La carta que demuestra cómo la Iglesia y el franquismo dejaron morir a Miguel Hernández

Una misiva que escribió el hermano del poeta a un amigo personal relata cómo era la situación en la cárcel de Alicante, donde murió de tuberculosis en 1942

Durante los últimos años del franquismo, en Orihuela, ciudad de nacimiento del poeta Miguel Hernández, que la Iglesia hizo lo que pudo para que no muriera en la cárcel. Una carta desmiente ese intento por limpiar la mala conciencia del poder religioso en tiempos de la guerra civil y la dictadura. Se trata de una carta manuscrita que ha entregado al Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa de Quesada (Jaén) Francisco Escudero, hijo del médico Vicente Escudero, que atendía al hermano de Miguel Hernández, Vicente, con quien le unía una relación de amistad. En esa carta Vicente Hernández cuenta cuál era la situación de salud del poeta en la cárcel de Alicante y las posibilidades que había de salvarlo.

«Cuando mi hermano estaba ya con el pulmón quitado por don Antonio Barbero, estando tan malo en aquella enfermería donde habían 90 o 100 hombres tendidos quitándose las puses los unos a los otros con trapos sucios, pues allí no entraba un médico o un practicante en siete u ocho días, aquello era inhumano», escribe en este documento. La misiva se envió en 1975, el año de la muerte de Franco. Curiosamente, Vicente Esudero fue elegido alcalde de Orihuela años después, en 1983. «Llegué a un acuerdo con la Diputación de Jaén para hacer una cesión de uso, aunque la titularidad sigue siendo de mi familia», cuenta Francisco Escudero a la Cadena SER.

 

80 años sin el poeta Miguel Hernández

El motivo de hacerla pública es constatar las fake news que la dictadura trató de difundir sobre la muerte del poeta. «Intentaban liberar de culpa y amortiguar el abandono que sufrió Miguel Hernández y quitarle al canónigo Luis Almarcha toda la culpa. De modo que se decía en Orihuela que había hecho todo lo posible, pero que no pudo, algo que no era cierto. «Miguel murió fruto del rencor y del olvido, porque se pudo hacer algo», insiste Escudero.

«No podía hacer nada porque no rectificó de sus ideas»

En la carta, el hermano de Miguel Hernández cuenta las reuniones que tuvo con el Obispo Almarcha. «Creo que fue a los cinco o seis meses de terminar la guerra cuando fui a ver al Obispo Almarcha para pedirle ayuda para mi hermano. Me dijo que no podía hacer ahora nada porque él no le quiso hacer caso cuando le propuso que rectificara de sus ideas y de sus escritos. Ahora no era caso», escribe Vicente Hernández. En esos encuentros, los hermanos del poeta y muchos amigos trataron de que este obispo intercediera y enviara a un sanatorio al enfermo. «Se estuvo esperando el traslado más de 20 días y no llegó, hasta que murió. Son malos recuerdos porque yo llegué a entrar allí, era terrible. La cabida del reformatorio es de 2.000 personas y habían 9.000», relata la misiva.

FOTO: Vicente Hernández, hermano del poeta, detalló en una carta cedida a la SER el abandono su hermano sufrió en la cárcel de Alicante. / Francisco Escudero

El canónigo Luis Almarcha era un hombre con mucho poder. Amigo personal de Franco, fue nombrado procurador de las Cortes franquistas y poco después sería nombrado Obispo de León. «Si él hubiera querido, hubieran trasladado a Miguel Hernández al sanatorio tuberculoso, pero antes de eso quisieron ganarlo para la «nueva España», que no fue posible. Eso fue un gran ejemplo de honestidad e integridad del poeta que no renunció ni a su ideario ni a sus escritos ni a su manera de entender el mundo, a pesar de estar encarcelado y de ser consciente de que se estaba muriendo.

Sobre la historia de la carta, explica Francisco Escudero, que también es director de la UNED en Alicante, y ha escrito varios libros dedicados a temas de memoria histórica, entre ellos Los camilleros del Ritz, cuenta cómo la heredó de su padre. «Mi padre era amigo personal y le llegó a tratar varias veces en la consulta. Ante esa rumorología que corría por Orihuela, mi padre le pidió a Vicente que le escribiera una carta donde escribiera los detalles de lo que él vio y vivió cuando visitaba a su hermano en la cárcel de Alicante».

Elvira y Vicente Hernández, los hermanos del autor de El rayo que no cesa, fueron quienes más visitaron al poeta en su cautiverio, ya que Josefina Manresa, su mujer no era considerada por las autoridades franquistas como familiar directo. La dictadura no reconocía el matrimonio civil de la República y, por tanto, no era oficialmente la esposa de Miguel Hernández. «El de su hermano Vicente es el testimonio más directo, que vio el estado de salud de su hermano y trató de que lo trasladaran al sanatorio de Valencia para tuberculosos».

Hace años que salió el legado de Alicante, estaba en Elche, ciudad donde vivía la viuda del poeta, los hijos y nietos del poeta. Josefina Manresa se fue a la ciudad tras la muerte del poeta. En el año 86 llegó a un acuerdo con el primer alcalde democrático socialista para mantener el legado del poeta. «Elche fue la ciudad que le dio la oportunidad de salir adelante en aquellos años oscuros».

«Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo, van por la tenebrosa vía de los juzgados: buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen, lo absorben, se lo tragan», escribía el propio poeta que sufrió varias condenas por su compromiso político. El 29 de abril de 1939, Miguel Hernández cruzó a Portugal por un paso clandestino en Huelva. Allí fue detenido y entregado a la prisión de Huelva. En mayo fue trasladado a Sevilla. Unos días después a la cárcel de Torrijos de Madrid. Inesperadamente, sale en libertad el 15 de septiembre. En ese momento decide volver a Orihuela para ver a su familia, pero su pueblo se convierte en una ratonera y es de nuevo detenido. Vuelve a Madrid. Es condenado a pena de muerte, después ve cómo le rebajan la pena. Más detenciones y más cárceles, Palencia, Madrid, Ocaña, Albacete… hasta que el 29 de junio de 1941 llega al Reformatorio de Adultos de Alicante donde muere el 28 de marzo de 1942.

PEPA BLANES

FOTO: El médico Vicente Escudero (centro), junto con Vicente Hernández (izquierda) y Vicente Hernández hijo, sobrino del poeta, visitando el nicho de Miguel Hernández en el cementerio de Alicante en una imagen de los años setenta. Foto facilitada por Francisco Escudero.FAMILIA DE FRANCISCO ESCUDERO

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