5 diciembre 2024

El envejecimiento social y el cambio climático amenazan con una nueva crisis de salud

Al final, todo se sabe. Las autoridades sanitarias españolas se pasaron el verano de 2003 ocultando los miles de muertos que estaba provocando la brutal ola de calor que azotaba Europa. Francia reconocía más de 15.000 víctimas mortales como consecuencia de las altas temperaturas, mientras en España se decía que era imposible cuantificar algo así, que «quién sabe de que se ha muerto realmente una persona con más de 80 años…». Apenas dos años después, una investigación publicada en ‘Medicina Clínica’ revelaba que los fallecidos en nuestro país habían oscilado entre los 5.400 y 6.600…

Aquel trabajo apuntaba a que hospitales y centros geriátricos carecían entonces de los medios necesarios para afrontar un estallido de altas temperaturas. Ahora se sabe que el problema era mucho mayor. No se trataba, simplemente, de una falta de infraestructuras, que también. El cambio climático había comenzado a cobrarse vidas humanas, como consecuencia del calor extremo. La acción del ser humano –por fin quedó claro, blanco sobre negro– también podía ser causa de enfermedades, plagas y muerte.

La pandemia de coronavirus ha sido el último ejemplo de cómo la vida de las personas favorece la rápida expansión de una enfermedad. Hace 50 años, quizás el virus causante de la última crisis sanitaria mundial se hubiera quedado en la región de Wuhan, en China, y no hubiera pasado de ser más que una anécdota en las páginas de Internacional o Sociedad de los diarios españoles. Los viajes y el comercio internacional lo han cambiado todo. Ahora, en un par de meses, la población mundial tiene que encerrarse en sus casas. Los más vulnerables del planeta, personas mayores y enfermos crónicos, se juegan la vida.

El cambio climático en un mundo envejecido –fundamentalmente en los países occidentales– se ha convertido no solo en un desafío medioambiental, sino también económico, social y de salud. Es el ejemplo más gráfico de cómo la acción del hombre puede influir en el impacto de las enfermedades.

Calidad del aire

Sólo la contaminación del aire provoca cada año la muerte de 7,5 millones de personas, según datos difundidos por la Organización Mundial de la Salud, que conmemoró el pasado día 6 el Día de la Salud, bajo el lema ‘Nuestro planeta, nuestra salud’. En mayor o menor grado, un centenar de enfermedades están ligadas, según la institución internacional con sede en Ginebra, con este desafío. La lista es larga: asma, enfermedad obstructiva crónica (EPOC), derrames e infartos cerebrales, hipertensión, arterosclerosis, párkinson, alzhéimer…

La crisis de salud que se avecina es de tal magnitud que la Asociación Española de Epidemiología (SEE) ha decidido que su próximo congreso nacional, que se celebrará en San Sebastián el próximo agosto, girará en torno a esta cuestión. Bajo el lema ‘Retos del siglo XXI:medio ambiente, cambio climático y desigualdades sociales’, los especialistas analizarán la mayor mortalidad y enfermedad que ha comenzado a registrarse ya en España como consecuencia de las temperaturas extremas, no solo las altas, con máximas cada vez mayores y más frecuentes, sino también las bajas.

Olas de calor

«España sufre cada vez olas de calor más frecuentes e intensas», explica la secretaria del foro en la capital guipuzcoana, Aitana Lertxundi. «Afectan en mayor medida a los grupos de población más vulnerables, como los mayores de 65 años, niños, embarazadas, pacientes crónicos, trabajadores expuestos y personas en riesgo de exclusión».

En Europa, los puntos críticos a la acción del cambio se sitúan, según detalla, en el sur y el sudeste del continente, donde se vive un «acusado aumento de las temperaturas máximas y una disminución de las precipitaciones». Como consecuencia de este fenómeno, el número anual de días con altas concentraciones de contaminantes en los medios urbanos es cada vez mayor. La Agencia Europea del Medio Ambiente, recuerda la experta, atribuye al cambio climático 90.325 muertes en el periodo 1980-2017, de las que se estima que 77.637 se deben en exclusiva a olas de calor.

La situación se agrava año a año. Solo en 2019, apunta Lertxundi, Europa registró 307.000 muertes prematuras atribuibles a pequeñas partículas en suspensión de polvo, hollín y metales (PM2.5). Otros 404.000 europeos fallecieron por inhalar dióxido de nitrógeno (NO2, un peligroso contaminante generado por coches y fábricas) y 16.800 más por ozono.

«El impacto ha disminuido en los últimos años, pero aún así es elevado. Si se suma al provocado por las temperaturas, el resultado es un panorama que obliga a intervenir ya», resume la epidemióloga.

Del próximo congreso nacional de los epidemiólogos, surgirá un manifiesto en el que se pedirá a los gobiernos de España, incluidos los municipales, una mayor inversión en defensa del medio ambiente; y, en concreto, una reserva de los ingresos de los ayuntamientos por planeamiento urbanístico para planes de mejora y adaptación al cambio climático. Ahora ya se sabe: esto es cuestión de vida, enfermedad o muerte.

DESAFÍOS PENDIENTES

  • POLUCIÓN: Foco de enfermedades. La OMS advierte de que la exposición a contaminación atmosférica favorece enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares, asma, EPOC y cánceres de tráquea, bronquios y pulmón, alzhéimer…

  • ESPAÑA: La salud, prioritaria. El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030 considera la salud humana como uno de sus dieciocho ámbitos prioritarios de trabajo. El documento incluye una línea de acción específica para atajar las temperaturas extremas y reconoce un aumento de enfermedades y muertes por este fenómeno

  • MUNCIPIOS: Más zonas verdes. El plan nacional contra el cambio climático plantea una planificación urbana con soluciones basadas en la naturaleza. Contiene cinco grandes líneas de trabajo. A la identificación de los riesgos y desarrollo de medidas para la protección de la salud, se añade la lucha contra las enfermedades infecciosas y parasitarias favorecidas por el cambio climático. También se apuesta por el fomento de acciones contra las temperaturas extremas, el cuidado de la calidad del aire y la reducción de riesgos en el ámbito laboral.

https://www.ideal.es/vivir/salud/calor-enfermedad-20220411131004-ntrc.html