POESÍA COMPLETA DE MARILUZ ESCRIBANO
CANCIÓN DEL SILENCIO
En las horas pisadas por las sombras
en un gesto final de despedida,
cuando es tarde y tardíamente escucho
esta niebla o canción que me regresa,
todos los muebles tienen
una poblada soledad de incierta
nostalgia telefónica.
Y los libros me miran
con sus ojos de octubre
y el cigarrillo clama
urgido desde el piano
con volutas que pasan
transitan, me construyen
la palabra de amor en que trabajo.
Sobre la mesa, intacta,
la violeta de un nombre
que desprende una página.
Yo ya sé que es domingo
y que la brisa tiene una luz convocada
que me recuerda el mar.
Pero deja que guarde entre mis manos
limosnas de silencio:
siempre dejan sus huellas
espacios de rocío en la mirada.
Es una de las treinta y cinco Canciones de la tarde, el tercer libro de Mariluz Escribano. Lo publicó en 1995, antes de un largo silencio de casi veinte años, y forma parte de su Poesía completa, que publica Cátedra Letras Hispánicas con edición de Remedios Sánchez, que en su extenso estudio introductorio analiza la obra poética de la autora en dos etapas de tres libros cada una: desde el clasicismo inaugural de los tres primeros libros -Sonetos del alba (1991), Desde un mar de silencio (1994) y Canciones de la tarde (1995)- hasta la consolidación de la memoria de una poeta-isla que culmina en su libro final, Geografía de la memoria, de 2018, al que pertenece este ‘Cuando me vaya’:
Dejaré un silencio en el recuerdo,
sonidos de una voz que fue muy joven,
y un aroma de sándalo y cipreses
para que no me olvides.
Y ahora, cuando el sol desaparece,
y hay promesa de una noche clara,
las estrellas se esconden
y están muertas de tanta nívea luz.
Dejaré abierta la ventana.
Un gorrión divulgará mi huida,
y un frescor de mañana
anunciará mi marcha,
con trémula voz para llamarte.
Cuando me vaya
perderé las praderas,
los bosques encendidos de noviembre,
el verde del jardín en primavera,
la tenue luz de los planetas,
la sonrisa de un niño,
el calor de un amigo,
lágrimas de dolor por los caminos
que transité tan alta,
la caricia de un perro
que dio fuego a mis manos.
Cuando me vaya
habré perdido tantas cosas,
que creceré en trigal
por no morirme.
Granada, donde nació en 1935, “en un tiempo de cunas mecidas por el viento de la guerra” y donde -“alguna antigua calle / reconoce mis huellas”- murió en 2019, es una presencia constante en su obra poética, una geografía de la memoria que resumió en uno de sus títulos.
El interés de su poesía, atravesada por la emoción y la memoria, el cuidado estilístico y la elaborada imaginería, reside, en palabras de Remedios Sánchez, “en su singularidad, en la libertad, la independencia y la autenticidad que la sustentan.”
Se reúne así en un volumen espléndidamente editado, la obra poética total de Mariluz Escribano: los iniciales Sonetos del alba y su idealización del amor y del paisaje; el elegíaco Desde un mar de silencio, dedicado a su madre; las emocionales y amorosas Canciones de la tarde; el refugio en la memoria infantil y la figura del padre de Umbrales de otoño; la reunión de poemas de diversas épocas y varia temática intimista en la claridad expresiva de El corazón de la gacela; la mirada plástica y sensorial, introspectiva y nostálgica de Geografía de la memoria.
Un conjunto que refleja, en palabras de Remedios Sánchez, “una lírica de una fortaleza ética difícilmente alcanzable en la actualidad.”
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