Manuel Fernández-Montesinos Lustau, alcalde de Granada
Dedicamos al que fue último alcalde de Granada en la II República, vilmente asesinado por los golpistas, este reportaje del Foro de la Memoria, que incluye fotografías poco conocidas del archivo que guarda con esmero su familia. En su homenaje. Para que nunca se olvide y nunca se repita.
Un reloj de bolsillo, una petaca para tabaco de liar y una cartera. Son los objetos personales que la familia conserva de Manuel Fernández-Montesinos Lustau, el último alcalde de Granada en la II República, que fue detenido en el propio Ayuntamiento y asesinado por los golpistas en las tapias del cementerio.
Objetos de la vida cotidiana de un hombre, médico de profesión, que participó activamente en la vida cultural de la ciudad, implicado en proyectos con el poeta Federico García Lorca, hermano de su esposa, Concha, vinculado al Centro Artístico y otros foros culturales y comprometido políticamente con la República.
En julio de 1936, al estallar el golpe contra la República, Manuel Fernández-Montesinos Lustau era el alcalde de la ciudad de Granada
Fue una de las víctimas del terror impuesto desde las primeras horas del golpe para aniquilar cualquier atisbo de oposición política; para borrar el rastro democrático republicano y, en su lugar, imponer una dictadura que eliminó las libertades y los derechos en España. En julio de 1936, Manuel Fernández-Montesinos Lustau era el alcalde de la ciudad de Granada, responsabilidad que, como recogen los diarios que se editaban en ese momento en la ciudad, le llegó accidentalmente tras la dimisión un mes antes de Luis Fajardo.
Nos aproximamos a su figura para rendirle un homenaje con la ayuda de su familia, que nos ha cedido generosamente fotografías y documentos que marcaron su vida, repasando la bibliografía que lo menciona y también artículos de prensa que dejaron testimonio de su actividad profesional, cultural y política.
Manuel Fernández-Montesinos, con uniforme en una foto sin datar, en lo que parece el antiguo Hospital Militar de Granada -ahora Escuela de Arquitectura de Granada-. Archivo familiar
Licenciado en Medicina con Sobresaliente y Premio Extraordinario
Así consta en el título de Medicina expedido en 1921, cuando Fernández-Montesinos Lustau tenía 22 años. Una publicación de la Real Academia de la Historia firmada por Guillermo Olagüe de Ros explica que, tras concluir sus estudios de Medicina en la Facultad de Granada, revalidó el grado en junio de 1921 ante un tribunal integrado por los profesores García Duarte, Pareja Yébenes y Olóriz Ortega.
Título de Medicina de Manuel Fernández-Montesinos Lustau. Archivo familiar
Manuel Fernández Montesinos en su etapa como estudiante de Medicina. Archivo familiar
Preparado ya para ejercer la medicina, recoge la biografía reseñada en la página Universo Lorca, de la Diputación de Granada, que instaló su consulta en la Plaza de las Descalzas número 14. Posteriormente, según un anuncio publicado en la prensa, el doctor Fernández-Montesinos la trasladó a la calle San Antón.
A ese piso de la calle San Antón se refirió Vicenta -Tica para la familia-, una de sus tres hijos, la única que aún vive, en un artículo que publicó en el diario El País en 1996. Porque es ahí, en ese piso, donde guardaba los recuerdos de su padre. Ahí es donde recibía a los pacientes y donde le recuerda cantando habaneras, como recientemente volvió a evocar en un homenaje a su padre en la ciudad de Granada.
Manuel Fernández-Montesinos Lustau, hijo de Gregorio y Pilar, tenía dos hermanos, José -que fue un destacado hispanista y profesor en Berkeley- y Gregorio.
Tras licenciarse en Medicina se casó con Concha García Lorca -hermana de Federico- y tuvo tres hijos: Vicenta, Manuel y Concha. La más pequeña, Concha, ni siquiera tuvo la oportunidad de guardar recuerdos de su padre. Era demasiado pequeña. El nacimiento fue recogido en los ecos de Sociedad de El Defensor de Granada con unas bonitas palabras: «Ha dado a luz una hermosa niña la distinguida señora doña Concha García Lorca, esposa de nuestro buen amigo el médico don Manuel Fernández Montesinos. Sea enhorabuena«.
Tras la guerra, los tres hijos marcharon con su madre al amparo de la familia García Lorca primero a Madrid, para salir después de España. Crecieron en el exilio.
En la imagen de arriba, Gregorio con su esposa Pilar, los padres de Manuel Fernández-Montesinos. En la de abajo, su hermano José. Archivo familiar
Manuel Fernández-Montesinos y Concha García Lorca. La imagen correspondería con una de las visitas que la familia Lorca al completo hacía al Balneario de Lanjarón. La pareja está sentada en la Fuente de los Caños. Como señala el periodista Alejandro Víctor García, hay una imagen de Federico García Lorca sentado en la misma fuente, recogida y documentada en Universo Lorca, la iniciativa de la Diputación de Granada para difundir la figura y la obra del poeta. Es posible, apunta el periodista, que forme parte del mismo reportaje, de 1927. La imagen de Manuel Fernández-Montesinos y Concha García Lorca pertenece al archivo familiar.
Una gran inquietud cultural
Una de sus nietas, Mariana Artero Fernández-Montesinos, resalta a El Independiente de Granada en representación de su familia, las inquietudes culturales de su abuelo. Pone mucho el énfasis en su participación en tertulias, en las actividades del Centro Artístico y otros foros culturales de la ciudad y en revistas.
Carné del Centro Artístico. Archivo familiar
Fue Manuel, como su hermano José, Federico García Lorca y otros artistas e intelectuales, miembro de la tertulia El Rinconcillo. Granada era una ciudad con inquietudes, enfatiza Mariana Artero recordando la gran agitación cultural que se vivía. Su abuelo formaba parte de ese grupo.
En la Huerta de San Vicente cuelga un dibujo, obra de Federico García Lorca, dedicado al poeta Mauricio Bacarisse en recuerdo de su visita al Ateneo de Granada y de sus amigos y admiradores -como se puede leer-. Entre las firmas figura la de Manuel Fernández-Montesinos.
La familia conserva también poesía escrita por él. Como el romance dedicado a la inaguración del monumento a Ángel Ganivet, del que reproducimos un fragmento:
A la inauguración del monumento a Ángel Ganivet
Romance
I
En la plaza del tomate
entre la verde arboleda
que entre Cendoya y la gente
nos la está dejando seca,
hecho por el Centro Artístico
un monumento se eleva
desafiando las iras
del cabildo y La Gaceta.
Sobre un mojón unas barbas
pegadas a una cabeza
dicen que de Ganivet
la vera efigie representan.
Más abajo un hombre en cueros
con un cabrito forcejea
de modo que no se sabe
si lo cabalga o sujeta,
si lo sufre o si lo goza,
si lo adula o lo domina.
Bajo el cabrito, una fuente
la verde fronda espejea
de suerte que el monumento
resulta un mojón de alberca.
Juan Cristóbal lo adoraba.
Obras de sus manos era.
Tú, que vienes de Rusia,
tú, que vienes de la América,
tú que vienes de la china,
tú que de la Siberia llegas,
cuando subas a la Alhambra
a Juan Cristóbal venera
luego que lo venerases
puedes irte a hacer puñetas.
En el marco de esa efervescencia cultural se enmarca el lanzamiento de la revista ‘gallo’, una publicación con Federico García Lorca como epicentro y que contó entre los ‘gallistas’ con los Fernández-Montesinos.
Noticia de El Defensor de Granada que recoge la presentación de la revista el 8 de marzo de 1928. «En el salón principal de la Venta de Eritaña se celebró ayer un comida íntima de los redactores y simpatizantes de la nueva revista literaria de vanguardia ‘gallo’, que hoy verá la luz pública, con objeto de festejar la aparición y afirmar los granadinos ideales que inspiraron la idea de su fundación».
Entre los comensales, junto a Manuel Fernández-Montesinos y Federico García Lorca -que tomó la palabra-, Constantino Ruiz Carnero, Miguel Rodríguez Acosta o Antonio Gallego Burín -que sería alcalde en la dictadura-. En su discurso, Federico García Lorca hizo mención a una revista anterior, Andalucía, en la que también tomaron parte los hermanos Manuel y José Fernández-Montesinos, el primero como administrador. «Queridos amigos: Desde que desgraciadamente murió la revista ‘Andalucía’, que en aquellos años representó todo lo que había de puro y de juvenil en la ciudad, se empezó a sentir la falta de un periódico literario que expresara los ricos perfiles espirituales de este original y único pedazo de tierra andaluza. (…) Un grupo nuevo de Granada, unido al antiguo, se reúne en torno de este ‘gallo’ y creo que ahora va de firme. Todos a una. Con el amor a Granada, pero con el pensamiento puesto en Europa. Sólo así podremos arrancar los más ocultos y finos tesoros indígenas. Revista de Granada para fuera de Granada; revista que recoja el latido de todas partes para saber mejor cuál es el suyo propio; revista alegre, viva, antilocalista, antiprovinciana, del mundo, como lo es Granada».
Imagen de 1934, con Fernández-Montesinos en el centro del grupo. Archivo familiar
Se inicia en política en 1930 e ingresa en el PSOE en 1931
Como recogen dos de las referencias ya citadas, Universo Lorca y Real Academia de la Historia, Manuel Fernández-Montesinos se inició en política en el Partido Republicano Autónomo de Granada, fundado tras la dictadura de Primo de Rivera, en 1930. A comienzos de 1931 ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Por este partido fue concejal en el Ayuntamiento de Granada y también diputado provincial.
De su actividad política da cuenta la prensa, que recoge desde sus intervenciones en pleno como concejal de la que denominan en distintos momentos ‘minoría socialista’, hasta un serial de artículos -publicados en El Defensor- sobre ‘El problema de abastecimiento de agua’, contando la historia del concurso de proyectos. La serie de artículos, firmada como Manuel F. Montesinos, comienza así en su primera entrega: «El Ayuntamiento de Granada tiene en estos momentos el firme propósito de resolver definitivamente el problema del abastecimiento de aguas de la Ciudad. Es de todas las cuestiones municipales la que ha interesado más vivamente a la opinión pública, que desgraciadamente se ha visto varias veces defraudada al ver alejarse las posiblidades de solución cuando parecían resueltas. Y precisamente por tratarse de un tema que por su interés y dificultades ha promovido siempre apasionados comentarios, hemos considerado procedente dar a conocer los antecedentes necesarios de su tramitación (…) «.
De su corta trayectoria política también se guarda su posición respecto al Estatuto Andaluz que iba a abordarse en la asamblea impulsada por Blas Infante. Fue Fernández-Montesinos, junto a Luis Fajardo y Carlos Morenilla, autor de la ponencia con la posición de Granada ante el Estatuto Andaluz que, antes de la participación en la asamblea, se dio a conocer en el pleno del Ayuntamiento de Granada a finales de abril de 1932. Proponía esa ponencia, incluso, dirigirse a los ayuntamientos de Málaga, Almería y Jaén para organizarse como «la región de Andalucía Oriental».
Manuel Fernández-Montesinos, en el centro. Archivo familiar.
En 1936, pocas semanas antes del golpe, llega de manera accidental a la Alcaldía de Granada. A principios de junio se celebra un pleno en el que la corporación acepta la dimisión de Luis Fajardo como alcalde por diferencias en el seno del Frente Popular, como él mismo expuso y recogieron diarios como Noticiero Granada. Fajardo había delegado sus funciones en Fernández-Montesinos, que finalmente es elegido alcalde por el pleno el viernes 10 de julio. El socialista quedó proclamado alcalde por 17 votos a favor y una papeleta en blanco.
Estaba muy próximo ya el golpe militar. Uno de sus últimos actos como alcalde de Granada fue acompañar los restos del Duque de San Pedro de Galatino desde la llegada de su féretro a la estación de Andaluces hasta la catedral, el 17 de julio de 1936, un día antes de la sublevación militar.
Sacado a punta de pistola del Ayuntamiento y fusilado en las tapias
«Querídisimo Gregorio:
Hoy te escribo impresionadísimo por lo que está ocurriendo desde hace varios [días] y que esta noche ha continuado: el fusilamiento de presos como represalia por las víctimas de los bombardeos. Con los de esta noche van ya sesenta escogidos no sé cómo, pero de entre los presos gubernativos, es decir, aquellos que no sufren proceso. Hay imposibilidad de comunicación y por eso te escribo por conducto seguro para que te llegue a ti esta llamada de angustia. Las primeras ejecuciones fue [sic] algo tan monstruoso que no creímos nunca que se repitiera, pero esta noche se han repetido a pesar de todo. No sé lo que pedirte que hagas. Sólo te anuncio que de seguir así todos iremos cayendo más o menos rápidamente y que no se sabe qué desear, pues si es terrible acabar de una vez, es más angustioso esta espera trágica sin saber a quién le tocará esta noche. Es necesario que hagáis algo para ver si termina este suplicio. Ponte de acuerdo con Diego y busca a tío Frasquito [Francisco García Rodríguez] para ver si habla con Rosales, que es uno de los dirigentes de F. [Falange] E. [Española]. A Del Campo le hablas de esto sin decirle que yo he escrito. Éste no es un caso en el que influya el grado de peligrosidad del detenido pues hasta ahora [a] los que les ha tocado ninguno se distinguió de manera precisa. El último ha sido Luis Fajardo. Con esto te digo todo.
A Mamá y Conchita no les digas estas cosas. No quisiera que se enteraran de esta situación tan angustiosa por la que pasamos. Yo ya estoy resignado a no volveros a ver más y desearía que mi sufrimiento fuese lo más llevadero posible.
Adiós, un fuerte abrazo de tu hermano Manuel.
11-VIII-36. Prisión Provincial».
Ese impresionante testimonio está recogido en el libro de Memorias de Isabel García Lorca -‘Recuerdos míos’-. Manuel Fernández-Montesinos Lustau, su cuñado, relata en una carta desde la prisión a su hermano Gregorio el horror que están viviendo: las ejecuciones de los detenidos a manos de los golpistas; sin proceso judicial alguno. «Algo tan monstruoso» que, tras conocer por primera vez que había sucedido, pensaron que no se repetiría. Pero sí, ocurrió de nuevo. Y en el momento de escribir ese mensaje, es igualmente consciente, como se deduce de sus palabras, de que difícilmente se podría hacer algo por salvarle. «Yo ya estoy resignado a no volveros a ver más y desearía que mi sufrimiento fuese lo más llevadero posible», escribió.
En la madrugada del día 16 de agosto de 1936 fue asesinado en las tapias del cementerio.
La ciudad salda una deuda con el último alcalde constitucional
La memoria del último alcalde constitucional de Granada antes de la dictadura de Franco ha tardado años en ser dignificada por el Ayuntamiento de su ciudad. En el anterior mandato socialista se hizo un gesto cargado de simbolismo. Su retrato, escondido en espacios apartados de la casa consistorial, se colgó en un lugar visible en la galería de retratos de los alcaldes de la ciudad que cuelga en el pasillo que conduce al despacho del regidor.
No ha sido hasta este segundo mandato cuando una plaza de la ciudad se ha llamado Alcalde Fernández-Montesinos, saldando una deuda con su memoria.
Un gesto muy bonito para la familia. «Se ha recuperado la figura de nuestro abuelo desde el punto de vista institucional y también nos ha servido para sentarnos a hablar y a ver fotos», afirma a este diario Mariana Artero, que hace mención, como tantas familias de víctimas del franquismo, al silencio sufrido en el seno familiar.
Lo vivido fue «muy duro» y su madre «tampoco hablaba de ello».
Como apunta Mariana Artero, nieta de Fernández-Montesinos, «en todos los estudios de Memoria hay una generación, la primera, que es la del silencio. El trauma, de una manera u otra, se hereda»: