ATARFEÑOS DEL MUNDO DE LA CIENCIA: Pablo Casado Aguilar. Científico, investigador
Hoy en día, saliendo (esperemos) de esta pandemia, tenemos que valorar más que nunca lo que la ciencia ha hecho por nosotros. O más bien, cómo nosotros, la humanidad, hemos desarrollado la ciencia para solucionar problemas y para mejorar nuestra vida. La clave de esta última frase está en que sin humanidad no hay ciencia, igual que sin ciencia, no habría humanidad.
Quizá podáis pensar que la ciencia solo son los laboratorios, o las nuevas tecnologías o la física y la química, pero la ciencia nos ha acompañado desde que somos humanos. Ciencia fue aprender a cultivar la tierra, aprender a controlar el fuego, forjar el metal, ser capaces de diseñar edificios cada vez más complejos y así hasta dar explicación al funcionamiento del universo, nuestros cuerpos o hacer cosas que parecían imposibles como volar, visitar la Luna e incluso fotografiar la superficie de otros planetas!
En este punto quizá se pueda pensar que, en cuanto a ciencia, ya está todo hecho, que ya no podemos avanzar más o que los avances que hagamos son mínimos. ¡Error! La humanidad ya tuvo la osadía de pensar hace poco más de un siglo que la Física estaba acabada, que ya estaba todo hecho, cuando unos cuantos visionarios (¿Quizá te suene el nombre de Planck o Einstein?) decidieron que eso no era todo y revolucionaron el mundo de la ciencia para que con sus teorías la humanidad pudiese acabar creando cosas tan importantes como los ordenadores, las televisiones que disfrutamos hoy, el GPS o los láseres…
Y lo mejor de todo es que hoy en día sabemos que queda mucho por hacer, que queda mucha ciencia por hacer y que incluso hay muchísimo más que ni siquiera sabemos que existe. Por eso necesitamos científicos. De hecho, cuantos más, mejor. Todos los científicos que puedan existir para hacer avanzar la ciencia, para poder estudiar más fenómenos, desarrollar más aplicaciones y, en definitiva, solucionar más problemas que afectan a la humanidad.
¿Y qué hay que hacer para ser científico? Fácil, querer serlo. Tener ganas de aprender, de estudiar y tener curiosidad por cómo funciona nuestro mundo y cómo podemos contribuir a mejorarlo. Con educación, interés y esfuerzo, puedes estudiar una carrera de ciencia y a partir de ahí, decidir en qué quieres enfocarte, por qué quieres trabajar y en qué punto quieres contribuir, porque en todas las áreas, en todos los aspectos, y en todas las materias científicas, siempre hay algo interesante que descubrir.