Miguel Ríos, el icono más visible de Granada
Miguel Ríos es uno de los iconos más importantes de Granada, entre otras cosas porque nunca ha renunciado a la condición de granadino.
Imagínense la escena. Cinco peregrinos granadinos en el Camino de Santiago admirando el interior del monasterio benedictino de Samos, una impresionante abadía que está entre Triacastela y Sarria. Hay un fraile canario que lleva 23 años sin salir de allí y nos está explicando la historia de las instalaciones. El fraile se entera de que somos de Granada y de pronto exclama:
–¡Oh! ¡Granada! ¡Fray Leopoldo de Alpandeire y Miguel Ríos!
Con esa frase, dicha con los brazos en alto, el religioso ponía en su mismo plano emocional al famoso beato con el cantante de rock. Del primero, nos decía, porque le apasionó su vida cuando supo de ella. Del segundo, porque le encanta sus canciones.
Y es que Miguel Ríos es uno de los iconos más importantes de Granada, entre otras cosas porque nunca ha renunciado a la condición de granadino. Con los años, este cantante que empezó vendiendo discos en Almacenes Olmedo, ha ido tejiendo con la ciudad un vínculo tan emocional como resistente. Hoy día no hay granadino que no se sienta orgulloso de ser de la ciudad en la que ha nacido Miguel Ríos. Y no hay granadino que estando lejos no quiera regresar a su lugar de nacimiento con el soniquete de la canción que lanzó a la fama (junto con El río) al cantante. «Combinar el nombre de la ciudad con el rock tiene una resultante neta en todo el país: Miguel Ríos. Hagan la prueba y me cuentan», dice Juan Jesús García en Zapatos de piel del caimán. Nosotros hicimos la prueba con el padre Lorenzo y ahora lo cuento.
Vuelvo a Granada
Hace solo unos días que el cantante granadino estuvo invitando a participar en el Mauerfest, que se celebra en el local Lemon Rock, en la calle Montalbán. Allí dijo que compuso Vuelvo a Granada cuando estaba a punto de retirarse de su carrera de cantante por inanición, porque apenas conseguía contratos y cuando nadie daba una peseta por él. «La compuse porque, efectivamente, estaba a punto de dejarlo y volver a Granada. Es la canción que más me ha salido de alma. Y eso creo que el público lo comprendió», dijo en ese espacio cuando fue entrevistado en directo por Alejandro V. García.
Luego contó cuando le cedió los derechos de autor a la ciudad de Granada y por qué se resiste a bajarse de los escenarios. «Llevo retirándome más que Antoñete, pero no sé el porqué siempre decido seguir». En sus memorias cuenta que una vez salía con su madre de ver una actuación de Antonio Machín en Granada cuando éste estaba al final de su carrera.
–Hijo, si alguna vez triunfa, no te hagas mayor cantando –le dijo la madre.
Evidentemente, Miguel Ríos no le ha hecho caso a su madre porque lleva casi sesenta años subiéndose a los escenarios.
La historia de Miguel Ríos está ya en el catálogo del patrimonio de la ciudad de la Alhambra. En su biografía el lugar más común y que siempre se repite es Granada. Aquí se le quiere y tiene el lleno asegurado cada vez que actúa. Miguel Ríos, es profeta en su tierra. «Tan solo por el tesón con que se ha enfrentado siempre en su oficio y las reivindicaciones profesionales, que han heredado ya hechas sus colegas jóvenes, se ha hecho merecedor del mayor de los respetos desde cualquier punto de vista», escribe Juan Jesús García.
El día 7 del próximo mes de junio cumplirá 78 tacos de calendarios. Pero él se siente más joven que nadie. En Lemon Rock contó lo que sintió cuando hace poco entró en un hotel y vio a un grupo grande de personas que viajaban por el Imserso. «Vi a toda aquella gente de mi misma edad que parecían mis padres. Entonces me miré y me dije: Gracias rock and roll».
Miguel Ríos era muy joven cuando encontró trabajo en el departamento de discos de Almacenes Olmedo. Allí aprendió, a fuerza de oír canciones, a amar la música, sobre todo el rock and roll. Fue cuando soñó que alguna vez podría ser Elvis Presley. Se subió por primera vez a los escenarios, según cuenta en su libro de memorias, en el hotel Nevada Palace, que estaba en donde hoy está el Meliá de la calle Ganivet. Allí actuaba a menudo la orquesta Nevada y en los descansos del grupo él imitaba a los famosos roqueros. Era tan joven que el dueño del hotel le impidió que siguiera cantando en su establecimiento por temer una inspección que le sancionara por tener menores de edad trabajando. Fue quizás su primera desilusión, luego vendrían muchas más.
Como en Granada no había futuro para un cantante, se fue a Madrid con 1.500 pesetas que le dio su madre para entrevistarse con el representante de la discográfica Philips. Con ellos empezó a trabajar. Dos años después, ficharía por Hispavox donde cosecharía sus primeros grandes éxitos: El río y Vuelvo a Granada.
Pero fue sin duda el Himno de la alegría, una adaptación del cuatro cuarto movimiento de la IX Sinfonía de Beethoven dirigida por Waldo de los Ríos, la canción que le catapultó hacia la cima de la canción. Vendió siete millones de discos en todo el mundo, copando los primeros lugares de las listas de éxitos en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, Suecia, Italia, Austria, Holanda, Canadá… Lo que se dice un pelotazo. «Supuso el que tomara conciencia de que podía cantar, escribir textos, utilizar la imaginación y construir algo sólido como un disco», dijo Miguel Ríos acerca de este éxito internacional.
En 1969 publicó su primer LP después de alcanzar un buen número de éxitos con sus singles. En 1972 comenzó a abrir brecha al crear una nueva infraestructura para el rock español con sus Conciertos de rock y amor. Después llegarían discos como Memorias de un ser humano, La huerta atómica (pionero de las reivindicaciones ecologistas) y Al-Andalus (anticipándose al futuro éxito de la fusión entre el rock y la música arábiga), como paso previo a su segunda explosión de popularidad y ventas.
«Eso de reivindicar a través de la canción estaba muy bien, pero luego llegaba a actuar a las fiestas de los pueblos y la gente me decía: Venga Miguel, déjate de pollas. A nosotros nos cantas lo de siempre y como tú ya sabes», contaba en el Mauerfest.
En 1979, Miguel Ríos se embarcó en el disco Los viejos rockeros nunca mueren y un año más tarde llegó El rock de una noche de verano, con vocación antinuclear y una gira de 32 conciertos por campos de fútbol y plazas de toros que atrajo a más de 700.000 espectadores. Este mismo año, Miguel recibió la Medalla de Oro de la Ciudad de Granada, el primer reconocimiento, de los muchos, que le brindaría su patria chica. Al mismo tiempo, Miguel Ríos recreó en TVE la historia del rock español en un documento imprescindible para nuestra memoria musical (Qué noche la de aquel año), a través de 27 programas que recibieron el Premio Ondas.
En el verano de 1996 comenzó seguramente la gira más espectacular de la música española junto con Ana Belén, Víctor Manuel y Joan Manuel Serrat: El Gusto es Nuestro. Más de 500.000 espectadores en 34 conciertos en Plazas de Toros y otros grandes espacios que dio lugar a un CD, un programa de televisión y el libro Diario en ruta, escrito por Víctor Manuel.
Una idea que rondaba en su cabeza hacía tiempo era la creación de un sello discográfico. En mayo de 1998 hizo la presentación en sociedad de su nuevo proyecto Rock & Ríos Records, un sello independiente que crea un espacio en el que se respira el rock en todos sus mestizajes y estilos, siendo la latinidad su territorio. En abril de 1999 el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales reconoció la larga trayectoria profesional de Miguel Ríos concediendo la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Unos años antes había sido galardonado por la Academia de las Bellas Artes. «Sin el rock, es imposible entender nuestra historia más reciente. Y sin Miguel Ríos, es imposible entender nuestro rock», dijo el rey emérito, que estos días anda por Sanxenxo.
Miguel Ríos fue nominado en los Grammys Latinos como mejor cantante de rock del año. Hasta octubre de 2002, y para celebrar que llevaba 40 años haciendo discos, actuó en los más prestigiosos teatros de España, Centro América, Venezuela y México donde congregó a más de 100.000 personas en el Zócalo de esta ciudad. Miguel Ríos fue galardonado el 28 de Febrero de este mismo año con La Medalla de Oro de Andalucía que distingue el trabajo y la trayectoria de los andaluces. En el año 2003, Miguel volvió a Granada, como anunciaba en su canción e invitó a subir al escenario a Ana Belén, Víctor Manuel, Ketama, Raimundo Amador, Raúl Alcover, Marina Heredia y a Balboa. Vuelvo a Granada fue un concierto altamente emocional y muy participado, en un Palacio de los Deportes abarrotado de público, que compartía la idea de que, en palabras de Miguel, «la solidaridad tiene que ver más con la justicia social que con la caridad».
Hijo predilecto
El año 2004 Miguel Ríos editó en su propio sello discográfico, Rock&Ríos Records, el día de su 60 cumpleaños. En enero del 2007 regresó a la televisión, a Canal Sur, con el programa Buenas Noches, Bienvenidos una serie de 13 programas en formato magacín de entretenimiento con música en directo, cultura y sociedad civil para la televisión pública andaluza. En noviembre recibió el nombramiento de Hijo Predilecto de Granada, otorgado por la Diputación de Granada y en octubre de 2008, editó su último disco de estudio Solo o en compañía de otros, con gran éxito de crítica.
En septiembre de ese año inició en Granada su nueva gira de despedida llamada Bye Bye Ríos. Esta gira recorrió las principales capitales de España y México y terminó el 30 de octubre de 2011 en la ciudad mejicana de Guanajuato, justo cuando se cumplían los cincuenta años de carrera. En 2013 publicó sus memorias, Cosas que siempre quise contarte, editadas por Planeta, donde da cuenta, de una manera honesta y sincera, de gran parte de su vida. En la multitudinaria presentación del libro, dijo lo siguiente: «El tiempo que he dedicado a recontar mi historia, ha sido uno de los más felices de mi vida. La literatura es el mejor vehículo para contar los sentimientos que están detrás de mis canciones».
El 28 de febrero de 2012 recibió el que para autor de Bienvenidos es su galardón más preciado: fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía.
En mayo de 2016 la Universidad de Granada lo nombró doctor Honoris Causa, en el Hospital Real de Granada. Estaba gracioso el rockero con su birrete. ¡Un muchacho que vendía discos y sin apenas estudios amparado y reconocido por el mundo universitario! Asistí al acto y le oí decir que había sido uno de los días más felices de su vida.
En julio de 2017 celebró su última actuación hasta la fecha en España. Por primera vez en la dilatada historia del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, un rockero es invitado a actuar en el Palacio de Carlos V, en el recinto de La Alhambra. Miguel Ríos y su banda Los Black Betty Boys, compartieron escenario con la OCG, dirigidos por Josep Pons, para tocar las canciones más relevantes del repertorio del artista. El día 26 de enero de 2018 la Universidad Miguel Hernández de Elche, otorgó el título de Doctor Honoris Causa a Miguel Ríos, por su contribución a la difusión de la cultura urbana representada por el rock.
La Fundación
Miguel Ríos se siente satisfecho de su vida. Al principio las pasó canutas, pero su esfuerzo por aprender el oficio le ha recompensado. Y ahora quiere devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad le ha dado. El pasado martes quedó constituida formalmente la Fundación Miguel Ríos, con el objetivo de poner en marcha actividades que promuevan y difundan el conocimiento, estudio e investigación de las músicas urbanas y la cultura rock. La idea no es nueva. La pusieron en marcha hace años los sobrinos del cantante, preocupados por preservar el legado del artista. La idea se fue alargando en el tiempo por las continuas retiradas en falso del cantante. También la reciente parada temporal provocada por la pandemia alargó el proyecto.
Ahora ya está constituida gracias también a las aportaciones de un grupo de buenos amigos capitaneados por Chema Ojeda y entre los que están Alejandro V. García, Nani Castañeda, Agustín Martínez, Juan Jesús García y José Antonio García Lapido, entre otros. En un principio Miguel Ríos estaba al margen del proyecto, hasta que ha comprendido que puede ser una gran idea. Los objetivos básicos recogidos en sus estatutos son promover y difundir el conocimiento, estudio e investigación de las músicas urbanas y la cultura rock. También, realizar actividades culturales que den cabida a los jóvenes y que, mediante las mismas, se pueda dar impulso al rock y otras músicas urbanas como realidad de ocio creativo y de calidad. Se trata, en definitiva, según los impulsadores de la iniciativa, de articular proyectos por el bien de una ciudad en torno a uno de sus artistas más reconocidos, tal y como ha hecho Málaga con Antonio Banderas. Ahora solo falta concretar la participación ciudadana y la de las propias instituciones. Ya han mostrado su interés la Fundación CajaGranada, la Once, la Universidad y el Ayuntamiento de Granada. Miguel Ríos no tendrá problemas para alcanzar esos apoyos económicos para que la idea funcione: en su ciudad se le quiere.
Andrés Cárdenas
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