La Vega de Granada, situada a los pies de Sierra Nevada, en pleno corazón de la provincia que le da nombre, es una llanura formada por fértiles tierras creadas por los aportes sólidos del río Genil y algunos afluentes de éste, tales como el Cubillas.

En ella se ubican pueblos tan conocidos y nombrados como Santa Fe y Fuente Vaqueros, y es el paisaje que se domina desde la Alhambra, junto con las Sierras Elvira y Parapanda.

Hablar de los aspectos naturales de esta comarca es hacer una descripción de un medio totalmente transformado por la mano del hombre, y es que tiempo ya hace que desapareciera el conocido Soto de Roma, en Cijuela y Valderrubio, zona húmeda tal como un pequeño Doñana, desecada a principios de siglo por los duques de Wellintong para crear tierras de cultivo, y donde pululaban animales que ahora nos suenan lejanos y desconocidos, como las cigüeñas; los gansos, patos de todas clases, nutrias, etc.

El paisaje original de la Vega estaba constituido por una formación de frondosas tales como el fresno y el álamo blanco, rodeada por extensos encinares y salpicada de
arroyos, zonas pantanosas y ríos. Actualmente nada de esto puede contemplarse ni de manera puntual, si acaso algunas madres y ciertos tramos de ríos puedan recordar o parecer más bien, retazos de aquel productivo ecosistema, ya que fue siendo transformada desde tiempos remotos en campos de cultivo, y el río Genil se canalizó, para evitar riadas.

Aún así, la sabia Naturaleza supo adaptarse a este cambio, que no supuso una total eliminación de la fauna original, aunque sí de la vegetación, y contribuyó al asentamiento de algunas especies nuevas colonizadoras.

Podemos distinguir tres medios distintos o ecosistemas, que son por un lado los cultivos anuales y los madereros, y los cauces de agua, naturales o artificiales.

Entre los primeros, destacan las zonas de cereal, el tabaco y las hortalizas minoritariamente; están ocupadas por especies típicas de espacios abiertos, y por especies poco especializadas en cuanto a la elección de hábitat: topillo común, topo ciego, musaraña común, erizo, entre Rio Genil, a su paso por la Vega granadina (Foto, A. Ramos) los mamíferos; cogujada común, triguero, codorniz, cernícalo vulgar, avefría (sólo en invierno), son quizá las aves más frecuentes, y como representantes de la herpetofauna destacan el lagarto ocelado y las grandes culebras, como la escalera y bastarda, estando actualmente los anfibios apenas representados, por razones que se expondrán al final.

De los cultivos arbóreos, sin lugar a dudas sobresale el del chopo, y en significativa menor cuantía los frutales; en este medio sobresale especialmente la ornitofauna, que encuentra un área ideal de refugio y nidificación, siendo frecuentes los fringílidos como el colorín, chamarín, pinzón y otros pájaros como el mirlo, el papamoscas gris, el alcaudón común, etc., la tórtola y la paloma torcaz. Entre las aves de presa, indicar que en realidad dependen en gran medida de los cultivos anuales, citando la ratonero común, el gavilán (invernantes), el ubicuo mochuelo y la lechuza, todavía habitante de cortijos y campanarios de la Vega.

Por último nos quedan los cursos de agua: ríos, madres, canales y acequias, naturales o artificiales pero con una constante común todos ellos, la presencia de agua, la cual facilita entre otras cosas una nota de diversidad en la zoocenosis actual. Efectivamente, estas zonas aparte de ser visitadas por todas las especies citadas, dispara enormemente el listado de vertebrados de la zona, debido a que constituyen un ambiente benigno y muy productivo: ratas común y de agua, musgaño de cabrera (quizá ya desaparecido), conejo de monte, zorro, comadreja y tejón (estos cuatro últimos dependientes de las marañas de vegetación de este medio para ubicar sus madrigueras), aves acuáticas como el ánade real, la gallineta, el martín pescador, los andarríos, las pajaricas lavanderas, etc., reptiles como la culebra de agua y el galápago leproso, anfibios, como la rana común y el sapillo pintojo (la ranita meridional es otro vertebrado que parece haber desaparecido), y peces, como el barbo y el cacho.

Los problemas a los que debe enfrentarse esta rica comunidad de animales, lamentable y tristemente, no son nada nuevos ni escasos. Destaca sin lugar a dudas la contaminación, ya sea por productos fitosanitarios mal empleados, ya sea por los vertidos urbanos a los cursos de agua, ambos factores muy negativos que en la zona también afectan directamente a los hombres.
El descenso del nivel freático del acuífero de la Vega es también otro grave problema.

Artículo editado por Corporación de Medios de Andalucía y el Ayuntamiento de Atarfe, coordinado por José Enrique Granados y tiene por nombre «Atarfe en el papel»

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