Carmen Alborch: una política alegre, transgresora y muy responsable
Hemos viajado la vida de Carmen Alborch, la política española que le dio la vuelta a la cultura en este país y que se convirtió en un referente del feminismo por sus acciones y por libros como ‘Solas’, un tratado sobre un nuevo modelo de mujer y de vivir sin necesidad de compartir vida, pero rodeada de gente
Carmen Alborch rompió muchos techos de cristal en su trayectoria profesional, política y profesional. Activista cultural y política durante los años de la transición y primeros ochenta, primera decana mujer de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, directora del primer museo de arte moderno en España, el IVAM en Valencia, y la última ministra de cultura de Felipe González que entre 1993 y 1996 impulsó la ley del cine, puso en marcha la ampliación del Museo del Prado y creó las bases del nuevo Teatro Real.
Más allá de la política fue una mujer diferente, que rompió moldes por su forma de ser, estar y actuar. Cuentan sus amigos y amigas que llenaba los espacios cuando llegaba y no pasaba nunca desapercibida. Todos recuerda su primera entrada en el Congreso de los Diputados tras ser nombrada ministra en 1993. Amparo Rubiales habla de un «rugido», de «un murmullo», de una reacción sonora sin necesidad de que hablara. Era alegre, se le distinguía por su sonrisa y su estilo al vestir, pero también nos han hablado de su carácter. Era muy exigente y quería que todo el mundo estuviese a la altura.
Cipria Ciscar, su amigo desde los 18 años y que la lleva a la política, nos la describe con una cita suya que dice «si algo merece celebrar es la vida misma». Cuenta que esa frase de Carmen define su forma de ser, su carácter, su vitalidad, su alegría y, sobre todo, ese arte de vivir que iba desarrollando a lo largo del tiempo.
Nunca se dieron cuenta de la gravedad de su cáncer hasta casi el final, «se ponía pelucas exóticas, sombreros divertidos, siempre resistió. Ella no se puso triste nunca», recuerda Amparo Rubiales. Montserrat Domínguez habla de «un referente del feminismo alegre, consideraba que era una lucha para toda la sociedad y que era uno de los fundamentos de la alegría».
Vicenta Alborch, su hermana, habla de que los fundamentos de la personalidad de Carmen estaban en su familia y, sobre todo, en su madre. Es la familia la que ha donado todos los objetos y documentos de la vida pública de Carmen Alborch a la Generalitat Valenciana y que son el origen de la exposición Paraula de Carmen que se puede ver en la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu. También habrá una exposición permanente en su pueblo natal, Castelló de Rugat, que hace dos años le homenajeó con la creación del pasodoble Carmen Alborch.