegido en 2014 perdieron sin embargo el apoyo popular en parte debido  a las continuas tensiones de carácter étnico y cultural  y también en parte a la corrupción que caracterizó a ambos gobiernos, una característica del Estado Ucraniano.  El partido nazi bajó del 10% el 2014 al 3% en el 2019. Ahora bien, este descenso no indica que este partido dejará de tener cierto protagonismo en áreas importantes de la vida ucraniana. No es, pues cierto que el Estado Ucraniano sea nazi, pero tampoco es cierto que los nazis no pinten nada.

Cuando en 2019, Zelenskyy fue elegido (el candidato anti-stablishment), ganó por amplia mayoría con un programa que intentaba recuperar el ruso además del ucraniano como lenguas oficiales del país, y prometió resolver el problema de los pro-ruso independistas en Donbas, aunque el partido neo-nazi se opuso a que se uniera con los disidentes rusos secesionistas con los que quería negociar un pacto.

Otra falsedad:  la OTAN lucha por la libertad y por la democracia

Este percepción de lo que es La OTAN  es la que han utilizado ampliamente  los mayores medios de comunicación españoles, olvidándose del origen y el desarrollo de la OTAN el tema que he descrito en otro artículo (Causas y Consecuencias de la Guerra en Ucrania, Público, Marzo 14 de 2022 ). En realidad, la OTAN ha sido un instrumento a favor de la perpetuación y expansión de los intereses económicos y políticos del gobierno federal de los Estados Unidos y en segundo lugar de sus gobiernos europeos, que ha determinado su política exterior y que se intentó justificar presentándose como organización creada para defenderse frente a la Unión Soviética, falsedad que quedó clara cuando siguió funcionando luego de que la Unión Soviética desapareciera. Más que anticomunista, era y es un movimiento político social encaminado a extender los intereses económicos y políticos estadunidenses y de sus aliados europeos. Era totalmente previsible, por lo tanto, que cuando el Presidente Clinton rechazó la propuesta que le hizo Putin de que una vez desaparecida la Unión Soviética, Rusia pasara a ser miembro de La OTAN, el gobierno ruso percibiera tal rechazo como muestra de que el objetivo real de La OTAN fuera no solo el de eliminar a la Unión Soviética (lo cual ya habían conseguido), sino también el de destruir a Rusia, rodeándola de bases militares con armamento militar apuntando a su país. Fue ese rechazo, que como ha indicado el New York Times recientemente (27 de Marzo de 2022), el que contribuyó al crecimiento del nacionalismo esencialista basado en la recuperación de la Rusia pre-bolchevique en el que el conservadurismo cultural, basado en el cristianismo ortodoxo ruso, adquiriera mayor potencia facilitando el desarrollo del Estado Ruso actual. De ahí la visión imperial de Rusia, anti-bolchevique en la que se veía a Ucrania como mera parte de Rusia, lo cual los bolcheviques nunca aceptaron. De ahí la crítica de Putin hacia los fundadores de la Unión Soviética. Y de ahí también su defensa de los valores conservadores religiosos que se refleja en el gran poder que tiene hoy la jerarquía de la iglesia cristiana ortodoxa rusa dentro del Estado, que la hace tan atractiva a las ultraderechas en el mundo, incluyendo las españolas, frente a la supuestamente «decadente cultura occidental».

Por otra parte, la OTAN ya ni siquiera intenta presentarse como anti-comunista, sino que ahora batalla en contra de aquellos considerados como «enemigos de la civilización occidental», estén donde estén. Solo hay recordar las invasiones a Afganistán, Irak y Libia, entro otras. Todas ellas lejanas de Europa, que se han justificado como en defensa de los supuestos valores de libertad y democracia de tal civilización, y que ha causado mas víctimas civiles que las que están ocurriendo ahora en Ucrania, siendo la única diferencia de estas guerras el color de la piel de sus víctimas. Hoy hay casos semejantes al de Ucrania, como en Yemen, que apenas son noticia en los medios de comunicación españoles. Y en tales medios ha tenido muy poca visibilidad el que el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya aceptado que el futuro del Sahara, ex colonia del Estado Español, no lo determine el pueblo saharaui, sino un pacto entre el es ex Estado colonial España, y el Reino de Marruecos, una dictadura no más blanda que la rusa.

Hoy la OTAN está dirigiendo un bloqueo contra la economía y contra la sociedad rusa, que están dañando enormemente el bienestar de las clases populares rusas y también indirectamente de las clases populares predominantemente de los países europeos, pero también de las clases populares de Estados Unidos, pues la carencia de productos que conlleva el embargo está afectando su vida y bienestar. Es más, la fobia anti rusa que alcanza niveles absurdos, como la retirada por Netflix de las obras de teatro de Tolstoi, están dificultando enormemente el desarrollo de las condiciones para que se pueda terminar la guerra, pues tal hostilidad parece confirmar el mensaje de Putin de que el objetivo de La OTAN según él es destruir a Rusia. La estrategia del Presidente Biden no es conducente al fin de la guerra sino a su continuidad creando una especie de Afganistán para Rusia que se eternizaría debilitando enormemente a Rusia como le ocurrió a Estados Unidos.

Por lo demás, la guerra de Ucrania ha permitido a Biden recuperar el liderazgo de La Alianza Atlántica, muy débil antes como consecuencia del fracaso y salida del ejército estadounidense de Afganistán. Hoy la OTAN ha adquirido una unidad y protagonismo que la ha reforzado. Es más, la guerra ha ido muy bien, para crear una colaboración con el Partido Republicano, siempre favorable al complejo industrial militar de Estados Unidos que tiene una enorme influencia en el Gobierno federal, y cuya importancia ha aumentado con la guerra de Ucrania. Y en la Gran Bretaña lo que ha salvado la vida política del Premier Johnson ha sido la guerra. En realidad, sin ella hoy tal personalidad no estaría gobernando hoy la Gran Bretaña.

¿Por qué no se habla de que el gobierno de Estados Unidos estaba preparando la integración de ucrania en la OTAN?

El resultado de las elecciones del 2019 significó cambios importantes en Ucrania. Zelenskyy, que había ridiculizado la clase política ucraniana cuando hacía su programa en televisión, se le veía como alguien nuevo. Zelenskyy significó un cambio significativo en la gobernanza de Ucrania. Desde muy al principio ya se opuso a la ley de hacer del ucraniano la única lengua oficial. Insistió en revertir la ley promoviendo de nuevo el uso del ruso en la televisión y la cultura y al que también se le considere lengua oficial. También criticó las estatuas y el uso de los nombres de los nazis en calles y edificios llamando a honrar en vez a nuevos héroes de la República. Ahora bien, el proceso de militarización significó un aumento de los gastos que se hizo en parte a costa de una reducción del gasto social reduciendo el empleo público un 20%, privatizando 342 empresas públicas con reducción de los salarios y de las pensiones y privatizando la sanidad pública, así como descendiendo la educación pública, medidas que fueron impopulares y qué redujeron su popularidad, entre otros factores, de un 73% a un 23%.

Ahora bien, otra circunstancia fue que, a pesar de su compromiso de reducir las tensiones con Rusia, éstas continuaron aumentando, puesto que Ucrania había firmado con el Gobierno estadounidense en el 1 de septiembre de 2021 un acuerdo en el que se consideraba a Ucrania como entidad soberana qué  debería ser considerada como posible miembro de la OTAN para lo cual se aceptó la necesidad de incrementar la cooperación militar de los dos Estados convirtiendo a Ucrania como «partner» de la OTAN. Este documento era claramente opuesto al acuerdo de Minsk,( firmado en 2015 por Ucrania, Rusia, Alemania y Francia en el que se aprobaba que Ucrania se declararía libre de pactos militares renunciando  a ser parte de la OTAN) y era inaceptable para Putin. Era pues predecible que podría ocurrir lo que ocurrió, condenando la población ucraniana a sufrir lo que está sufriendo.

La respuesta de Putin con la criminal invasión no puede nunca justificarse. Pero era probable que ocurriese y así ocurrió. Tal acuerdo del 1 de Septiembre de 2021, significó alejarse (como bien ha dicho Noam Chomsky en un discurso reciente en Madrid en un foro sobre Ucrania organizado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030) de la solución al problema de falta de seguridad tanto en la Europa Occidental como en Rusia.  Era y continúa siendo necesario establecer un sistema de seguridad desde el Atlántico hasta Los Urales. Este fue el proyecto que habían sostenido personajes como Willy Brandt de Alemania, De Gaulle en Francia y Gorbachov en La Unión Soviética. La OTAN no es el instrumento para proveer esa seguridad de Europa y tampoco de Rusia.

La condición de seguridad basada en la fuerza militar es profundamente errónea. La experiencia muestra que es precisamente lo contrario. Los conflictos militares nunca resuelven estas situaciones. Son precisamente las negociaciones dentro de una cultura de pactos de las que se puede generar la seguridad. Y estas organizaciones de seguridad deberían también facilitar el desarrollo del bienestar social y calidad de vida de la mayoría de las poblaciones de los países afectados, dentro de unas reglas consensuadas a través de procesos participativos y preferentemente democráticos. Y esta necesidad es mas urgente que nunca. Y si se continúa ignorando estaremos yendo muy rápidamente a una guerra nuclear. Así de claro.

Vicenç Navarro

FOTO: Un militar ucraniano inspecciona un agujero producido por un misil ruso cerca de Kiev (Ucrania). EFE/EPA/STR

https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2022/03/31/silencios-y-falsedades-sobre-la-guerra-en-ucrania/