Los críticos andaluces entregan sus premios en el Palacio de Carlos V
Los granadinos Ángel Olgoso y Miguel Ángel Zapata recogieron sus galardones al mejor libro de Relatos y mejor obra de Narrativa de 2021
La sala de conferencias del Palacio de Carlos V, en la Alhambra, fue el escenario, en la tarde de ayer, del acto de entrega de los XXVIII Premios Andalucía de la Crítica. Una de las grandes citas del año literario andaluz, avalados por una trayectoria de casi tres décadas y por el prestigio otorgado por quienes cada año los adjudican, la Asociación de Escritores y Críticos de Andalucía, y por quienes les han precedido en la nómina de ganadores, como Antonio Muñoz Molina, José Antonio Muñoz Rojas o Rafael Guillén. Como recordó la directora general del Patronato de la Alhambra y el Generalife, «estas paredes que en el pasado acogieron el encuentro entre Navaggiero y Garcilaso de la Vega acogen hoy a los mejores autores del año según los críticos. Estamos encantados de acogeros; estáis en vuestra casa».
Así pues, el marco era el idóneo para una gran tarde de literatura, protagonizada por quienes, entre centenares de obras, han sido señalados por los críticos andaluces como las creaciones sobresalientes del año.
En primer lugar, el viceconsejero de Cultura, Víctor Manuel González, entregó el Premio en la modalidad de poesía a Diego Vaya, autor de ‘Pulso solar’. Fue el crítico Manuel Gahete quien trazó una semblanza del autor, nacido en Sevilla, licenciado en Filología Hispánica, que ha obtenido numerosos premios con los poemarios anteriormente publicados, a ambos lados del Atlántico, incluyendo sendas antologías avaladas por editoriales punteras. También ha publicado dos libros de poesía para niños, así como tres libros de narrativa. Crítico literario en diversos medios, es, según Gahete, «un autor poliédrico, capaz de hacer cosas muy diversas, y hacerlas bien». La obra ganadora del Premio de Poesía, publicada por Visor, «es su libro más personal, y cada una de sus páginas desbroza un sentido del ritmo que fluye sin escollos», afirmó Gahete.
El autor, por su parte, dio las gracias al Jurado y aseguró que el libro gira en torno a tres pilares: el nacimiento de su hijo y la experiencia paternal, «momentos realmente poéticos en la vida de un ser humano»; su esposa, «la mejor persona que conozco», y su madre, fallecida hace poco, muy presente en el libro a lo largo de poemas que la recuerdan de forma luminosa.
Atmósfera opresiva
La directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Rocío Díaz, fue la encargada de entregar el Premio de Narrativa al granadino Miguel Ángel Zapata, de quien dijo Manuel Francisco Reina al presentarle que es «un profundo conocedor de este género». Reina recordó la excelente acogida que han tenido sus obras, y señaló que la anterior a la premiada, ‘Voces para un tímpano muerto’, ya fue finalista de estos galardones. «Juega con los elementos distópicos para ofrecer parábolas que muestran un mundo real, más real incluso que el que vivimos», aseguró el crítico. En la novela de Zapata, un ente estatal, La Hiedra, domina el mundo con una opresión a veces casi invisible, pero siempre presente, corrompedora del mundo con su totalitarismo.
En su discurso de agradecimiento, Zapata, quien desarrolla su labor docente en Madrid, destacó el orgullo de recibir un premio en su tierra. Tras agradecer el premio y la labor que desarrolla la Asociación de Críticos, dijo que terminó la obra «en el peor momento de nuestra historia reciente. Me parecía algo singular hablar de conceptos de filosofía política, como la libertad o la soberanía popular, cuando estos hincaban la cerviz ante otros intereses políticos o biosanitarios». La obra es un compendio, según Zapata, de diversas ramas del saber, que confluyen en una obra ucrónica o distópica, manifestación de esa dedicación tan volátil que es literatura.
Finalmente, fue Remedios Sánchez, presidenta de la Asociación de Críticos, quien entregó el Premio Ópera Prima a Joaquín Fabrellas por su primer libro de relatos ‘Césped seco’. Fue José Cabrera Martos el encargado de glosar la importancia de este libro «peligroso», en torno al número siete: siete partes, versos heptasílabos para encabezarlas… El autor agradeció un galardón que, afirmó, «es un sueño, aunque no tenga nada que ver con la solitaria vida del escritor».
Lucha entre las tinieblas y la claridad
El Premio de la Crítica en la modalidad de Relato lo entregó Francisco Cañadas, representante de la Fundación Unicaja, entidad patrocinadora de los galardones, a su acreedor, el autor granadino Ángel Olgoso. Fue el anterior presidente de la Asociación de Críticos, el jienense Francisco Morales Lomas, quien hizo la presentación de la obra ‘Devoraluces’. Morales recordó el detalle de que Ángel Olgoso no obtiene este reconocimiento por primera vez, ya que también se alzó con él en 2014. De esta obra, destacó que ama la adjetivación y que usa un léxico literaturizado, que mezcla lecturas y destaca la alegoría de lo azul, para crear mundos originales con gran lirismo, de un modo preciosista.En su disertación de agradecimiento, Olgoso destacó que premios como el recibido, «ayudan a visibilizar un género –el del relato– casi invisible pero primigenio y de fulgor palpitante, capaz de abarcar tanto el arcano más hondo de las más sencillas y minúsculas cosas como las mayores complejidades cósmicas».
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